Francisco Garfias
Un prominente panista nos decía ayer que Manuel Espino es peligroso no por lo que representa dentro de su partido, sino “por lo que sabe.” Esta observación nos trajo a la memoria las impactantes palabras que escuchamos en boca del ex presidente nacional del PAN, hace ya buen tiempo, en un café de Insurgentes. “López Obrador tenía razón”, nos dijo entonces el controvertido duranguense, al confesar que traía un “problema de conciencia”, por haber solapado cosas indebidas como jefe nacional del partido “en apoyo de mi candidato”
El tema viene a cuento porque Espino se ha convertido en obsesión para el calderonismo. La decisión de expulsarlo está tomada, con todo y los riesgos que eso implica. Pero echarlo no es tan fácil como algunos lo pintan. Si sucede, lo que parece inevitable, tenga usted la seguridad que el ex presidente nacional del PAN recurrirá al TEPJF.
En la hipótesis de que los magistrados del Tribunal le devolvieran sus derechos partidarios, el revés sería, en primerísimo lugar, para el presidente Calderón, y luego para la dirigencia nacional. Imagínese verlo reinstalado en el Consejo Nacional y en el Comité Ejecutivo Nacional ¡después del intento de expulsión!
No hay duda que Espino se ha pasado en sus acciones y sus expresiones. No solo es el haber comparado a Felipe con Hugo Chávez o haberse referido al presidente, en la cuenta que tiene en twetter, en idénticos términos que los pejistas. Tampoco el haberlo amenazado, en cadena nacional, con “sorpresas” que no le van a gustar, sino el haber llamado a los panistas a votar en contra de los candidatos aliancistas, de origen priista u obradorista, en Oaxaca, Sinaloa y Durango.
El lunes, en la reunión del CEN, comenzará la cuenta regresiva para Espino, como bien lo adelantó Enrique Aranda, compañero de páginas en Excélsior. Los calderonistas aún tienen tiempo de revisar su decisión y dar marcha atrás, sin perder la cara. Para eso tienen la operación política.
Un prominente panista nos decía ayer que Manuel Espino es peligroso no por lo que representa dentro de su partido, sino “por lo que sabe.” Esta observación nos trajo a la memoria las impactantes palabras que escuchamos en boca del ex presidente nacional del PAN, hace ya buen tiempo, en un café de Insurgentes. “López Obrador tenía razón”, nos dijo entonces el controvertido duranguense, al confesar que traía un “problema de conciencia”, por haber solapado cosas indebidas como jefe nacional del partido “en apoyo de mi candidato”
El tema viene a cuento porque Espino se ha convertido en obsesión para el calderonismo. La decisión de expulsarlo está tomada, con todo y los riesgos que eso implica. Pero echarlo no es tan fácil como algunos lo pintan. Si sucede, lo que parece inevitable, tenga usted la seguridad que el ex presidente nacional del PAN recurrirá al TEPJF.
En la hipótesis de que los magistrados del Tribunal le devolvieran sus derechos partidarios, el revés sería, en primerísimo lugar, para el presidente Calderón, y luego para la dirigencia nacional. Imagínese verlo reinstalado en el Consejo Nacional y en el Comité Ejecutivo Nacional ¡después del intento de expulsión!
No hay duda que Espino se ha pasado en sus acciones y sus expresiones. No solo es el haber comparado a Felipe con Hugo Chávez o haberse referido al presidente, en la cuenta que tiene en twetter, en idénticos términos que los pejistas. Tampoco el haberlo amenazado, en cadena nacional, con “sorpresas” que no le van a gustar, sino el haber llamado a los panistas a votar en contra de los candidatos aliancistas, de origen priista u obradorista, en Oaxaca, Sinaloa y Durango.
El lunes, en la reunión del CEN, comenzará la cuenta regresiva para Espino, como bien lo adelantó Enrique Aranda, compañero de páginas en Excélsior. Los calderonistas aún tienen tiempo de revisar su decisión y dar marcha atrás, sin perder la cara. Para eso tienen la operación política.
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