martes, abril 05, 2011

La boca seca

Francisco Rodríguez / Índice Político

Una, dos, tres, hasta cuatro veces el señor Felipe Calderón bebió agua del vaso que tenía a la mano. Leía, no sin dificultad, un breve texto en el que confirmaba la muy publicitada renuncia de quien hasta esas horas ocupara la titularidad de la Procuraduría General de la República, para anunciar inmediatamente después el controvertido nombramiento de la señora Marisela Morales en esa posición.

Tenía la boca seca. No salivaba. Y ello le dificultaba pronunciar correctamente las palabras que leía.

¿Alguna enfermedad, como el Parkinson o Hodgkin? ¿Ingesta de algún medicamento, como analgésicos, descongestivos, diuréticos, ansiolíticos o antidepresivos? ¿Exceso de bebidas, como el café? ¿Algún susto? ¿Un coraje?

Todo lo anterior, de acuerdo a expertos, provoca la disminución o hasta ausencia de salivación.

Pero el señor Calderón se observa más o menos sano, por lo cual sus médicos no deben administrarle medicamentos. Su oficina nos ha dicho, no ha mucho, que no abusa de las bebidas, como el café. Tampoco se ve impresionable, como para que algo le asuste; ya se ve cual valerosamente encabeza su guerra, siempre rodeado de impresionantes operativos militares. Debió ser por un coraje, entonces, que el último jueves al medio día apareció ante los medios con la boca seca.

Razones hubo la semana anterior para que nuestro personaje se enmuinara. Actores políticos nacionales y hasta extranjeros acercaron su fuego y encendieron su ya muy conocida mecha corta.

Primero que ninguno, el nuevo dirigente formal de los priístas quien ya le tomó la medida al citar cada ocasión que él juzga oportuna cómo es que durante la fallida gestión de Calderón –sin desdeñar los seis años de Fox–, el número de pobres en nuestro país ha crecido exponencialmente. Tal enoja mucho al michoacano, le reseca la boca, y él mismo da respuestas encorajinadas al coahuilense Humberto Moreira, ante el fracaso que en ese tenor han experimentado sus dependientes Heriberto Félix, ocupante de Desarrollo Social, y Gustavo Madero, su malquerido dirigente en la dirigencia panista. Ninguno de ambos ha atinado a desviar, con hechos, los dardos –cargados con el veneno de la verdad– del presidente del CEN priísta.

Lo enojó la víspera del jueves, que Cecilia Romero, la segunda de a bordo en el organigrama del PAN, saliera a “balconearlo” metiendo pies y manos en el proceso electoral del Estado de México, para las que Calderón insiste en presentarse de la mano de los impresentables “chuchos” perredistas. Tantos huesos y croquetas que ha “invertido” en los Ortega, Zambrano, Navarrete y demás fauna sinvergüenza para que, traidores, ahora le reditúen en traiciones… Vaya, pues, que debió estar muino el esposo de Margarita Zavala, con las infidencias de la responsable de desapariciones, secuestros y asesinatos de migrantes a su paso por la dirección del INM.

A Calderón se le enciende la mecha cada ocasión en la que desde algún lugar de Estados Unidos se cuestiona su guerra contra el narco. Peor cuando instancias multinacionales lo hacen desde aquí. Por tal, encrespado debió estar Calderón al conocer que minutos antes de su alocución con la boca seca, el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o involuntarias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentaba sus sugerencias para que el ocupante de Los Pinos retire, en el corto plazo, al Ejército en las labores de seguridad pública, pues esta institución ha sido señalada como responsable de cometer incontables ilícitos de esa naturaleza. ¡Cómo se les ocurre –debió pensar, encolerizado–, que tras dos semanas en nuestro país puedan venir a decirle que su guerra es un fracaso y que ha sido contraproducente!

Y luego vendría Fox –aunque de la reacción posterior de Calderón ya no tengamos registro–, a encaramarse a esa “sugerencia” de la ONU…

Con la boca seca.

Tendremos a un Calderón sin salivar, con la mecha permanentemente en on unos largos meses, todavía.

Porque, de que se enoja, se enoja.

Y nosotros también, ¿o no?

Índice Flamígero: Dice el punto noveno del Acuerdo firmado hace unos días por los medios de comunicación encabezados por Televisa: “En caso de que algún reportero o medio de comunicación sufra amenazas y acciones de la delincuencia organizada para influir en su línea editorial y contenido informativo, los demás medios debemos solidarizarnos en contra de estas presiones, pero en los términos que mejor le convengan al reportero o al medio afectado.” Tal no se ha visto en el caso de Javier Sicilia, colaborador de Proceso y La Jornada, por el artero asesinato de su hijo Juan Francisco, con otras seis personas, en el fatídico estado de Morelos. Vaya para él, desde este espacio, un abrazo solidario.

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