viernes, abril 23, 2010

El ciberespacio, “Hackers”, y libertad de expresión en Veracruz

Pulso crítico / J. Enrique Olivera Arce

“La libertad es solo siempre la libertad del que piensa diferente...”

Junius. Breslau, verano de 1918


Habiéndome iniciado participando en un “Chat”, con el “nic” de Discípulo”, interactuando con un entusiasta grupo de jóvenes de diversos países latinoamericanos para quienes mi edad no fuera impedimento para brindarme su amistad y cariño, desde 1998 incursiono por esos amplios caminos de la red de redes. Lo mismo tomando parte en foros, grupos iberoamericanos de estudio sobre la globalización y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs), que participando en el Primer Congreso Internacional Online del Observatorio para la Cibersociedad.

Siempre con el afán de aprender y familiarizarme con el fenómeno más revolucionario de nuestro tiempo: la internet.

Fue en la red de redes donde tome conciencia de la importancia de la humildad frente a lo que desconocemos y el valor de la amistad solidaria, pese a la distancia y muchas veces el idioma, entre personas que jamás nos imagináramos conocer de diversas partes del mundo; intercambiando y confrontando pensamientos e ideas, también diversas, sobre el mundo real y la percepción que de nuestros respectivos entornos más cercanos influían y determinaban nuestra vida en el acontecer cotidiano de nuestros países.

Así, en ese mundo virtual, me toco vivir y compartir con muchos internautas, entre otras cosas, lo que se pensaba sobre la crisis argentina de 2001, la evolución del chavismo en Venezuela, el ascenso del movimiento indígena en Bolivia, o la invasión de Irak y el saqueo del Museo de Bagdad y la quema de la biblioteca por la soldadesca norteamericana. Sobre esto último escribí un artículo el 10 de abril de 2003, día siguiente de tan infaustos acontecimientos, en el que calificaba tal acto de incivilidad y barbarie como “El destape de la Caja de Pandora”, que tuvo amplia difusión en la red.

La lección aprendida en la red al paso de estos años, me ha marcado para el resto de mi vida. Como expresara el poeta, “no hay caminos, se hace camino al andar”. La palabra se abre paso, siempre en busca del que la quiere escuchar, así este se encuentre en la antípoda de este nuestro pequeño planeta azul. El diálogo, sustentado en la tolerancia entre quienes piensan diferente, encuentra en la palabra la distancia que separa a la barbarie y la civilización. Sin ésta, la libertad, en su más amplia expresión, es inalcanzable utopía.

Si algo trascendente aporta la internet a nuestra civilización, es la infinita posibilidad de que la palabra siempre encuentre puerta abierta para expresarse. No existe valladar alguno que lo impida.

En este contexto supe lo que era un verdadero “hacker”. La rebeldía y el permanente cuestionamiento de sí mismo y de todo lo que le rodea, le distingue del resto de los seres humanos. En su gran mayoría, jóvenes, casi niños, sin su genialidad y permanente afán de búsqueda de la libertad, la red de redes no habría evolucionado al ritmo y alcance que, hoy por hoy, hace del mundo una aldea al alcance de todos. Respetable y respetado, su espíritu libertario tiñe de genialidad a la WEB, a la par que impulsa el conocimiento, la ciencia y la tecnología, como instrumentos al servicio del hombre y no a la inversa. Concebirlos de manera diferente, ayuntados al servicio de intereses espurios, políticos o empresariales -aunque la excepción confirma la regla-, es subestimar al genio y al ser humano que encuentra en la búsqueda incansable de la libertad, razón de existir.

Es por ello que mueve a risa el sólo pensar que auténticos “Hackers” se rebajen y se tomen la molestia de “tirar” modestas páginas o portales de noticias cuyos contenidos molestan al poder instituido, como recientemente viene aconteciendo en Veracruz. Nuestros sitios en la red de ninguna manera podemos considerar son víctimas de un “Hacker”, contratado ex profeso por políticos transgénicos (a fuerza madurados). No. El atentado contra la libertad de expresión en la internet que algunos sufrimos como consecuencia del grosero manipuleo de un proceso electoral atípico por parte del gobernador Fidel Herrera Beltrán, que demerita credibilidad y confianza en partidos políticos, en el árbitro electoral, y en el propio gobernante que se ha olvidado de su obligación constitucional de gobernar para todos, no puede ser otra cosa que travesuras de aprendices que, pagados para ello, se adiestran en técnicas de intolerancia y sectarismo fascistoide, enemigos casi gratuitos del espíritu libertario que mueve a la red de redes.

Así es como debemos interpretar y así debemos aceptarlo, el hecho de que cada vez con mayor frecuencia, desde el poder se nos niegue el derecho a pensar, así como el expresar nuestra palabra, en un ciberespacio que apenas descubre nuestra ramplona y aldeana clase política, cuyo límite de visión no va más allá de los rojos linderos de la llamada servilmente “Fidelidad”.

Hoy “tiran” una página, un portal, y mañana florecen cien más. El poder de la palabra no tiene límites. Cabe entonces preguntarles a los auténticos “Hackers”, si consideran que la libertad de expresión en la red de redes, puede hoy ser frenada desde las esferas del poder.

Dejemos en su genialidad la respuesta.

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