martes, junio 28, 2011

El IFE, entre HAL 9000 y Terminator

Jorge Fernández Menéndez

Lo que está haciendo el Instituto Federal Electoral en materia de medios y de regulaciones relacionadas con ellos es de una insensatez meridiana. Lo que ocurre con el IFE me recuerda a la película 2001 Odisea del espacio y la inolvidable voz de la computadora HAL 9000 (o si se quiere la mucho más popular Terminator): las computadoras y las máquinas han sido tan perfeccionadas por los seres humanos que terminan teniendo vida propia e intentan construir su propia civilización destruyendo a la humana. El IFE durante años fue construido, perfeccionado y se le han ido dando tantas atribuciones que ahora cree que está por encima de las otras instituciones del Estado pero también de libertades y derechos y de empresas, ciudadanos e incluso partidos.

La reforma de 2007 que tuvo algunos aciertos y muchos capítulos, sobre todo los relacionados con medios y difusión, francamente catastróficos, logró lo que decía que quería evitar: la spotización absoluta de la política. En el 2009 no hubo debate alguno, hubo más spots que nunca en un proceso electoral en radio y televisión, con leyes confusas y de compleja aplicación. Se llegó al ridículo de que el IFE fue incapaz de monitorear lo que sucedía, por la sencilla razón de que eso es imposible como están las cosas. En 2012 habrá más spots, pero el IFE quiere que el tiempo de rotación y de entrega sea aún más corto, que en horas un partido decida cambiar un spot, lo entregue al IFE, éste lo envíe a los medios y los medios tengan que cambiar programación, espacios, tiempos, para cumplir con la publicidad del partido en turno. Pro además, esa propaganda se fragmenta por todos y cada uno de los candidatos de cada partido, no sólo los presidenciales, sino también los aspirantes a senadores y diputados, en el DF a asambleístas y en los estados donde habrá otras elecciones a todos los cargos de elección popular en disputa. Y todo eso se divide en circunscripciones, estados, regiones. Y así se debe operar todo el sistema. Por supuesto todo esto gratuito: los medios no pueden cobrar un peso ni por espacios, ni por la estructura que deben desarrollar para cumplir con estas normas tan peculiares.

Como ha dicho la CIRT ninguna central de medios en el mundo funciona así, ninguna elección en el mundo tiene este sistema kafkiano de difusión. Hay quienes dicen en el IFE que esto es necesario para frenar la publicidad disfrazada en los medios. Puede ser pero lo cierto es que Persisten en el país actitudes de discriminación, denuncian los propios partidos aprobaron (y que en muchos casos no han reglamentado porque saben que no hay forma de hacerlo) un mecanismo inútil que no sirve para un proceso electoral contemporáneo y son los propios partidos y sus candidatos los que están buscando cualquier espacio, por pequeño que sea para impulsar la publicidad que supuestamente no quieren que exista. El problema de fondo es que la legislación y la forma de aplicarla va contra la naturaleza propia de las elecciones. La reforma sirvió para poco, aunque en el camino el IFE haya perdido buena parte de su legitimidad cuando asistió en silencio a su descabezamiento y pérdida de autonomía respecto a los partidos, misma que ahora se refleja en la ausencia de tres consejeros que tendrían que haber sido designados desde noviembre pasado.

Pero la cereza del pastel es la aún pendiente reglamentación del derecho de réplica. Lo que se está planteando en el proyecto de los consejeros Figueroa y Nacif es simplemente de locos, dignos de quienes no tienen la menor idea de lo que es trabajar en un medio de comunicación ni tampoco para qué sirven los medios. Si cada vez que se opine, se informe o se critique a un candidato o partido y éstos consideren que esa opinión, información o crítica es infundada, se le tendrá que abrir obligatoriamente un espacio, lo que tendremos será el show del candidato.

En ninguna democracia el derecho de réplica se aplica de una forma tan ligera como lo pretenden los consejeros del IFE. No se puede partir simplemente de que cualquier candidato se “sienta” vulnerado en sus derechos, sino de hechos objetivos, de datos duros, de calumnias, definidas ya legalmente como tales. Si un comunicador o un medio no puede tener la libertad para opinar a favor o en contra de un candidato, si no puede exhibir los logros y sobre todo las miserias de otros ¿para qué se hace periodismo? ¿En qué quieren convertir a los medios los miembros del IFE? ¿En una suerte de oficialía de partes entre los partidos? Pues si creen eso, que lo hagan otros. Los medios y comunicadores serios, o quienes así nos consideramos, estamos para informar, cuestionar, opinar, denunciar, si al IFE no le gusta es su problema.

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