miércoles, agosto 03, 2011

El 15-M colapsa Madrid por segundo día consecutivo ante la impotencia policial

Ismael Monzón / El Confidencial

Policía e ‘indignados’ jugaron ayer al mismo juego que el día anterior. Pero esta vez con las cartas marcadas. Los manifestantes quedaron a las seis de la tarde en la Puerta del Sol, a sabiendas de que la Policía les volvería a impedir el paso. Los agentes actuaron como se esperaba y cuando los congregados decidieron volver a cortar las calles del centro de Madrid, siguieron custodiando una plaza a la que en esos momentos sólo se acercaban algunos curiosos.

A primera hora de la tarde, el SUP, el mayor sindicato policial, revelaba que la Delegación del Gobierno había exigido a los cuerpos de seguridad que impidieran inexcusablemente el acceso a la Puerta del Sol. Aunque según esas mismas instrucciones debían cuidarse mucho de evitar disturbios y detenciones. Los policías denunciaban que el Ministerio del Interior les obligaba a incumplir la ley, ya que les dejaba con las manos atadas ante posibles actos delictivos. Tampoco estaba muy clara la causa de actuar únicamente en la plaza ni por qué se había elegido este momento.

Durante la madrugada del lunes los agentes no acertaban a explicar el motivo por el que impedían el paso. Cuando la Puerta del Sol se encontraba únicamente ocupada por las furgonetas policiales, respondían que restablecerían la normalidad cuando cejara el empeño por parte de algunos grupos de ocuparla. Los ‘indignados’ intentaron volver ayer a la plaza, sabiéndose sospechosos. También eran conscientes, por la experiencia del día anterior, que el bloqueo de Sol les abría el camino al resto de calles del centro de Madrid.

El guión se cumplió escrupulosamente. La entrada a la plaza tenía un “filtro selectivo”, los agentes seguían pidiendo la documentación a todos los transeúntes. Antes de las seis de la tarde, los servicios de Metro y Cercanías cancelaron sus servicios en la estación del centro de Madrid. Y para la hora señalada, en la fotografía de Sol solo había lugar para furgones y policías. Los ‘indignados’ se instalaron a sólo unos metros, en la plaza de Jacinto Benavente. De forma asamblearia decidieron emprender la marcha de nuevo por las calles de la capital.

Vuelven a colapsar las calles

Eran algunos menos que el día anterior, pero les bastó para cortar el tráfico. Cambió la ruta. Y en lugar de elegir la Gran Vía, tomaron la calle de Atocha para concentrarse en el cruce con el Paseo del Prado. Los mismos cánticos, las mismas acusaciones a la visita del Papa –a la que culpan de que Interior haya elegido este momento para desalojarlos-, a los banqueros, a los políticos… Y de ahí, como el día anterior, comenzó la dispersión. El grupo mayoritario tomó el Paseo del Prado hasta llegar el Congreso. Allí también les esperaba la Policía. Según informó Europa Press, habían desplazado expresamente a agentes de Valencia, A Coruña y Valladolid.

El grueso de ellos permanecía en Sol. Mientras, los ‘indignados’ hacían el recorrido a la inversa del día anterior. Cortaron la Gran Vía y volvieron a los accesos a la plaza. A medida que fue atardeciendo aumentaba el número de asistentes. También salieron a las calles en otras ciudades, como Barcelona o Valencia. Los ‘indignados’ eran entonces mayoría, pero la Policía dejó patente su mayor constancia, ya que el despliegue no varió a lo largo de la tarde. Las protestas concluían en el mismo lugar donde empezaron. El 15-M mostraba sus recursos ante la ortodoxia policial. La madrugada anterior había terminado con más policías que manifestantes.

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