viernes, junio 18, 2010

¿Un guatemalteco de candidato?

Martha Anaya / Crónica de Política

Dicen que el candidato priísta al gobierno de Puebla es guatemalteco. La agencia Notimex ha divulgado la copia de un acta de nacimiento de Javier López Zavala, tomada del Registro Nacional de las Personas, que certifica su nacimiento en la localidad de Retalhuleu, Guatemala, el 9 de enero de 1969.

El candidato y miembros de su equipo de campaña han rechazado la veracidad de este documento. Sostienen que el acta es falsa y muestran a cambio la copia de otra acta de nacimiento de López Zavala que acredita su nacimiento –certificado por un notario– en Pijijiapan, Chiapas.

Se trata, dicen los allegados a López Zavala, de una “maniobra del gobierno federal” para “golpear” al candidato de la alianza “Puebla Avanza” y cuestionan a Notimex por “ventilar” esa información sin tomar en cuenta que López Zavala obtuvo la ciudadanía poblana ante el Congreso del estado y que el Instituto Electoral del Estado revisó sus documentos y lo acreditó dos veces como candidato.

Notimex, por su parte, sostiene que el acta que difundieron es auténtica por tratarse de una copia fiel del libro original del Renap de Guatemala, que está abierto a cualquier consulta ciudadana. Y como tal, la confirmó su corresponsal en el país vecino.

Así, estamos ante dos dichos y dos documentos presuntamente fieles y originales ambos. ¿En cuál creer?

Bueno, pues no tenemos por qué acudir a un acto de fe. Tuvimos ya un caso semejante, hace casi medio siglo, cuando apareció un acta de nacimiento de Adolfo López Mateos, recién designado por el PRI como candidato a la Presidencia de la República.

El “papelito” aquel, estuvo a un tris de tirar a López Mateos de la candidatura.

La historia de ese suceso –y lo que tuvieron que hacer para demostrar que aquella acta guatemalteca era apócrifa–, me la contó hace poco don José E. Iturriaga quien a la sazón era consejero del de Atizapán.

La voy a contar porque, al menos en ese caso, no le quedó otra al interpelado que demostrar la falsedad de la supuesta prueba con que se le quería tirar la candidatura presidencial. (Y aún así a la fecha hay quienes aún creen que López Mateos era guatemalteco).

Según Iturriaga hubo dos razones que dieron pie a tal versión. La primera tiene su origen en un viaje –a pie– que López Mateos hizo a Guatemala cuando tenía 16 años. “Lo llevaron allá sus lecturas tempranas de Lastarria, Bilbao, Rodó, Montalvo, de Martí y de Bolívar”. Y a su regreso a México algunos condiscípulos lo motejaron “El Guatemalteco”.

La otra, diría, “parte de una infamia de un hombre ambicioso y de mala condición”: Adolfo Manero, quien presentó la copia de un acta de nacimiento de Adolfo López Mateos expedida en un pueblo aledaño a la ciudad de Guatemala.

Se armó el escándalo. Alfredo del Mazo padre –entonces gobernador del Estado de México e impulsor de López Mateos– recibió una llamada de Jesús González Galllo, secretario del Presidente de la República, informándole que se caía la candidatura de López Mateos.

Del Mazo fue de inmediato a buscar a su ahijado político –al que había conocido apenas cuatro años atrás– y lo interpeló para que le dijera si era cierto o no el cargo que Manero le formulaba.

López Mateos contestó “que se trataba de una torpe intriga y que lo podía probar”.

Entonces, el propio gobernador y López Mateos se trasladaron a la ciudad de México para conseguir una copia del acta “apócrifa” porque requerían el número de acta y la partida respectiva para sus indagaciones. Y ya con ella en mano, el tesorero del Gobierno del Estado de México, Alberto Vélez, y la hermana de López Mateos, Elena, viajaron a Guatemala.

Fueron al juzgado donde se expidió el acta –en un pueblo a diez kilómetros de distancia de la ciudad de Guatemala–, examinaron los libros del Registro Civil y advirtieron que tanto el número como la fecha de la pretendida acta de nacimiento de Adolfo López Mateos, correspondía a una señora Tórtola Jiménez.

Pidieron al juez copia certificada fotostática del documento y regresaron a México con la prueba de “la falsedad de la imputación hecha por Adolfo Manero”.

Esa es la historia que me contó don José E. Iturriaga a propósito de si López Mateos era o no de origen guatemalteco.

Todo esto viene a cuento porque si Javier López Zavala sostiene que el acta que ha difundido Notimex es apócrifa, bien podría recorrer un camino semejante al de López Mateos en su momento y demostrar que sólo se trata de un infundio.

Pero tiene que hacerlo y no quedarse sólo en declaraciones.

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