martes, julio 19, 2011

2012: Guerra o proceso electoral

Joel Hernández Santiago

Este fin de semana de julio, nublado y lluvioso, a poco menos de un año de que se lleve a cabo el día de las elecciones presidenciales del 2 de julio de 2012, hubo reuniones de partidos políticos para establecer las estrategias que seguirán durante el proceso electoral.

El PRI y el PAN, cuyos barones, cúpula, picudos y no militantes, se reunieron para discutir y analizar su ‘estado de la situación’ y para decirse cómo serán las cosas de ahora en adelante para enfrentar sus batallas, las de ellos; las internas y las externas. Todo en tono de ofensiva campal. De hecho, desde el PRI han comenzado a velar sus armas.

El PRI –como cada uno de los partidos, por lo que no hay novedad- dice que irá unido; busca no fraccionarse y busca evitar divisiones internas, aunque los aires del norte prometen alguna que otra batalla para decidir a su candidato en noviembre próximo.

Ya se sabe, Enrique Peña Nieto ha acumulado fuerza política desde el Estado de México, ha gastado los oros de Fausto y ha caminado en lo electoral los años recientes de su gobierno; muchos priístas ya se rinden a sus pies con la esperanza de tocar el paraíso terrenal; otros, por su parte, confían en que el hombre de Sonora se fortalezca y muestre la casta y la experiencia y la malicia y las ganas que tiene de ser el presidente de los mexicanos. En todo caso, la disciplina se impondrá e irán al proceso electoral confiados en el fracaso del PAN por su mal gobierno –y el de sus gobiernos estatales- y porque prometen experiencia y renovación…

No obstante, aun hoy, con todo y sus triunfos recientes, el PRI sigue siendo un partido viejo. Huele a viejo. La mayoría de quienes lo dirigen son gente vieja. Viejos experimentados en las viejas prácticas políticas y electorales que se suponían puestas en el ropero con bolas de naftalina, y pocas oportunidades parecen darle a los jóvenes priístas militantes.

Sin embargo la expectativa de aires nuevos, de juventud y frescura y proyectos de país novedosos a tono con un país de jóvenes expectantes y rezongones sigue a orilla de banqueta; ya veremos el Proyecto de Gobierno Priísta, que entregaría ayer el señor Humberto Moreira Valdés y al que todavía se tendrá que hincar el diente para saber si aprendieron la lección del tiempo o nada más se recargan en el fracaso de los otros.

El PAN comenzó sus campañas hace meses; sus aspirantes como el señor Ernesto Cordero, Alonso Lujambio, Josefina Vázquez Mota y Javier Lozano, estimulados por el presidente Calderón, han gastado un buen de tiempo y han hecho uso de su poder mediático para mostrar sus capacidades, sus virtudes, sus aspiraciones, su fortaleza individual y su confianza en que el PAN repetirá gobierno presidencial. Está difícil. El gobierno del señor Calderón ha sido un fracaso y con una administración desganada, desvinculada de lo social y con vacíos graves de gobierno aun insospechados.

En todo caso, como que no les cayó nada bien que el senador Santiago Creel Miranda les haya comido el mandado en su exposición como aspirante a la candidatura y le están haciendo la guerra para descarrilarlo y no dejarlo llegar como candidato panista a la presidencia del país. Es su propia guerra. El PAN no va a ganar la presidencia del país en el 2012 ‘por todas las ofensas que nos han hecho’. Ellos mismos lo reconocen: lo dijo el emblemático Carlos Medina Plascencia, ex gobernador de Guanajuato: “el PAN tiene que volver a sus orígenes” porque este partido “no está conectado con la gente”.

Mientras, el PRD sigue deshojando la margarita entre Marcelo y AMLO, ya veremos en qué momento enseñan las uñas y sacan los dientes los muchos PRDs que hay ahí.

Pero lo que queda como síntoma de lo que será el proceso electoral hacia la presidencia del país; de lo que serán esas campañas y lo feroz que se presagian está en lo dicho por el mismo PRI al término de su reunión. Se diseñará una estrategia para enfrentar “de forma apropiada” a una “guerra sucia que surja en contra de militantes priístas que busquen un cargo de elección popular”.

Por supuesto, el primer paso que deberán dar todos los partidos, será escoger a gente que no sea ‘mal averiguada’, que no tenga cola que le pisen y que no haya hecho de su vida un papalote político del que pudieran colgarse sus adversarios electorales. Diría el clásico ‘si los candidatos no quieren ver fantasmas, que no salgan en la noche’.

El paso dos, será que los candidatos surjan de la voluntad popular, de las bases y no por recomendación o apoyo o interés o pago de facturas o cuidado de espaldas a la salida del anterior funcionario público o legislador. ¿Lo conseguirán los partidos? Eso sería un acto de auténtica democracia interna, pero ¿ya están listos para ella?

El paso tres, será el de garantizar la seguridad física de todos ellos y cuidar al país al extremo debido al espectro de violencia que se ha generado durante el gobierno del señor Calderón y en el que también tienen vela en el entierro los gobiernos locales. Nadie quiere ni debe haber elecciones color escarlata en este país de por sí sangrante.

Nosotros, los ciudadanos de a pie, los de a tres pesos el boleto del metro o cinco pesotes para el cachondísimo metrobús, los de la torta de milanesa al medio día y los de trabajo excesivo cuando se tiene o los miles de desempleados y migrantes y pobres hasta más del 50% de la población en un país con bajísimos niveles de educación y sistemas de salud mal distribuidos, nosotros, los del trabajo desde las seis de la mañana o los que terminan en la madrugada del día siguiente, estamos en la posibilidad de decidir si estos señores que comienzan su guerra merecen encabezar la nuestra, nuestra guerra contra todas las adversidades que nos cayeron en el cuerpo social desde hace años.

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