martes, mayo 31, 2011

Mexicana en el suelo

Mexicana en el suelo
Extranjerizar las rutas
El mito (tero) de Poiré

Carlos Fernández-Vega / México SA


El caso de Mexicana de Aviación se suma al de por sí abultado inventario de fracasos del calderonato. De plano no da una, y pretende solucionar el problema a golpe de discursos, como en tantos otros asuntos delicados. La aerolínea permanece en el suelo (en todos los sentidos) y han sido alrededor de 8 mil trabajadores los que han cubierto directamente la factura, aunque el resto de los habitantes de este país no quedan exentos del pago, toda vez que hay recursos públicos involucrados en todo esto.

Sin embargo, lo que para algunos es un sonado fracaso del gobierno calderonista, para otros no es más que el colofón de lo que se veía venir tras la enésima privatización de Mexicana de Aviación en diciembre de 2005 (cortesía de Vicente Fox), es decir, la extranjerización de las aerolíneas nacionales, posibilidad que, si bien fue denunciada desde principios de 2006, parece concretarse a escasos meses del cambio de gobierno (como algunos llaman al procedimiento de quitar a un gerente para poner a otro peor). Y la señal de alerta se encendió al momento de conocerse el beneficiario de la decisión: el empresario hotelero Gastón Azcárraga, el mismo que junto con sus hermanos quebró la aerolínea en 1994 y pasó la factura a los mexicanos, vía Fobaproa. En aquella ocasión, como en agosto de 2010, cuando la volvió a reventar, a este impune hombre de negocios no se le tocó un pelo, por decisión gubernamental.

La historia del circuito estatización-privatización-reestatización-reprivatización de las líneas aéreas nacionales parece perpetuo, y en él han participado muchos gerentes de Los Pinos y prominentes hombres de negocios, que entre sus más finas habilidades cuentan la de financiar candidatos y sus campañas electorales, especialmente las presidenciales, como el propio Azcárraga Andrade, de allí que si algo sobresale en dicho circuito es la impunidad y el creciente costo para el erario.

Cinco años atrás, en la Cámara de Diputados se denunció que la industria aérea nacional está en riesgo de pasar a manos de extranjeros, principalmente españoles, gracias a prestanombres mexicanos y a autoridades que limpian y sanean las aerolíneas para venderlas sin compromisos laborales, es decir, el mismo mecanismo aplicado en los 18 bancos privatizados en el sexenio de Carlos Salinas, rescatados y saneados en el siguiente y extranjerizados en las administraciones de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, hasta que 90 por ciento del sistema bancario quedó en manos foráneas.

Sirva lo anterior para dar contexto a la denuncia de la Confederación Nacional Turística, presidida por Manuel Torruco: la salida de Mexicana de Aviación provocó pérdidas económicas a las aerolíneas nacionales por 100 millones de dólares, pues las compañías extranjeras acapararon gran parte del mercado abandonado por la línea aérea entre septiembre de 2010 y marzo de 2011. Unas siete compañías extranjeras captaron 65 por ciento de los pasajeros dejados por Mexicana. Las compañías nacionales sólo cubrieron 25 por ciento. En un lapso de siete meses que siguió a la cancelación de vuelos, en agosto pasado, unos 2.6 millones de pasajeros en vuelos internacionales habrían sido afectados. De ese total, Aeroméxico contribuyó a recuperar 18.8 por ciento de mercado, Volaris 6.1 por ciento y VivaAerobus apenas 0.3 por ciento, pero compañías extranjeras, sobre todo estadunidenses, como Delta Airlines, Continental Airlines, West Jet, United Airlines, Sunwing, Alaska Airlines y US Air, recuperaron 65 por ciento. La cancelación de operaciones representó una reducción de 107 mil 884 vuelos y 6 millones 653 mil pasajeros (La Jornada, Julio Reyna Quiroz).

Desde agosto pasado, cuando oficialmente la aerolínea reventó (previo saqueo, a la vista de todos, por parte de Azcárraga y socios), Javier Lozano, el supuesto secretario del Trabajo, anunció alegremente en no menos de nueve ocasiones distintas que Mexicana de Aviación en breve volverá a volar, mientras que, paralelamente, avalaba mutilación tras mutilación de los derechos contractuales de los trabajadores y la reducción, a su mínima expresión, de la plantilla laboral. De las secretarías de Comunicaciones y Transportes, en ese entonces a cargo del inefable Juan Molinar Horcasitas y ahora de Dionisio Pérez Jácome, y de Hacienda, con el Cordero del señor al frente, todos los días se promete que no habrá recursos públicos comprometidos en este caso, no habrá rescate, aunque poco antes el Bancomext había otorgado un crédito al empresario Azcárraga cercano a mil millones de pesos, que no ha regresado a las arcas nacionales. Por si fuera poco, a los susodichos se les olvidó certificar la capacidad financiera real, no de saliva, de los supuestos inversionistas interesados en comprar la empresa. Todo igual de falso que las promesas de Calderón.

No y mil veces no dijeron al uso de recursos públicos en el salvamento de Mexicana de Aviación, pero como buenos funcionarios del calderonato han sido rotundamente desmentidos. Ayer, en un mitin realizado en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, trabajadores de Mexicana de Aviación exigieron la requisa inmediata de la empresa y una investigación sobre los 4 mil 500 millones de pesos que el gobierno federal le entregó a este consorcio. El secretario general del SNTTASS, Miguel Angel Yúdico, denunció lo anterior y subrayó que tras nueve meses del cierre de la aerolínea, pareciera que existen intereses de autoridades y particulares de que continúe cerrada, porque no se decreta la requisa como debiera ocurrir, por tratarse de una concesión. Además de los 8 mil trabajadores directos de Mexicana (que acumulan diez meses, cuando menos, sin cobrar su salario), hay al menos 200 mil familias que dependen indirectamente de la aerolínea, cuyo servicio debería garantizar el gobierno federal (El Universal).

La extranjerización en el horno y la mesa puesta, con el chef Calderón y los meseros Lozano y Pérez Jácome al servicio del patrón.

Las rebanadas del pastel

Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad Pública, obtuvo ayer el Premio Mitos Geniales que otorga la fundación Pedro Aspe. Se lo ganó a pulso, pues dice el ínclito funcionario que es un mito que el uso de la fuerza policiaca y militar sea el único componente de una estrategia integral de seguridad. Es un mito que el gobierno carezca de un plan contra el crimen, y lo es también que el gobierno piense que las balas son la única herramienta empleada para garantizar la seguridad. Puro mito, pues, y los resultados lo comprueban. Eso sí, le faltó decir que el verdadero mito, sin comillas, es aquel de vamos ganando la guerra.

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