martes, junio 21, 2011

“Rápido y Furioso”: EEUU debe a México una disculpa pública

José Carreño Figueras

El gobierno del presidente Barack Obama parece determinado a evitar que los republicanos logren hacer de la fallida operación “Rápido y Furioso” un escándalo político completo.

De acuerdo con el diario “The Wall Street Journal”, esta semana ocurrirá la salida de Kenneth Melson, director en funciones de la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (BATF), como consecuencia del ruido causado por el operativo y la evidente intención de la oposición republicana de explotar el problema de política doméstica creado por “Rápido y Furioso”.

La decisión sería del Departamento de Justicia, del que depende el BATF y habría sido disparada sobre todo por el inicio de audiencias sobre “Rápido y Furioso” en el Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara baja del Congreso estadounidense, controlado por el diputado republicano Darrell Issa.

La investigación iniciada por ese comité puso de relieve su potencial para convertirse en un problema político y alterar las percepciones públicas, en vísperas del inicio de la campaña presidencial 2012.

Y eso es algo que el gobierno Obama no puede aceptar. Mas aún, el cese de Melson puede no ser el último sacrificio que haga el gobierno Obama en este caso, en aras de eliminar tantos obstáculos como sea posible -y sobre todo, cortar el crecimiento de un escándalo que pondría en duda su credibilidad- para asegurar una reelección que hoy parece en duda mas por las circunstancias económicas y políticas que enfrenta que por sus adversarios.

Pero al mismo tiempo, el caso era políticamente un problema innecesario. Una investigación internacional de la que no se avisó, ni se pidió el permiso ni la colaboración del gobierno del país, aliado por cierto, donde se desarrollaría parte de la indagación.

Cierto. De haber funcionado tal vez el BATF y su gobierno se hubieran anotado un tanto, mas internacional que nacional pero algo a presumir. Tal como ocurrió, fue un desastre, nacional e internacionalmente.

Si la salida de Melson es suficiente para cortar el escándalo político está por verse, aunque es posible. Es una admisión de que hubo ineptitud del manejo de una situación y por tanto se creó un problema político innecesario.

Pero al margen de la resolución doméstica, ahora es el turno del gobierno mexicano, que se ha manejado con discreción y al no presionar públicamente se puso en posibilidad de pasar al gobierno estadounidense una factura política interesante.

De hecho, la embajada de México en Washington siguió atentamente el caso pero siempre indicó públicamente que esperaría a la investigación del gobierno estadounidense. La pesquisa no ha concluido pero el trascendido anuncio de la salida de Melson ya da señales de lo que los investigadores han encontrado: mas incapacidad que deliberación.

El gobierno Obama debe a México una disculpa pública, como mínimo.

Tal vez nunca sabremos cuantos muertos causaron las armas que pasaron la frontera con “autorización” del BATF, pero fue una acción inaceptable: Mas aún, la colaboración con las autoridades mexicanas hubiera tal vez contribuido a una mejor investigación, sin contar con que su posible oposición hubiera evitado la pública vergüenza del gobierno Obama.

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