sábado, julio 10, 2010

Adiós a los virreyes

Raymundo Riva Palacio / Estrictamente Personal

PRIMER TIEMPO: Ya ves, eso del gobierno bicéfalo no funcionó. En shock. Así se encontraba esta semana, sin saber porqué razón Zacatecas le dio la espalda de manera tan grosera. Semanas antes de la elección del domingo pasado, la gobernadora Amalia García no tenía duda alguna que iba a arrasar con su candidato a gobernador. Por imponerlo rompió el frágil equilibrio de la izquierda en ese estado que había sido su bastión por 12 años, y terminó peleándose con sus aliados de toda la vida, como el ex senador Raymundo Cárdenas. A ella no le importó. En las reuniones de estrategia decía que tenía todo bajo su control, y que así como había ganado las elecciones intermedias el año pasado y el proceso de selección de candidato, ganaría su protegido la gubernatura. Pero los zacatecanos salieron a votar con toda la furia contra ella. Al PRD lo borraron del estado; a ella la aniquilaron políticamente. “Lo peor de todo”, confió un periodista que está muy cerca de García, “es que ni siquiera manejó ella el proceso. Lo hizo Claudia”. El periodista se refería a Claudia Corichi, su hija, a quien le delegó la operación política para el 4 de julio, de la misma manera como le había entregado el poder en Zacatecas. García incurrió en lo que siempre criticó desde la izquierda: el nepotismo y el abuso del poder. El gobierno de Zacatecas lo usó en forma patrimonial, nombrando a familiares en puestos de gobierno, y teniendo en Claudia, senadora por cierto, a cargo de la política y las relaciones con empresarios. En su sexenio, la familia mostró que su patrimonio creció significativamente, que a muchos levantó las cejas. Hubo muchas denuncias de corrupción en la familia García, que no atendió. Se cegó y la segaron. Al final, en el orgullo de su nepotismo llevó la pena y pagó las facturas.

- SEGUNDO TIEMPO: El mapache resultó mito genial. Sobrado, con la sempiterna sonrisa pícara, el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, decía en confianza: “Tengo 40 mil millones de pesos para las elecciones”. Para él, los dineros eran una extensión inseparable de la política. El conflicto con los maestros en 2006 lo resolvió con 20 millones de pesos para sus líderes. Con los candidatos a puestos de elección popular local, se arreglaba repartiendo dinero sin importar de qué partido fueran. En este año, por goteo, fueron traspasándose misteriosamente presidentes municipales de la oposición al PRI, e incluso nombró como su representante en el Distrito Federal a Jesús Álvarez Martínez, quien implantó Convergencia en Oaxaca y fue mentor de Gabino Cué. Nadie supo cómo le hizo, pero muchos están seguros del método usual. “Vamos a ganar por más de 100 mil votos”, se ufanaba hace tres meses, cuando perfiló a Eviel Pérez Magaña como su sucesor. “Vamos a ganar por 50 mil”, dijo hace un mes y medio, al rebajar dramáticamente su expectativa. La caída era vertical. El domingo hacia el mediodía, estaban en crisis. “No han contado 30 mil votos de los municipios rurales”, dijo uno de sus spin doctors. “Nadie tiene los datos como nosotros”. Nadie, en efecto, dudaba a esa hora que iban a perder. Los 40 mil millones de pesos no cambiaron el voto ni en el valle de Oaxaca ni en muchos municipios de usos y costumbres que calculaba Ulises Ruiz en la bolsa. Su fama de mapache electoral quedó reducido a un mito genial. Su movilización política fue una farsa. Sus gracejadas, el prólogo del desastre.

- TERCER TIEMPO: Mi papi, mi góber, mi precioso, mi ruina. Un mediodía de este año, Blanca Alcalá estaba segura que su enorme popularidad como alcalde de Puebla le ganaría la candidatura al gobierno de Puebla. En eso, una llamada le cortó el respiro. Debía regresar de inmediato a Puebla, la sucesión se había decidido. No, ella no sería, sino Javier López Zavala, quien de todos los priistas en Puebla con aspiraciones, era el menos popular. A muy pocos les gustó la imposición del gobernador Mario Marín. Zavala se alineó, pero Enrique Doger, que la había precedido en la presidencia municipal, se inconformó. Marín los hizo de lado y tanto él como López Zavala desconocieron a priistas y aliados. Los priistas poco pudieron hacer, pero una figura que se había mantenido neutral, molesta, decidió apoyar con todo al opositor Rafael Moreno Valle, quien recibió la inyección electoral de Elba Esther Gordillo. La maestra puso a su disposición legiones de maestros para la promoción electoral, y los resultados fueron contundentes. Un botón de muestra es Tehuacán, donde la votación histórica más alta había sido el año pasado en las federales, donde el PRI ganó con 30 mil votos. El domingo, contra el PRI, votaron 50 mil ahí mismo. Marín, el góber poderoso, el góber precioso de la picaresca política, el papi del lenguaje del Zoon Politikon, había prometido carro completo para el PRI. Pero todo quedó para el anecdotario. Sus adversarios le tomaron la medida y siguen quemándolo en la celebración de la ruina de uno de los últimos virreyes en el poder

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