martes, septiembre 07, 2010

La Casa Madero


© CERRUTI, MARIO: “PROPIETARIOS, EMPRESARIOS Y EMPRESA EN EL NORTE DE MÉXICO” Ed. Siglo XXI (2000), pp.49 et seq.

FUE A COMIENZOS de la década de 1870, cuando uno de los más grandes beneficiarios del auge de la Guerra de Secesión, Evaristo Madero Elizondo, se marchó de Monterrey, retornó a Coahuila y se asentó en Parras, en las proximidades de la comarca lagunera. La trayectoria y el comportamiento de Madero desde los años de mil ochocientos cincuenta resulta un auténtico paradigma de las oportunidades de enriquecimiento que brindaba esta economía de la frontera. Residente en Río Grande (Villa de Guerrero, Coahuila, a pocos kilómetros de Piedras Negras), Madero se convirtió a mediados de la década de 1850 en un experto traficante que operaba entre Monterrey, el Bravo y San Antonio. Introductor de algodón, muchas veces imputado de contrabandista, completó su desenvolvimiento mercantil con la propiedad de ganado y vastas extensiones de tierras en plena área fronteriza. Buen amigo del gobernador y comandante Santiago Vidaurri, diputado del estado unificado de Nuevo León-Coahuila, Evaristo Madero aprovechó con notoria eficiencia el sistema de poder político-militar y el ordenamiento aduanal y arancelario que Vidaurri instauró desde 1855.

En enero de 1864 una persona indicaba que “la aduana de Piedras Negras producía a Vidaurri, únicamente por concepto de derechos sobre el algodón, cincuenta mil pesos mensuales, habiendo recibido en el mes anterior 7,000 pacas, por las que se pagaron a razón de ocho pesos cada una. El tráfico con Texas tenía empleados más de tres mil carros en el comercio, y la circulación de dinero texano en Nuevo León, desde el comienzo de la Guerra de Secesión llegaba a un efectivo de tres millones.”

Cuando en Monterrey comienza a configurarse un grupo mercantil se reconocerá en Evaristo Madero un asociado natural. Con Patricio Milmo—el angloparlante yerno del gobernador Vidaurri—y con amigos de San Antonio (Jean-Baptiste Lacoste, John Twohig), Madero constituyó uno de los equipos más prósperos de todo el norte de México y Texas durante la Guerra de Secesión y la Intervención Francesa. Fue uno de los hombres que mejor aprovechó el explosivo incremento del tráfico que vivieron Eagle Pass y Piedras Negras, en especial entre 1863 y comienzos de 1865.

En 1865 se instaló en Monterrey. Organizó entonces la firma Madero y Cía., que encabezó los negocios de la familia Madero hasta la fundación del Banco de Nuevo León, en 1892. Madero y Cía. integró como socio secundario a Lorenzo González Treviño, yerno de Evaristo y componente de otra de las familias que habrían de enriquecerse y destacar en Monterrey, La Laguna y Chihuahua en los años de 1870s y 1880s. Cinco años después de su fundación, en 1870, Madero y Cía. fue trasladada a Parras tras adquirir la hacienda vitivinícola El Rosario y la fábrica textil La Estrella. Los capitales acumulados en el comercio fueron transferidos, muy desde el inicio, a la producción. Y desde el principio tuvieron que ver con agricultura e industria. Evaristo también fue Gobernador de Coahuila de 1880 a 1884. Otro yerno, el Lic. Viviano L. Villarreal, fue Gobernador de Nuevo León en dos ocasiones: 1879-81 y 1911-1913.

No puede extrañar que la familia Madero—como los González Treviño—tuviera una participación significativa en el desarrollo algodonero de La Laguna a partir de 1870. En un triple sentido: como prestamistas de agricultores que se iban asentando en la comarca; como comerciantes de algodón; y, como consumidores industriales de fibra.

Imagen: Francisco I. Madero y Emiliano Zapata

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