lunes, febrero 21, 2011

Patria pobre, pero honesta

Francisco Rodríguez / Índice Político

¿Escuchó usted a Felipe Calderón autoconmiserándose? ¿Decir algo así como que la Patria calderoniana es pobre, pero honesta? Y que por tal “razón” no va a permitir que se abuse de ella.

¿Lo oyó o, cuando menos lo leyó?

A mí, la verdad, tal perorata me sonó similar a la que hubiese pronunciado una joven celosa guardiana de sus virtudes, ante el asedio de un gigoló que, además, ¡es francés!

Un rufián que, por si fuera poco, le estuviese –¡Sacré Bleu!– pidiendo realizar actos contra natura.

Dijo el ocupante de Los Pinos en entrevista televisada –en la que por vez primera se refirió a su diferendo con el gobierno de Nicolás Sarkozy– que se equivocan quienes piensan que porque México es un país en desarrollo y con carencias “se va a dejar”.

Pobre, pero honesta la Patria calderoniana.

Manipuladora, además.

Ha conseguido que bajo esta consigna patriotera los partidos que más o menos se le oponen “se alinien por la derecha”.

No extraña de los “Chuchos” pues, prácticamente, son sus dependientes.

Tampoco de ese PRI todavía encabezado por su comadre Beatriz.

Sí es insólito, en cambio, que aquél que no ha querido que los capten juntos en una fotografía, el ínclito Marcelo Ebrard, haya decidido que dos trajineras xochimilcas no navegaran por el Sena, sumándose en automático a la cancelación de los festejos del año de México en Francia, decretado por Calderón.

Y junto a los actores políticos, la tradicional fauna de acompañamiento desde los medios de comunicación. Comentaristas, opinadores, y hasta reporteros, como la de una cadena radiofónica que el viernes se lamentaba: “El Sena se quedó con las ganas de que dos trajineras…” El Sena también debe reclamarle a Sarkozy.

La Patria calderoniana protege así, manipulando, escondiendo información, a su cortesano favorito. A quien se ha distinguido por sus montajes mediáticos y a quien así se le cierran las puertas de Europa, cuando empiece a huir en diciembre de 2006… o aún antes, si la diosa Alea favorece a los mexicanos.

¿Dónde se va a refugiar Genaro García Luna al término de este malhadado sexenio?

¿Qué país lo querrá como habitante o visitante siquiera, cuando aquí se le juzgue por crímenes de lesa humanidad? ¿Alguno le daría asilo?

¿Qué nación se solidarizará con la pobre, pero honesta Patria calderoniana a la que no puede seducir el malévolo francés?

Un truhán al que la pobre, pero honesta Patria calderoniana le dio alas, como por ahí se dice al coqueteo.

Y no sólo por la carta que el ocupante de Los Pinos dirigiera al inquilino del Palacio del Eliseo en la que se compromete a analizar la posibilidad de aplicar los Tratados de Estrasburgo –firmados por él en 2007– en el caso de la ciudadana francesa Florence Cassez, incluso por haber comprometido tal posibilidad a las deliberaciones de un comité binacional de expertos.

¿Cuáles fueron los resultados de esa comisión?

Pero, antes, ¿quiénes fueron “los expertos” que la integraron?

Nadie sabe. No conocemos los nombres ni de quienes, por Francia, tenían como misión el entregar conclusiones al respecto. De los mexicanos, menos.

Lo peor es que, antes que la comisión llegara a terminar su informe con las conclusiones, Calderón se adelantó y, a través de la televisión encadenada –que no es lo mismo que una cadena nacional de televisión– anunció que no iba a mandar a Cassez a Francia.

O sea que, esto de las comisiones como bien se sabe, fue pura finta. El clásico “si no quieres resolver un problema, crea una comisión”.

Patria pobre, pero honesta.

¡Pobre Patria!

Índice Flamígero: Las palabras que surgen desde Los Pinos son sagradas. Es cierto. Nunca de los nuncas ahí se ha empleado la palabra “guerra” para definir la lucha por nuestra seguridad ante los malandrines. También es cierto que Calderón nunca aceptó formar una comisión bilateral para estudiar el caso de la primera actriz –en el montaje garcialunático– Florence Cassez. Como verdad irrefutable es que el ocupante de Los Pinos jamás envió ninguna carta compromiso a Nicolás Sarkozy. Y sí, nunca ha dicho “guerra”…

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