martes, junio 01, 2010

¿Y el paseo en el Turibus?

Francisco Rodríguez / Índice Político

EN LOS RESTOS de “los héroes que nos dieron Patria” hay enojo, me reporta mi médium favorita a la que consulté la mañana de ayer. Curioso, obviamente el pregunté el porqué, si los habían sacado de sus nichos en la columna de la Independencia a recibir vítores, casi de la misma dimensión a las rechiflas que le propinaron en tal evento al señor Felipe Calderón.

“Pues me dicen que porque más que festejo bicentenario, les parece una puntada de borracho”, me respondió la intermediaria con el más allá.

“¿Sólo por eso?”, le repliqué, “ni aguantan nada nuestros héroes. Hay más de cien millones de mexicanos que durante los tres últimos años han sufrido las consecuencias por ese tipo de “puntadas” –23 mil muertos por la violencia desatada desde Los Pinos en diciembre de 2006… el menor crecimiento económico de América Latina lo que ha hecho dispararse al desempleo y ha provocado la pérdida de los salarios ante el crecimiento desmedido de los precios y de los impuestos… una imparable polarización social…–, y ahora mismo están dispuestos a celebrar, con “mexicana alegría” otro campeonato mundial de futbol”, comenté a la dama que ya en otra ocasión me puso en contacto con el esposo de La Paca, para decirme que él no era el hoy flamenco Manuel Muñoz Rocha.”

“No sólo eso enoja a Allende, sino sobre todo a Hidalgo. Lo que les tiene encabritados –usó otra palabra, pero por respeto a las buenas conciencias, que aún quedan, no la empleo– es el hecho de que 200 años después, ya ni ellos mismos saben por qué lucharon. Dicen que hoy ven a un México mucho más dependiente del exterior, que aquél que sólo lo era de España. No les gustó nadita, por ejemplo, que el señor Calderón usara el idioma de los conquistadores en sus recientes visitas a los Estados Unidos”.

“¡Újule! ¡De verdad que son delicaditos nuestros ‘padres fundadores’!”, dije socarronamente, consciente de que estaba usando dos vocablos que pertenecen a la lexicografía histórica de los estadounidenses. “¿A poco no se acuerdan que por acá vino, cuando Carlos Salinas nos desgobernaba, quien entonces era Primer Ministro de Canadá, un tal señor Brian Mulroney, a advertirnos que con el libre comercio, y peor ahora con la globalización, íbamos a cambiar independencia por interdependencia?”

“Como sea”, dijo la médium, “los heroicos restos están enojados. Y es que no’más no ven que México avance. Que por eso a cada rato se los cotorrea George Washington y de plano, sus homólogos latinoamericanos –todos ellos héroes de países más avanzados que el nuestro– Bolívar, Sucre, San Martín, Louverture– se carcajean estentóreamente, y…”

“Bueno, bueno, ya entendí sus enojos que, la verdad, a mi me parecen berrinchitos de héroe desconocido”, traté de calmar a la médium, cuya bola de cristal se encendía y apagaba cada vez más rápidamente, al ritmo que a ella, parasimpaticotónica, se le enrojecían las mejillas.

“Eso les enoja más”, me atajó la dama que alguna otra ocasión fue mi interlocutora con un asqueado Manuel Gómez Morín, quien no daba crédito a lo que los panistas de hoy han hecho con su Partido Acción Nacional.

“¿Por qué?”, volví a preguntar.

“Pues porque ellos sí que tienen presente aquel estudio cubano en el que se decía que los niños mexicanos conocen más de Bugs Bunny y Superman que de Hidalgo o Morelos…”

“Pues tienen razón”, dije.

“Pero ¿sabes que es lo que más les enoja’”, me interroga, ahora ya más tranquila, la médium. Y ella misma responde, para ahorrarme la “cara de what”: “Dos cosas: los moñitos tricolores en las urnas, que las hacía aparecer como regalitos de 15 de septiembre… ¡y que no los llevaran a pasear en el Turibús! Ya que los sacaron…”

Creo que en ese momento caí en cuenta que, a lo mejor, la médium me estaba “cotorreando”.

Y ¿cómo no lo iba a hacer, si estos festejos biseculares son verdaderamente un “cotorreo”.

“Puntadas de borracho”, interpretó la médium.

Índice Flamígero: Esta no es información del más allá, sino de mero acá: el ahora fugado tesorero de Cancún fue impuesto por el despacho de Pablo Salazar Mendiguchía – Herrán Salvati. Fueron ellos quienes se encargaron de la elaboración de actas de traspaso del poder de una gestión priísta, la del ahora procurador quintanarroense Francisco Alor, a la del ¿perredista? Gregorio Sánchez.

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