lunes, junio 20, 2011

Los madrugadores

Jacobo Zabludovsky / Bucareli

El tema es la Presidencia. Nada hay que interese más al público que la lucha por la Presidencia de México, iniciada en este sexenio más temprano que en ningún otro desde que Lázaro Cárdenas decidió que cuatro años sin reelección no servirían ni para el arranque.

El número de lecturas alcanzado por los dos últimos Bucarelis conducen a esa conclusión. El tema de “¡Es la silla, idiotas!” y “No se equivoquen” ha sido el mismo: el destape, auto destape, pre destape y absurdo destape de algunos ansiosos, más que los esperados, muy especialmente dentro del Partido Acción Nacional. Los lectores electrónicos del primero de los artículos mencionados llega hoy a 115 mil, casi el doble del récord anterior alcanzado, según la contabilidad de El Universal, por “The End”, a la muerte de Elizabeth Taylor, superior a 80 mil. El segundo acumuló 66 mil en la semana que hoy se cumple. No encuentro causa más lógica de tan alto interés sino la coincidencia en el asunto de ambos. El lector, que por serlo pertenece a un nivel más cultivado del público, tiene avidez o cuando menos curiosidad en saber quién, cómo, por qué se considera con cualidades suficientes para que sus conciudadanos lo escojan, previo paso por el embudo monopólico de los partidos, y le encarguen su pastoreo.

El más polémico fue el relacionado con la señora Margarita Zavala de Calderón. Algunos que leen mal dedujeron que si se lanza llegaría a Los Pinos. No, sólo dije que sería la mejor carta del PAN y podría convertirse en la primera mujer al frente del Poder Ejecutivo. Y dejé clara mi postura: mi voto no va en esa dirección. Defiendo el derecho fundamental de la democracia de elegir al gobernante sin intermediarios, sin instituciones tutoras de mi decisión que me obliguen a votar por quien ellas me ofrezcan a su imagen, semejanza y conveniencia, forzando mi ingreso a un rebaño donde les gustaría verme y en el que no quiero estar.

Una minoría de visitantes envía sus comentarios. Veamos fragmentos de algunos: “Los candidatos hombres que se manejan son una porquería… Que se aviente pues ya se vio que solo las mujeres en México tienen los suficientes pantalones para meter a los narco políticos a la cárcel… A ver, don Jacobo, ¿de dónde inventa esa locura?... Las mujeres saben por quién votan, con Margarita sería el mismo empanizado… Sería terrible para el país… efectivamente, el partido en el poder no tiene otra opción… No, don Felipe, yo apelo a su sabiduría en política, no se deje manejar con recomendaciones de papel que en realidad buscan perjudicarlo… espero que sea ironía su comentario… ninguna oportunidad tiene el PAN de quedar de nuevo en la Presidencia… Yo votaría por la señora, sólo una pregunta: ¿continuaría con la misma política? Perdería… sería crear una dinastía… doña Margarita debe esperar su turno que no sería en este sexenio… su teoría es acertada: el ajedrez político se impondrá de nueva cuenta…”. Hay de chile, de dulce y de manteca en las opiniones de personas libres, satisfechas de decir su verdad sin cortapisas ni censuras. El twitter es la poderosa y temida voluntad incontrolada.

Se me ocurre una posibilidad democrática de conocer las opiniones de los votantes: abrir un espacio regulado por la propia comunidad de internautas, con objeto de saber las características que el candidato, luego presidente, debe tener para cumplir sus anhelos; dónde y cuándo ha demostrado capacidad, honradez, experiencia y carisma que permitan confiar en él sin miedo a decepciones nefastas. Un procedimiento similar al seguido por los indignados de España, pero no para convocar a manifestaciones callejeras sino a una especie de plebiscito vacunado contra la contaminación de los lamentables negocios que con el disfraz de consultorías ocultan a ex políticos corruptos o falsos periodistas. Abriría la posibilidad de un auténtico examen popular, un escrutinio sano en la selección del político indicado.

Pertenezco a esa mayoría de mexicanos sin partido político. Estoy entre quienes votaremos por ciudadanos omitidos en las boletas y acudiremos a las urnas en el cumplimiento de un deber y el ejercicio de un derecho.

Este carrusel todavía dará muchas vueltas, pero hay un pueblo en el límite de su capacidad de tolerancia. Cualquier dirigente ajeno o distante de esa realidad camina por el sendero del desastre. Debemos cuidar las elecciones del año próximo como si fueran las últimas en un marco de paz, si a esto se le puede llamar paz.

Votaré por un compatriota capaz de sacarnos del atolladero.

Escribiré su nombre en cualquier espacio vacío. Mi voto será ignorado. No importa. Así protesto.

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