sábado, julio 31, 2010

Las comisiones que son abusos de los bancos

Álvaro Cepeda Neri

Lleva algo así como dos años, que los legisladores dispusieron, ante la queja de los abusos bancarios, que esas instituciones típicas del capitalismo (¡que desde hace dos mil años, dice Max Weber, en sus investigaciones, apareció devorador y discriminador!), regularan las comisiones que cobran a los que tienen que recurrir a ellos para realizar sus trámites financieros. Actualmente, hasta los salarios de los trabajadores han de tener un curso bancario. Y la pelota del Congreso General fue enviada al Banco Central que se denomina Banco de México (creado en el cuatrienio de Calles, el sonorense promotor del partido Nacional Revolucionario, abuelo del PRI, con el asesoramiento del chihuahuense Gómez Morín, creador del PAN).

Finalmente, se ha publicado en el Diario Oficial, que de este julio al uno de enero de 2011, los bancos irán cancelando las comisiones y sobrecomisiones que, “a lo chino”, cobran a los usuarios de sus servicios. Esas comisiones han engordado las utilidades multimillonarias de la banca, en su mayoría trasnacional (aunque para los efectos es lo mismo si fuera mexicana: después de todo son cobrones). Es decir, que se les ha concedido un periodo de gracia para que sigan chupando la sangre a los clientes y que éstos no puedan recurrir a instancias como la Profeco para denunciar esos abusos... ¡y son 400 comisiones que cobran!

Con una población de clase media degradada a pobre (los de extrema pobreza no tienen para que ir a los bancos, salvo los de sangre para venderla o a las casas de empeño que se multiplican como cáncer por todo el país), el cobro de comisiones ha generado mayor pobreza. Como nunca se siente la necesidad del dinero y éste rápidamente se va en apenas comprar en un mercado de alzas de precios, ya que las materias de primera necesidad han de adquirirse, aunque sea cada vez menos, no dejan de estar en la ola inflacionaria. Los bancos cobran, con sus malísimos servicios de atención, hasta por consultar, retirar en efectivo y otras más, no obstante que ellos “jinetean” lo que no es suyo, pues usan el dinero de los cuentahabientes para otorgar créditos con intereses que andan por las nubes.

No hay cuartel para las mayorías mexicanas (las minorías son los socios bancarios, los ricos y los muy ricos), que todavía tienen medio año por delante como víctimas de esas raterías. El pretexto para darles ese plazo, es que los bancos tienen que ir adecuando sus “sistemas” (¿en la época de la alta tecnología de punta, con computadoras que cualquier programador pone en la nueva sintonía en un par de horas?), para quitar algunas de sus comisiones. Es otra treta para que los usuarios financieros sigan siendo víctimas y acumulen malestar social. Tanto, pues, dice, el refrán, el cántaro va al agua que un día se rompe. Es cuestión de alargar los abusos en general y esperar a que estalle la paciencia. En palabras del célebre Cicerón: ¡Hasta cuándo van a abusar (señores de la élite económica y política) de nuestra paciencia?.

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