martes, junio 28, 2011

Desconfían de Calderón

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

El disco rayado de Felipe Calderón de que en México todo lo anterior a la alternancia, a la probidad y eficiencia de Acción Nacional, fue el infierno, aparece cada día menos creíble. Su deporte favorito de colocar al PRI en el anathema sit bíblico, dejará de divertirlo.

Inmersos en combatir las consecuencias de su insensata guerra armada -las hay de ideas, de inteligencia, de investigación-, en la necesidad de evaluar y darle una verdadera dimensión al costo humano, social y económico de la violencia, los mexicanos se condujeron como nuevos ricos, al decidir cuidar los centavos, descuidar los pesos y dejarse marear por una propaganda política insostenible en cifras, en verdades. Es la única, la auténtica razón por la cual evadió todo compromiso el 23 de junio último en el alcázar de Chapultepec. Jueves de Corpus, para más señas: de nueva cuenta la sociedad despreciada por el avasallamiento del poder.

El presidente de la República no quiere una comisión de la verdad, porque ésta lo vestiría con el traje del emperador. Su actitud recuerda la perfecta actuación de Jack Nicholson en Few good men, en la que interpreta a un general que debe defender los secretos del procedimiento por el cual los marines se mantienen como cuerpo de élite, hasta que el abogado de la defensa lo acorrala, le exige la verdad, y Nicholson, investido de su personaje, iracundo, responde: ¡You can’t handle the trouth! Efectivamente, consideran que los mexicanos no pueden conocer ni manejar la verdad.

Pero ese derecho a la verdad esgrimido por Javier Sicilia existe, está vigente, aunque los gobiernos panistas no quieran aplicarlo, porque entonces los mexicanos podrían conocer con amplitud, como lo informa el Banco de México, que sus paisanos con mayor capacidad económica enviaron más de 93 mil millones de dólares al exterior durante el gobierno en curso, para ser depositados en bancos como inversión directa o para su colocación en otros activos en diversos países. La fuga de capitales, entonces, continúa.

Enterarse también, de que el envío de recursos al exterior significó que 94 de cada 100 dólares que ingresaron a México por las remesas, volvieron a salir del país en el mismo periodo. El monto de las remesas fue de 98 mil 801.6 millones de dólares en los 17 trimestres transcurridos entre 2007 y 2011.

La realidad de la exportación de capitales durante esta administración, es 436.5 por ciento superior a la registrada en un periodo similar del primer gobierno surgido del Partido Acción Nacional.

¿Qué motiva la exportación de capitales? No le den vuelta, no se hagan bolas, los dueños del dinero, los que mandan, los que verdaderamente gobiernan desconfían del actual gobierno, de ese administrador nombrado por ellos mismos, para responsabilizarlo de cuidar de sus intereses; llevan sus ganancias fuera del país, porque consideran que el presidente de la República en el que en un inicio confiaron, no les ha dado resultado.

Las cifras son elocuentes. En el cuarto trimestre de 2010 se registró en los anales del Banco de México el mayor envío de divisas al exterior hecho por mexicanos. De octubre a diciembre del año pasado salieron 14 mil 437.9 millones de dólares; 96 por ciento de esa cantidad fue depositada en bancos del exterior; el resto, se destinó a comprar o ampliar empresas fuera del país.

Por el contrario, la reserva internacional de divisas tuvo un incremento neto de 55 mil 28.6 millones de dólares, aportados principalmente por los inversionistas extranjeros que han comprado bonos de la deuda interna del gobierno federal.

Lo anterior refiere al conocimiento que Bernhard Torsvan tenía de la codicia de los hombres, de México y los mexicanos. Lo que hoy ocurre está reflejado en una de sus grandes novelas; me permito transcribir al lector una reflexión y un diálogo en el que los actores se refieren, ¡claro!, e este país y sus habitantes.

-Se equivoca usted, mi querido Mr. Abner. Se equivoca usted totalmente. El indio ese, como usted se lo imagina, no posee un centavo, diez pesos constituyen una fortuna para él, está lleno de piojos, nunca se lava la cara, y como único instrumento de caza y pesca cuenta con un arpón. Así es él. Se complace en que toda la gente de su rancho ande desnuda, tanto hombres como mujeres, si bien las mujeres solo llevan descubierta la parte superior del cuerpo. Por ahí juzgará usted la clase de gente que son. Se me ha dicho que el propietario está casi idiota y que varias veces ha estado a punto de ser internado en un manicomio. La dificultad consiste en que lo respaldan políticos influyentes que lo han salvado de la casa de locos. Un barril de aguardiente para él y dos mil pesos para el alcalde del pueblo más cercano habrían bastado, si aquellos sinvergüenzas no hubieran hecho una especie de revolución que encumbró a ciertos generales, quienes, a fin de conservarse en el poder, propusieron y adoptaron una nueva constitución que reclama todo el petróleo para su país. Pero hechos comprobados demuestran, sin embargo, que ellos desean todo el petróleo y todos los ingresos que de éste y los minerales derivan, para sí, para los políticos encumbrados por la revolución y gracias a ella convertidos en amos y señores de la llamada república.

-En estas condiciones, Mr. Collins, existen muy pocas esperanzas de que podamos lograr algo efectivo, a pesar de los esfuerzos que hagamos. ¿No es eso lo que quiere usted decir, Mr. Collins?

-Sí y no. El hecho es que allá todavía es posible comprar y vender la tierra. También diariamente se hacen nuevas concesiones para la explotación de la riqueza común. Así, pues, verá usted que todavía podemos comprar el lugar a pesar de esa nueva constitución de la que tanto hablan. Porque esa constitución carece de fuerza y nunca la tendrá, porque aquel país necesita de nuestro dinero, y tanto su pueblo como su gobierno prefieren vivir del que tenemos que pagarles en forma de elevados impuestos, a ganar un centavo por su propio esfuerzo, porque ignoran e ignorarán siempre lo que un día de trabajo significa.


Puede parecer al lector una percepción, una perspectiva retro de la imagen que en Estados Unidos se tiene del gobierno de la República Mexicana y de los mexicanos, pero, si así lo consideran, piensen y pregúntense, con todo detenimiento, en qué ha cambiado la actitud de buena parte de la sociedad y de su gobierno, que entusiasmados por el ensueño, el muy breve ensueño de la época de la abundancia, prefirieron incursionar en el mundo de espejos de la bolsa, con el que decidieron sustituir a la banca y los servicios financieros.

Nada ha cambiado desde entonces, y el PAN nada ha intentado modificar, porque así conviene a sus intereses políticos, dígalo si no el último desatino de Ernesto Cordero, quien con desparpajo y sin ápice de vergüenza, sostiene que en México se vice mejor que en China. ¿So waht? También se vive mejor que en Haití, en Nicaragua y muchos otros países; lo que se necesita es que los mexicanos puedan vivir mejor en la realidad, y no en las cifras, pero el presidente Calderón, en quien ya no confían, dice que todo está muy bien. ¡Qué bueno!

No hay comentarios: