martes, julio 19, 2011

Un escándalo de prensa inglesa con impacto en Estados Unidos

José Carreño Figueras

Las tribulaciones de Rupert Murdoch en Gran Bretaña podrían tener un serio impacto político en los Estados Unidos si sus problemas se extienden a territorio americano y obligan a su imperio periodístico a adoptar una postura menos comprometida con la derecha con la que está tan ideológica y económicamente identificada.

El escándalo alrededor de Murdoch en Gran Bretaña ha puesto sobre la mesa situaciones que tal vez la sociedad británica hubiera preferido ignorar, como la corruptela en Scotland Yard y tal vez otras corporaciones policiacas, sin olvidar sus implicaciones políticas.

Cierto, se trata de venta de información y no influencia en casos pendientes, pero fue información privada, confidencial, y obtenida a veces mediante fórmulas que como las ilegales escuchas telefónicas y la interferencia de comunicaciones sólo podrían describirse como ilegales, perversas.

En Estados Unidos, no son pocos los políticos, especialmente liberales o demócratas que demandan se investigue si los empleados de Murdoch han usado tácticas similares, para acabar de complicar una situación en la que la empresa de Murdoch puede ser acusada por violaciones a las leyes estadounidenses contra pagos ilegales en el exterior.

La renuncia el viernes pasado de Rebekah Brooks, la exdirectora de la News International, y su arresto el domingo, seguido por la renuncia del jefe de Scotland Yard, Sir Paul Stephenson y su segundo, John Yates, no son en conjunto buenos ómenes para la empresa Murdoch.

De hecho, John Podesta, que encabeza un grupo politico demócrata, ya señaló que el problema no es de un editor pícaro sino de “un imperio que fue construido con un carta de éticas periodísticas que han comenzado a estallar y desmadejarse. Sobornaban rutinariamente a funcionarios públicos… no creo que ésta sea una historia de dos semanas”.

Para analistas ingleses, las excusas y la aparente cooperación de Murdoch con la indagación británica son simplemente una manera de tratar de “blindar” a sus inversiones en Estados Unidos, tanto que de hecho se habla de que podría vender sus posesiones en Gran Bretaña.

Pero las cosas no se ven sencillas para un personaje que hasta hace un par de semanas parecía invulnerable y ahora busca defender su imperio estadounidense.

Las “joyas de la corona” de Murdoch en Estados Unidos son “Fox”, el “Wall Street Journal” y el “New York Post”.

La compañía “News Corporaion” de Estados Unidos incluye la productora cinematográfica “Twentieth Century Fox”, la cadena de televisión Fox y “Fox News”, una cadena de noticias por televisión que busca explotar los sentimientos patrióticos de los estadounidenses y hace girar su información y sus comentarios alrededor de puntos de vista derechistas.

En particular, “Fox News” está frecuentemente en el centro de controversias por las inclinaciones de su cobertura y algunos de sus comentaristas contratados, normalmente republicanos conservadores, que la usan como tribuna para adelantar sus propias carreras políticas. Es dirigida por Roger Ailes, uno de los estrategas políticos cercanos a Ronald Reagan.

El “Wall Street Journal” es uno de los diarios mas influyentes del mundo. Especializado en temas económicos y con una personalidad esquizofrénica (una muy respetada redacción pero un muy debatido cuerpo editorial por su orientación derechista), el periódico con mayor circulación (2.1 millones) en Estados Unidos fue adquirido en 2007 por “News Corporation”, la empresa de Murdoch, en una operación estimada en cinco mil millones de dólares.

Pero si el imperio Murdoch parece tener cierta preocupación por respetar el carácter de “The Wall Street Journal”, no tiene ningún problema con el “New York Post”, su punta de lanza política. Un tabloide abiertamente sensacionalista y no menos francamente derechista que conjuga mas con Fox que con el WSJ.

Tal vez, como cree Podesta, el escándalo en Gran Bretaña pueda llevar al desmadejamiento del imperio Murdoch, y como consecuencia se refleje en alguna medida sobre su predominio informativo en la derecha estadounidense. O tal vez, por improbable que suene, a que las condiciones obliguen a Murdoch y sus equipos a hacer honor a sus lemas de objetividad informativa.

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