viernes, junio 10, 2011

Las chapitas de Eruviel

Martha Anaya / Crónica de Política

-Eruviel hace cambios en su equipo de campaña: despide a la maquillista de anoche…#Awebo (Ulises Castellanos)

-Pobre Eruviel, dicen que no durmió en toda la noche, pero no pensando en el debate sino despintándose!!! (Comedia política)

-Eruviel teme que su maquillista haya sido una infiltrada (Julio Hernández)

-Ese maquillaje como de funeraria…¿Sería un lapsus? ¿Lo danos por muerto “Lic”? (2011rebelión)

-Notamos muy maquillados los planteamientos de Eruviel Ávila (Revista etcétera)

-Mamá,mamá, en la escuela me dicen EL GOBER PRECIOSO –¿Por qué eres de Puebla? No! Porque #memaquillocomoEruviel. (Joalh)

-El lunes esperen el análisis cuantitativo del #yomemaquillocomoEruviel con Carmen Aristegui (Federico Arreola)

Burlas, bromas y caricaturas por Twitter no paran. Aparecen bajo #memaquillocomoeruviel: http://twitter.com/#!/search/%23memaquillocomoeruviel, como #chapitas: http://twitter.com/#!/search/%23chapitas, e incluso como Heidi: http://twitter.com/#!/search/%23chapitas.

Todo el día de ayer –y desde la noche misma del debate entre Eruviel Ávila, Luis Felipe Bravo mena y Alejandro Encinas—el maquillaje del priista fue el tema del momento.

Vaya, le ganó incluso al “Poema a Arturo Montiel” –extracto del debate en que Encinas lee lo expresado por Eruviel Ávila sobre el exgobernador del Estado de México– que se subió a Youtube.

¿Qué eso no es importante, que son frivolidades? Pues sí, pero ocurre que muchísimos de los votantes de este país y de buena parte del mundo dan muchísima importancia a la imagen de los candidatos sobre todo cuando se trata de debates televisados. Así es desde que se transmitió el primer debate televisado de la historia, entre Nixon y Kennedy, el 26 de septiembre de 1960. ¡Hace más de cinco décadas!

Y tan es así, que los propios aspirantes, desde hace años, se asesoran de expertos en imagen para ofrecer a los votantes la mejor imagen posible. El puntero en la carrera presidencial lo tiene muy claro.

¿Acaso no se acusa a Enrique Peña Nieto de ser “simplemente” un producto de Televisa?

El caso es que la imagen, sobre todo en y desde la televisión, es importantísima. Por ello no es de desdeñarse el tema nomás así y rasgarnos las vestiduras porque no se habla del fondo del debate, de las propuestas de los candidatos y demás. La televisión no es el medio más idóneo para ello. En la pantalla chica lo que más pesa es la imagen.

Así que nadie podía dejar de notar la iluminación de funeraria, la cara de muerto que le pintaron a Carlos Puig (el moderador), las oscuras cejas de Bravo Mena y el tostado canivalesco que le endilgaron a Encinas.

Pero vayamos más allá. Pensemos incluso en el por qué de esta actitud de una porción de los ciudadanos de otorgar mayor importancia a lo que se ve que a lo que se dice.

La primera respuesta sería porque es lo más fácil, lo que tienen más a mano, frente a sus ojos. Y porque no tienen mayor interés en informarse más allá de un “vistazo”, o de comentarios de terceros.

Otra posibilidad es que esos ciudadanos piensen que no importa lo que digan los políticos (en este caso los candidatos a la gubernatura) porque a la hora de la hora hacen otra cosa distinta a lo que prometen en campaña.

Una tercera, derivada de las anteriores, sería la confianza en su instinto. No poco se forjan una idea de las personas con sólo verlas. De hecho, nuestra cultura política se impregnó durante décadas de símbolos que habían de ser “leídos” e interpretados y donde el “olfato” político jugaba un papel primordial.

Y otra más sería el mero gusto por divertirnos y reírnos de los otros.

Desde hace décadas –siglos incluso– las bromas, las caricaturas, las ironías fueron un desfogue al mundo de solemnidades, acartonamientos y vicisitudes que se vivían. Hoy no es para menos, en medio de la danza de muertos y fosas clandestinas que brotan por todo el país.

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