miércoles, abril 13, 2011

Cochinadas priistas

Martha Anaya / Crónica de Política

Esos del “nuevo PRI”, comenzando por Miguel Osorio Chong –ínclito amigo de Enrique Peña Nieto– y el “nuevo” gobernador de Hidalgo, José Francisco Olvera, no dejan de recordarnos por qué tantos mexicanos se hastiaron del priismo y los sacaron de Los Pinos en el 2000.

Por lo que se ve, no sólo no les pareció suficiente el cochinero que hicieron durante la campaña para la gubernatura en su intención de “aplastar” a la candidata de la alianza PAN-PRD, Xóchitl Gálvez; sino que ahora salieron con una clásica marrullada para evitar su registro rumbo a la contienda por la alcaldía de Pachuca.

Resulta que Xóchitl Gálvez solicitó el 26 de febrero pasado –todavía con Osorio Chong al frente del gobierno—su constancia de residencia en la bella airosa.

No le contestaron.

Insistió.

Siguieron sin responderle.

Unos días antes de la toma de posesión de Francisco Olvera, éste invitó a Xóchitl a platicar. Ella aceptó conversar. En ese encuentro, la hidalguense le pasó a Olvera algunos de los pendientes y proyectos que traía en cartera. El gobernador electo los acogió.

Parecían nuevos tiempos, una bocanada de aire fresco sobre los viejos y sucios modos de hacer política. Poco, muy poco duró.

Xóchitl Gálvez volvió a solicitar su constancia de residencia. Y sí, el 25 de marzo le entregaron una constancia, pero venía incompleta: no traía los años de residencia.

La ex candidata a la gubernatura volvió de nuevo a solicitar su constancia.

Le salieron con que no podían entregársela, que había “un nuevo método” para verificar los años de residencia.

Los tiempos del PAN para el registro de sus precandidatos estaba ya a punto de cerrarse (hoy) y Gálvez seguía sin recibir su constancia de residencia.

Xóchitl habló con Olvera. Le preguntó si impugnaría (el PRI) su constancia de residencia.

“Me soltó un choro”, cuenta la hidalguense por lo que previó que, efectivamente, sí impugnarían su residencia. Se veía de nuevo peleando ante tribunales. Y eso, nos diría, “ya no se me antoja; ese estilito tortuoso me cae por media”.

Todavía el lunes buscó la entrega de su constancia de residencia.

Imposible.

Así que por la noche, en su reunión con los panistas, les dijo que no se registraría como precandidata a la alcaldía de Pachuca porque no había logrado que le entregaran su constancia de residencia, requisito primordial para poder contender.

Declinó y acordó con la dirigencia panista que la candidata fuera la diputada Gloria Romero.

Xóchitl Gálvez hizo pública su declinación. Incluso en su cuenta de twitter escribió: “al no obtener mi constancia de residencia, que solicité desde el 26 de febrero, he tomado la decisión de NO competir por la alcaldía de Pachuca”.

Y esta mañana, martes 12, ya cuando todo marchaba en ese sentido –Gloria incluso había ya invitado a la gente a su registro–, la presidenta municipal de Pachuca, la priista Geraldina García Gordillo, la llamó por teléfono para informarle que ya estaba su constancia.

Xóchitl la mandó al diablo.

“Ya no podía hacer nada –nos dice Gálvez–, no se valía decirle a Gloria que iba para atrás su registro cuando estaba a unas horas de registrarse. Yo no hago esas porquerías”.

Y así quedó fuera de la contienda. Y en cuanto a su constancia de residencia –que por cierto ya subió el gobierno del estado a internet para tratar de lavarse la cara–, Xóchitl Gálvez hoy simplemente suelta muy a su estilo: “¡Que se la metan por el fundillo!”

De toda esta historia no queda sino agradecer algo al nuevo PRI: Que nos recuerden una y otra vez las cochinadas que solían hacer –y que aún practican—para que no se nos olvide por qué los sacaron del poder.

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