domingo, mayo 02, 2010

Repudio a la ley Arizona marca el 1º de mayo en EU

Arturo Cano y David Brooks / Enviado y corresponsal / La Jornada

Tucson/Nueva York, 1º de mayo. Cientos de miles de inmigrantes y sus aliados inundaron las calles de unas 80 ciudades estadunidenses celebrando la resistencia, en demanda de una vida digna libre de temor y en repudio a la ley SB 1070 de Arizona, en actos que seguramente hubieran provocado la sonrisa de los mártires de Chicago al ver que quienes han llegado de diversos puntos del mundo están rescatando lo que se dejó de festejar aquí desde tiempos del macartismo: el Día de los Trabajadores.

Con los sucesos en Arizona en el trasfondo, organizadores señalaron que lo ocurrido en ese estado multiplicó la concurrencia a marchas y manifestaciones que se realizaron de costa a costa y de sur a norte, desde Los Ángeles hasta Nueva York, de Atlanta a Chicago y Denver.

Una de las coaliciones nacionales calculó que más de medio millón de personas marcharon en más de 30 estados. El llamado por un boicot contra Arizona se repitió en casi todas las manifestaciones.

En acentos polifónicos, en decenas de idiomas, pero eso sí, con el español predominando, se creó un solo coro en demanda de una reforma migratoria integral, el cese de redadas y deportaciones, el repudio a los crímenes de odio y la condena a la ley Arizona.

A lo largo del país se repitieron los coros de Boicot contra Arizona, Todos somos Arizona y Obama, escucha, estamos en la lucha, y en todos se retomó la consigna que Obama había copiado a César Chávez: sí se puede.

En Arizona, en medio de un clima enrarecido por las redadas y el ataque a un alguacil, miles de migrantes marcharon en Tucson y Phoenix, al grito de Arpaio, fascista, eres terrorista y portando carteles de bienvenida: Welcome to Nazizona.

En Tucson, el congresista Raúl Grijalva advirtió que la lucha puede ser difícil, pero que a la postre la ley SB 1070 será derrotada en lo político, en lo legal y en lo económico.

En Nueva York, donde se hablan más de 170 idiomas, se congregaron familias, sindicalistas, estudiantes, religiosos y activistas de todo tipo bajo banderas y pancartas multinacionales en concentraciones frente a los elegantes tribunales en Foley Square, así como en Union Square.

Oradores latinoamericanos, caribeños, filipinos, africanos, del sur asiático y más se sumaron al mensaje multinacional, de vez en cuando permitiendo que agrupaciones musicales, desde salseros hasta hip hoperos (en versos bilingües) ofrecieran una versión más elocuente y con ritmo de esos mensajes.

Un orador africano recuerda: primero fue la esclavitud, después la colonización, ahora la explotación allá y ahí. Destruyen nuestros países, y llegamos como inmigrantes a trabajar. ¿Quiénes son los criminales? Unos raperos definen: no somos terroristas, no somos criminales, pero eso sí, somos guerrilleros.

Lideres sindicales subrayaron que los derechos de los inmigrantes y de los trabajadores son parte de la misma cosa. Eliseo Medina, vicepresidente nacional del Sindicato de Trabajadores de Servicios, el más grande del país, comentó a medios que esto es parte de una nueva lucha, y el futuro de este país está en nuestras manos, al comentar sobre las movilizaciones por todo Estados Unidos. El que no lucha, no gana.

Dos anglosajonas pasaron con una pancarta declarándose avergonzadas de ser de Arizona. Banderas mexicanas acompañadas con la estadunidense proliferaron, con familias arropadas en ambas. En dos marchas se festejó con consignas, tambores, metales y maracas las muestras de resistencia.

Zapata vive y la lucha sigue, se escucha de pronto en un contingente. “El que no brinca es migra”, corean ecuatorianos al marchar por Broadway. Boricuas en solidaridad con los inmigrantes, dice una manta. Aquí estamos y no nos vamos, y si nos echan, nos regresamos, corean mexicanos y centroamericanos.

O no, es Día Internacional de los Trabajadores, le comenta una joven a otra al tratar de identificar de qué se trata la marcha que pasa frente a ellas.

Cuatro estudiantes universitarios latinoamericanos indocumentados que caminaron de Miami a Washington para demandar una reforma migratoria se sumaron a la marcha en la capital. En una acción de desobediencia civil frente a la Casa Blanca en protesta por la ley Arizona y por la falta de acción en favor de una reforma migratoria por el gobierno federal, fueron arrestadas unas 35 personas, incluido el diputado federal de Chicago Luis Gutiérrez.

En Los Ángeles, donde se realizó tal vez la marcha más grande hoy (los organizadores dicen que asistieron 250 mil; la policía, 50 mil), el obispo de la ciudad, el cardenal Roger Mahoney, declaró ante los asistentes: nos beneficiamos del trabajo que hacen los inmigrantes, pero no les damos ningunos derechos, y agregó que cada vez que hay un desplome económico, tenemos un nuevo ataque sobre los inmigrantes.

En referencia a comentarios recientes de Obama de que tal vez no sea posible lograr una reforma este año, Angélica Salas, directora ejecutiva de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes en Los Ángeles, declaró ante el mitin masivo que el presidente dijo que el Congreso no tiene apetito por una reforma migratoria; nosotros estamos hoy aquí para decirle que tenemos hambre y que necesitamos la reforma ya.

Leyes que hacen sospechosas a personas por ningún otro motivo más que el color de su piel no tienen ningún lugar en nuestro país, declaró ante los manifestantes el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, en referencia a Arizona.

Miles se concentraron en el centro de Chicago, donde el reverendo Jesse Jackson se sumó a los llamados a un boicot nacional contra Arizona, incluyendo no asistir a ningún partido de beisbol con los Cascabeles. Ahí se repitieron los mismos mensajes que retumbaban contra los edificios en Nueva York, Los Ángeles y Washington.

Fue desde esa ciudad que en 1886 se impulsó la gran huelga general por una jornada laboral de ocho horas, la cual fue en gran medida realizada por trabajadores inmigrantes, en lo que ahora se conmemora en el Día del Trabajo alrededor del mundo, menos en Estados Unidos.

En Dallas, la policía calculó que marcharon más de 25 mil por el centro, ante temores de que algunos legisladores conservadores están considerando copiar la ley Arizona para aplicarla en Texas.

En Atlanta, más de 5 mil se manifestaron frente al Capitolio estatal; en Denver, unos 8 mil marcharon por el centro, mientras inmigrantes y aliados también realizaron acciones en lugares como Madison y Milwaukee, en Wisconsin; en Boston y otras ciudades medianas, así como en pueblos de Texas y Minnesota, entre otros sitios.

Mucho menores que las megamarchas de 2006, cuando millones de inmigrantes y sus simpatizantes sorprendieron al mundo e hicieron temblar a los políticos al salir a las calles de decenas de ciudades (vale recordar, por ejemplo, que los 500 mil que marcharon ese año en Dallas continúa como el récord de la manifestación política más grande de la historia de Texas), las acciones de hoy marcaron tanto la ira que permanece entre estos sectores como el temor que cunde entre estas comunidades.

Pero sí se ha logrado un milagro para muchos: los inmigrantes han resucitado al primero de mayo en el país donde nació este Día Internacional del Trabajo, y con ello tal vez el futuro de este país. Nació de inmigrantes, y renace con ellos.


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