sábado, julio 03, 2010

Julio electoral

Vanessa Góngora

Un día antes de las elecciones en Aguascalientes y otras entidades federativas en donde se disputan gubernaturas, presidencias municipales y diputaciones, propongo un análisis comparativo del contexto que envuelve la actual contienda electoral con el escenario del proceso del 2000. La pregunta importante a considerar es ¿mañana tendremos unas elecciones democráticas como la mayoría de los actores políticos han manifestado?

Escenario Julio del 2000.

1.- Antes de 1997 se habían estado gestionando una serie de reformas electorales que tenían como objetivo terminar con la sobrerrepresentación del Partido Revolucionario Institucional en el Congreso y permitir paulatinamente la alternancia política en la provincia el país (algunos mencionan que los cambios se debieron a las negociaciones de la oposición tras el fraude electoral de 1988). Sin duda una de las reformas más trascendentales fue la creación del Instituto Federal Electoral en sustitución de Comisión Federal Electoral que pertenecía al Ejecutivo, con el fin de garantizar la objetividad y neutralidad en los comicios. De esta manera, el Instituto Federal Electoral que presidía José Woldenberg (1997-2003) era visto como una institución ciudadana confiable, obediente del estado de derecho en materia electoral y capaz de anunciar y defender los resultados verídicos de los comicios.

2.- El entonces presidente, Ernesto Zedillo, se alejó de la tradición fundada en facultades metaconstitucionales del régimen autoritario de elegir a su sustituto y abrió la contienda a los grupos internos del PRI para seleccionar al candidato presidencial, lo cual lo posicionó como el presidente de transición hacia la democracia.

3.- El país comenzaba a recuperarse tras una profunda crisis económica (1995) achacada al “error de diciembre” y a la avaricia de Salinas de Gortari.

4.- La efervescencia social se concentraba en el sur del país, principalmente con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en franca decaída después del revuelo internacional que provocó a mediados de los noventa.

5.- Los partidos políticos de oposición tenían una verdadera oportunidad en la carrera presidencial, pues habían demostrado que podían gobernar, respaldados por un gran número de ayuntamientos y estados que habían experimentado la alternancia política, incluyendo la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas como jefe de gobierno en 1997.

6.- Una novedosa campaña política basada en la mercadotecnia privada que visualizó a Vicente Fox como una opción viable para el empresariado, la clase media y baja del país.

Todos los elementos anteriores se unieron a las expectativas ciudadanas del nuevo milenio, para la formación de un nuevo país. De esta manera, el 2 de julio se anunció que México vivía la transición democrática tan esperada y anunciada, por siglos inclusive. En la academia, las comparaciones con el caso español fueron constantes, algunas mostrando orgullo de haber llevado también una transición pacífica, o como decía Mauricio Merino: la mexicana fue “una transición votada”.

Escenario Julio 2010.

1.- Los institutos electorales estatales y el federal no son organismos confiables desde la percepción ciudadana y, paradójicamente, tampoco para los propios partidos políticos, quienes son los “negocian” los puestos de consejeros electorales. De esta manera, se augura que los resultados de estos comicios se determinarán en los tribunales electorales.

2.- Existe una percepción extendida de que el presidente, los gobernadores y alcaldes influyeron en la designación de los candidatos y, durante las campañas políticas, mueven la administración pública con todos sus recursos para favorecerlos.

3.- Como hace diez años, estamos sumidos también en una crisis económica, en esta ocasión de origen y alcance internacional, pero al igual que en 1995 sin mecanismos de protección para la población marginada que como siempre es la que más afectada.

4.- La generalizada guerra contra el narcotráfico, que a diferencia de hace diez años se presenta en cada uno de los estados de la república y ya contabiliza bajas civiles. La gravedad de la situación de inseguridad del país, tiene su manifestación emblemática con el asesinato del candidato a gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú a una semana de las elecciones como afrenta directa del narcotráfico a las instituciones políticas. Además, se alimenta un creciente malestar social por negligencia y corrupción gubernamental: los casos de la Guardería ABC y News Divine, los arrestos políticos de Atenco y de las mujeres indígenas Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, el asesinato hasta ahora impune de los niños Bryan y Martín Almanza en Tamaulipas, entre muchos otros.

5.- El término “guerra sucia” tuvo una reaparición estruendosa en las elecciones presidenciales del 2006 comenzando con el intento de desaforar a Andrés de Manuel López Obrador y, durante la campaña, con los mensajes de nulo contenido propositivo exponiéndolo como el “peligro de un Chávez mexicano”. Este año, la guerra sucia consiste en exponer evidencias de corrupción, compra-venta de votos y uso de recursos públicos por parte de los gobiernos estatales, así como el federal: hemos escuchado conversaciones de gobernantes y funcionarios públicos en las que, con total desfachatez, hacen uso privado y electoral de infraestructura y dinero de la hacienda pública; pero lo peor es que de nada sirven estas evidencias debido a su origen ilícito, la intervención de líneas telefónicas que constituye un acto ilegal pero presentado con orgullo por el presidente del partido político en el poder.

Respecto a la pregunta planteada en el inicio, yo opino: en el 2010 la democracia es incierta. Aquello que llamamos transición parece que nunca llegó a consolidarse y, es más, parece en franco retroceso. La decisión que usted, mi querido lector o lectora, tome el día de mañana, tenga por seguro que no determinará el futuro de la situación política del país o del estado, pero puede constituir una seria y generalizada represalia social por los agravios políticos de la primera década del siglo veinte.

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