martes, octubre 26, 2010

Guevos-al-Gusto


© Santiago ROEL, Apuntes Históricos de Nuevo León, (Monterrey: Imprenta El Bachiller) 1961. En la Biblioteca de University of Texas en Austin existen alrededor de 1,600 hojas manuscritas de Fray Servando.

EN UN EXTENSO MANUSCRITO, de puño y letra del Padre Mier, que existe en la Biblioteca de la Universidad de Texas, titulado «Manifiesto Apologético,» dice que abrazó la carrera eclesiástica por un voto imprudente hecho en su niñez; y hablando de su carácter, él mismo se expresa así… “les ruego pregunten á cuántos me han tratado de cerca y sabrán que el origen principal de una vida llena de desgracias es mi candor y la sencillez de un niño. En vano mis amigos, me han exhortado a tener, decían un poco de picardía cristiana… Yo desafío á ser mi enemigo á quien llegare á conocerme. Vería que la acrimonia de mis discursos proviene de la ingenuidad con que no acierto a disfrazar la verdad, y aun me sorprendo de haber ofendido en ella. Hay en mis escritos, también cierta hipocresía de cólera, porque no está en mis manos escribir sin vehemencia. Mi imaginación es fuego, pero mi corazón está sobre la región de los truenos.”

El juicio que de Fray Servando se había formado la Inquisición, después de tenerlo tres años en las cárceles secretas, lo encontramos en un oficio que aquel tribunal dirigió al Virrey: Dice así en la parte relativa…

“Fray Servando, es el hombre más perjudicial, y temible que este Reyno de cuantos se han conocido. Es de carácter altivo, soberbio y presuntuoso. Posee una instrucción muy vasta en la mala Literatura. Es de genio duro, vivo y audaz. Su talento no común, y logra además una gran facilidad para producirse. Su corazón está tan corrompido que lejos de haber manifestado en el tiempo de su prisión alguna variación de ideas; no hemos recibido, sino pruebas, constantes de una lastimosa obstinación. Aún conserva un ánimo inflexible, y un Espíritu tranquilo, y superior a sus desgracias. — En una palabra, este religioso aborrece de corazón al Rey lo mismo que a las Cortes, y a todo Gobierno legítimo. — No respeta, ni la Silla Apostólica, ni a los Católicos, ni a los Concilios. Su fuerte pasión dominante es la Independencia revolucionaria, que desgraciadamente ha inspirado, y fomentado en ambas Américas por medio de sus escritos llenos de ponzoña y veneno…”

Después de la Independencia fue nombrado Diputado por el Nuevo Reyno de León al Primer Congreso Nacional y, luchó sin descanso por el régimen republicano hasta conquistarse una nueva prisión ordenada por Iturbide, sufriendo su tercer proceso y llegando a estar en calabozo que llamaban «del olvido», nombre que indicaba claramente su objeto. Luego estuvo en la cárcel de la Inquisición, y el 11 de febrero de 1823, cuando se pronunció la guarnición de México, fue puesto en libertad.

Fray Servando nació en Monterrey el 18 de octubre de 1763, siendo sus padres D. Joaquín Mier y Noriega y D. Antonia Guerra. Hizo sus primeros estudios en la capital del Nuevo Reyno de León y a sus 27 años se graduó en el Colegio de Dominicos, en México.
Seis años después, comisionado por el Ayuntamiento de la Cd. de México, pronunció en la Colegiata un sermón en honor a la Virgen de Guadalupe. Sus enemigos se aprovecharon de la novedad de conceptos que contenía aquella pieza oratoria y, pretextando que en ella se negaba la aparición dela Virgen, lo mandaron procesar, encarcelándolo desde luego. Condenado a diez años de reclusión, en un convento apartado de España comenzó su vida de prisiones, fugas, humillaciones, tormentos, hambres y miserias que habrían de perseguirlo durante 27 años.

En Londres escribió y publicó su más notable producción, titulándola «Historia de la Revolución de la Nueva España», con el seudónimo José Guerra, su primer nombre y su apellido materno. Este libro le valió el nombramiento del Instituto Nacional de Francia, y su lectura hizo que Fernando VII removiera a Venegas del Virreinato. Se cree que también influyó mucho en la conversión de Iturbide de Realista en Insurgente.

La lectura de esta Historia fue prohibida por el Tribunal de la Fe, aún a aquéllos que tenían licencia para leer toda clase de libros. Fray Diego de las Piedras, calificador del Santo Oficio, al censurarlo dijo:

“Y la verdad, jamás he visto obra que más convenga con el apellido de su autor. Este dá a conocer con el nombre y apelativo de D. José Guerra, y desde luego su obra hace la más decidida, indecorosa, cruel é injusta a las Supremas Potestades de Nuestros Augustos Católicos Monarcas; a las de los Soberanos Pontífices, muy especialmente Adriano VI y Benedicto XIV; a los Exmos. Virreyes, Audiencia, Ilmos. Arzobispos, Sres. Inquisidores, Decretos del Santo Oficio… Ella comprende doctrinas falsas exóticas, extravagantes, eversivas de los legítimos derechos de nuestro Soberano, factores y conspirantes; a la rebelión; escandalosas, piarium aurium ofensivas, destructoras de los verdaderos sentimientos de la piedad cristiana y de la religiosa sumisión y obediencia a las legítimas autoridades…”

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