jueves, mayo 19, 2011

Narcocorridos en Sinaloa: Las balas matan, con o sin música

Paulina Herrera especial para RMX

Allá en Sinaloa, la música es ley. Lo sabe la Banda el Recodo, Los Tigres del Norte y más recientemente Espinoza Paz y el sobreviviente Gerardo Ortiz; pero esta ley sufre un altercado: El gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez (Malova), ha prohibido "la difusión de canciones que hacen referencia al narcotráfico" amenazando con "la cancelación de permisos y licencias de venta y consumo de alcohol" a todos los lugares en donde se dejen escuchar grabados o en vivo, los llamados "narco corridos".

¿Qué criterio utilizará Malova para cerrar cantinas y multar a chirrines?

El pretexto es el narco corrido, pero aun así, el espectro es bastante amplio, sobre todo cuando Sinaloa es la mata de la música regional mexicana que se escucha aquí y en China, con ventas superiores a cualquier mariachi o popero mexicano, y llenando plazas que ningún rockero, clásico o cumbianchero puede llenar.

Malova asegura en un comunicado de prensa, que la medida de prohibir la difusión de canciones que hacen referencia al narcotráfico es para evitar que surjan "ídolos de oropel" y se haga "apología del delito" mediante la música.

Pobre Malova ¿No ha escuchado a Contrabando y Traición con Los Tigres del Norte? ¿Narco corrido en 1973? ¿Dónde andaba Malova cuando El Gallo de San Juan, Manuel Salcido Uzeta, traía las navajas puestas? Por las dudas, Salcido no era de oropel.

Malova piensa y argumenta que "ante la evidencia de que muchos actos violentos, escenificados en discotecas se asocian al 'Movimiento Alterado', se adecuará el reglamento para no permitir dicho género en bares locales".

Entonces, no confunda ni a los géneros ni a los protagónicos. "El movimiento alterado" nada tiene que ver con la cultura musical sinaloense, ni siquiera con un narco corrido, porque como tal, surgió en Burbank, California, del genio y figura de los cuates Valenzuela, egresados de la prestigiada Escuela de Música de la Universidad del Sur de California en Northridge y no cuenta una historia (como los corridos), describe la tarea de un oficio de moda: sicario.

Así es que señor gobernador, platique con los Cuates y deje de perseguir la estampa musical sinaloense y no le de más preocupaciones a los concesionarios de permisos de alcoholes y a los empleados y a las familias de los empleados que dependen de ellos.
Por si las dudas, aquí están sus cuentas pendientes:

Estadísticas de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Sinaloa, establecen que desde que inició el sexenio de Mario López Valdez, en enero pasado, hasta el 17 de abril, se han cometido 588 asesinatos (y contando).

Con o sin música, señor gobernador, las balas matan.

¿Por qué no se busca otra excusa?

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