viernes, julio 10, 2009

Triunfó la Falta de Organización Política del Pueblo de México

Del Abstencionismo y el Voto Nulo a la Organización

Por la Asamblea de la Escuela de Cultura Popular


Si en la democracia electorera lo que cuenta es la mayoría, entonces podríamos argumentar que en las recientes elecciones ganó el abstencionismo con un 55.29%, es decir, 43 millones de mexicanos, superando por mucho a la suma de todos los partidos políticos, incluyendo a los más de 12 millones que obtuvo el PRI (36.83%), los 9 millones del PAN (27.96%) y los 4 millones del PRD (12.22%). Además aunado a esto si se cuenta con los casi dos millones de votos nulos (5.39%), se estaría hablando de que más del 60 por ciento de los mexicanos (en edad de votar) no estuvo de acuerdo o interesado en votar por alguno de los partidos que hoy dicen representar a la mayoría de los mexicanos. Esto significa que la gran mayoría de los mexicanos no tendrá voz en las cámaras de diputados, senadores o gubernaturas de este país.

A pesar de esto y después de haber gastado más de 12mil millones de pesos, no es de sorprenderse que el IFE o Calderón declaren que el gran ganador de las elecciones ha sido “La democracia”, ya que el reacomodo de fuerzas partidista no significa en ningún sentido una transformación o reemplazo de los políticos que gobiernan. De hecho, aun cuando el abstencionismo o los votos hubieran alcanzado un 90%, ellos seguirían argumentando que “su” democracia funciona y que en México gobierna y gana quien es electo. Sin embargo más allá de lo que indican las cifras electorales y más allá de la decepción panista (que ya cobró la renuncia del Presidente del PAN Germán Martínez), la vuelta triunfal del priismo (que ya anunció la sonrisa de Carlos Salinas y del Represor de Enrique Peña Nieto) y el derrumbe del PRD, debe uno preguntarse ¿Quién ganó realmente en las pasadas elecciones? ¿Ganaron los 2 millones y medio de desempleados generados por 20 años de neoliberalismo nacional e internacional? ¿Los 8 millones de jóvenes entre 12 y 29 años que no tienen la oportunidad ni de estudiar ni de trabajar? ¿Ganaron los más de 5 millones de niños que trabajan para sobrevivir? ¿Los más de 12 millones de indígenas que viven en la pobreza extrema? ¿Ganaron los más de 50 millones de mexicanos desnutridos? ¿Los más de 59 millones de mexicanos que carecen de prestaciones y seguridades sociales?

En estas elecciones ganaron los bancos, las televisoras, las familias de unos cuantos empresarios; también Estados Unidos, Carlos Slim, Peña Nieto, Salinas, los ‘Chuchos'; son los mismos que han ganado después de décadas de priísmo y lustros de panismo o perredismo, los que han ganado después de tantas elecciones intermedias y presidenciales.

La historia deja ver una vez más que el gran ganador de esta elección ha sido la desorganización política del pueblo de México. La desorganización que impidió que esos 45 millones hartos y desinteresados se organizaran para ejercer la absoluta mayoría que representan. Ganó el individualismo y la apatía política de esos mexicanos. Ganó la ignorancia que genera la manipulación televisiva; ganó la indiferencia y la ‘hueva', no por ir a rayar una boleta, sino por ejercer el poder para instituir el coraje propio y los intereses y necesidades propias de los mexicanos.

Todo lo demás es el efecto. La gran minoría de políticos y empresarios que gobiernan este país y que viven en la avaricia, la gula y el poder, ganaron por efecto directo de la desorganización. Se les ha regalado el poder del pueblo a una minoría política que jamás ha probado su representatividad en los barrios, los pueblos o las colonias del país. Se les ha dado a los partidos el poder y el dinero que jamás construyeron con el trabajo real. Es la ignorancia del pueblo de México quién ha levantado en sus hombros a “artistas analfabetos de televisa y tv azteca” que habrán de legislar “las leyes que le convienen a México”. Es la ‘hueva' a organizarse quien ha traído de nuevo a Salinas al poder. Ellos NUNCA ganan por sí mismos. En las recientes elecciones no importaron en realidad ni sus promesas de campañas, ni mucho menos sus programas de partido. Los millones de votantes de este país son en su mayoría individuos que jamás han leído, escuchado o analizado lo que los partidos representan realmente. Si el abstencionismo representa la desorganización del pueblo, los sectores que votaron representan el triunfo de la manipulación mediática. Basta con que un artista disfrazado de político actúe como orador y diga lo que la gente quiere oír para que nazca de la nada un votante nuevo.

Después de esta experiencia quizás se deba afirmar que si la verdadera democracia es el poder del pueblo hecho instituciones, entonces “La democracia” es la gran perdedora en las pasadas elecciones, y con ello 77 millones de mexicanos que siguen permitiendo que unos cuantos “políticos” y “empresarios” mantengan el crimen de la pobreza, la represión y la manipulación mediática. Afortunadamente la batalla no está acabada. Si ellos ganan con la desorganización, entonces ellos habrán de perder cuando la gran mayoría de hartos comiencen a organizarse.

Esta es la ecuación de la política mexicana: la minoría de la clase política y económica seguirá ganando hasta que no gane la mayoría de los pobres y trabajadores. Se está a 3 años de impedir que ellos vuelvan a reelegirse, a 3 años de que los que votaron, anularon o se abstuvieron por indiferencia, conciencia o desesperación, den un paso político necesario y dejen de quedarse callados y pasivos, a 3 años de crear asambleas desde donde nazcan representantes populares probados en su trabajo, desde donde nazcan instituciones nuevas y fuerzas que transformen las existentes.

Si eres de los que está harto de dejar que ganen, entonces toma la decisión: organízate y lucha para que elijas realmente el país que quieres y necesitas vivir, que elijas realmente a quienes asuman todo cargo de “representatividad popular”. Ese es el fundamento de la democracia y permanece escrito en el artículo 39 de la Constitución que a la letra dice: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder publico dimana del pueblo y se instituye para beneficio de este. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”

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