Maciel: delincuente protegido por su iglesia y adinerados

Álvaro Cepeda Neri

Los Legionarios de Cristo, a quienes apodaron: Los millonarios sin Cristo, secta pseudorreligiosa fundada por el michoacano Marcial Maciel, fueron instrumento y cómplices de éste en toda su vida de delincuente con vestimenta sacerdotal para cometer toda clase de delitos: pederastia, abusando sexualmente de niños y jóvenes seminaristas; burlador del celibato por la vía de tener, en concubinato, a dos mujeres con las que procreó tres hijos. Y con otras más que han preferido callar, y lo harán hasta que la avaricia las empuje a la disputa del multimillonario patrimonio de Maciel. Ladrón, por todo el dinero que obtuvo, a cambio de promesas en el más allá, a viudas adineradas; banqueros, empresarios y toda la fauna de ricos que le hicieron donaciones no reportadas a las instituciones hacendarias. Cínico asesor papal, nada menos que del a punto de ser canonizado, Juan Pablo II, a cambio de “limosnas” millonarias al Banco Ambrosiano de El Vaticano.

Todo uno pillo. Un bribón. Un diablo, escondido detrás de la cruz. Tuvo además, un harén de 900 mujeres, que ingresaban a esa cofradía con tintes esclavizantes entre los 15 y 18 años de edad. Eran consagradas clandestinamente y estaban en un monasterio privado de Maciel y sus cómplices, Los Legionarios que sabían de todos los abusos: carnales, monetarios, religiosos, sociales, etc., de su jefe Maciel, crearon una organización mafiosa con las hijas de familias mexicanas, españolas, estadounidenses, francesas, italianas, neocelandesas y alemanas. Sus padres pagaban sumas millonarias.

La orden pseudorreligiosa se llamó Regnum Christi, a las que se les prometía llegar a ser sacerdotisas. Y a sus familias que tenían ganado el cielo. Marcial Maciel fue un perverso. No hay más remedio que extinguir a Los Legionarios, todo ellos pecadores a la luz de los mandamientos de su religión, y quienes encubrieron a ese delincuente, al que no se atrevieron a denunciar y, ahora, cuando saben del escándalo y el cisma a la iglesia católica con su cabeza papal, han llenado de adjetivos para descalificar y tratar de lavarse las manos.

Durante su despotismo en Los Legionarios, Maciel impuso su reinado cruel con los favores de los adinerados mexicanos y de otros países, que debe ser investigado y expropiarle mansiones, confiscarle los demás bienes que incluye, escondidos por sus cómplices laicos y religiosos, millones de millones de dólares, con los cuales sobornaba a El Vaticano. Y que protegido por su iglesia, Marcial se dedicó a tipificar su conducta en todos los códigos penales y civiles de los países donde operó con sus legionarios para crear un impero de maldad diabólica. Es necesario indagar sobre la riqueza de esos dizque soldados de Cristo, que actualmente administran la herencia del supuesto sacerdote a quien le dieron miles de millones en todas las monedas del mundo y confiscarlos previa indemnización a los hijos que engendró y a los miles de niños y adolescentes que hizo presa de sus perversidades.

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