jueves, marzo 10, 2011

AMLO, 11 años en campaña

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Recuerdo con extrañeza las visitas de Marcelo Ebrard a mi oficina, sus invitaciones a comer; más extrañeza todavía causó su opinión acerba sobre el proceder y el decir del recién estrenado jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. Después fue el azoro, el pasmo, cuando aceptó convertirse en Secretario de Seguridad Pública. Lo que hace el desempleo, pensé.

Hoy, Ebrard compite contra quien lo resucitó, pero además va en sentido contrario de todo lo que prometió hacer con tal de que lo reintegraran a la actividad política. Apuesta ya por la privatización del agua, de idéntica manera a como induce la de las vías de comunicación en ciertas áreas de la ciudad, mientras la seguridad pública deja de serlo para convertir a esta ciudad en una sin ley.

En medio de lo que actualmente ocurre en México, al margen del desgaste padecido por quienes son responsables de la seguridad pública y del gobierno, Andrés Manuel López Obrador aparece renovado sin importar los 11 años que lleva en campaña; en reunión con un sector de los dueños del dinero, que al parecer también son los del verdadero, auténtico poder, afirma que, de ganar las elecciones en 2012, su gobierno revisará 'todas las concesiones' de explotación del espectro radioeléctrico y de fibra óptica, 'pero no vamos a expropiar, no va a haber persecución, porque lo que queremos es que haya competencia. Que si (Carlos) Slim quiere, pueda tener su propio canal de televisión'.

Apuntó con énfasis, creyendo él mismo su dicho: 'Que Slim tenga un canal, pero como cualquiera de ustedes. Y que si Azcárraga o Salinas se quieren meter al negocio de la telefonía, que entren. Es decir, abrir todo lo que se pueda, y no a los monopolios'.

La nota de La Jornada refiere que López Obrador expuso que en un gobierno democrático tendrían que revisarse 'muchas cosas, porque al paso que van, ya no habrá instrumentos del Estado. Revisar todas las concesiones; tampoco podemos engañar y vale más decirle a la gente lo que es. Por ejemplo, cómo están las concesiones a empresas privadas en la industria eléctrica, que están vigentes hasta 2041'.

Allí está. Esa manía porque su proyecto permanezca, porque dure al menos lo que se propone, si no mil años como lo deseó Adolfo Hitler, si hasta el 2041, que no es decir poco, porque para entonces Andrés Manuel y muchos más estaremos muertos; esa pretensión casi totalitaria les impide ver con claridad, hacer una propuesta sensata de gobierno, que al menos ponga orden, que es lo que más necesita este país.

La crónica del reportero de La Jornada recupera dos declaraciones esenciales para conocer si estamos o no frente a un nuevo proyecto para México. “A la pregunta sobre cómo haría para que los empresarios cumplan y paguen impuestos, 'y no vuelvan a decir que es usted un peligro para México', como ocurrió en 2006, López Obrador explicó que si bien el 20 de marzo presentará en el Auditorio Nacional su nuevo proyecto alternativo de nación, se simplificaría la tributación a partir de la premisa de la confianza en el contribuyente. Esto es, detalló, que anualmente las personas físicas y morales presenten su declaración reportando sus ingresos y, con base en las leyes impositivas, paguen sus contribuciones respectivas. 'Que se le dé al ciudadano el beneficio de la duda, que no se le considere como delincuente en potencia. Se haría un llamado a que todos hagamos lo que nos corresponde, y con una fiscalización con sorteo. Eso sí, al que cometa fraude, la aplicación estricta de la ley sin contemplación', puntualizó”.

En cuanto al crimen organizado, López Obrador dice tener un buen diagnóstico, lo que le faltó a Felipe Calderón antes de 'darle un garrotazo al avispero a lo tonto; no voy a tener de jefe de la policía a Genaro García Luna, que por sus montajes es para que lo hubiera corrido Calderón, pero no, porque ahí hay complicidades de otro tipo.

Al preguntársele si se comportaría como Hugo Chávez o Luiz Inacio Lula da Silva, respondió: 'Sería como cuando estuve de jefe de Gobierno. Infórmese cómo fue mi relación con el sector empresarial: respetuosa. Creamos condiciones, se dieron estímulos fiscales, se rescató el Centro Histórico y por cada peso que nosotros invertimos los empresarios pusieron noventa y nueve”.

Luego de enterarme de lo anterior, viene la reprimenda de mi guía filosófico, mi gurú espiritual, quien me reconviene y dice: “Políticos y publicistas han entendido que el resorte del gobierno democrático -¿puede incluso que la esencia de lo político?- consistía en considerar la estupidez general como un hecho asumido: '¡Tu imbecilidad y tu resentimiento nos interesan!' Detrás de lo cual se perfila un discurso todavía más hipócrita: '¡Tus derechos, tu miseria, tu libertad nos interesan!' Los espíritus democráticos han sido domesticados para tragarse todos los sapos, los escándalos, las mentiras, las intoxicaciones, la miseria, y para blanquearlos ellos mismos. Detrás del interés condescendiente sigue perfilándose la cara voraz del vampiro”.

Pueden no creerlo, pero vean las estadísticas, consúltenlas, entérense de cuánto ha crecido la pobreza alimentaria, y luego pongan atención al discurso político, a los “spots” que nada dicen y a nada comprometen, sino a gastar las asignaciones que por ley les corresponden y con dinero fiscal se pagan.

Esta es la democracia que hemos construido.

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