jueves, julio 02, 2009

La influenza H1N1H: Un ensayo político en México

Juan José Carrillo Nieto

Han pasado más de dos meses de que se decreto alerta sanitaria en la Ciudad de México a raíz del brote de influencia H1N1 que llevó a la muerte a más de 100 personas. El virus se expandió en el mundo hasta que finalmente el 11 de junio pasado, la Organización Mundial de la Salud declaró que se trata de la primera epidemia mundial del siglo XXI y se contabilizaban, según La Jornada, 28 744 casos en 74 países, con 144 muertes confirmadas.

A pesar de que el mayor número de muertos se ha dado en México, lo que exhibió el desmantelamiento neoliberal a su sistema de salud, hay muchas preguntas que están en el aire, por ejemplo, ¿Por qué en otras partes del mundo no se ha pedido a la gente que se guarde en sus casas y evite contactos físicos? ¿Por qué los medios de comunicación dedicaron días completos y barras televisivas especiales para cubrir la nota? ¿Por qué la insistencia, durante la alerta sanitaria, a que no habría des-abasto de alimentos? ¿Por qué con un decreto se acabó la emergencia y se reactivó la totalidad de las actividades económicas? ¿Por qué Calderón, en sus comunicaciones con la población, se limitó a pedir utilizar medidas de higiene y extremar precauciones, y no dar un informe real sobre la problemática? ¿Por qué los medios han dejado de cubrir tan espectacularmente la nota a pesar de que sigue muriendo gente?

La historia nos ha enseñado que cuando la derecha está apunto de perder el poder, en un intento desesperado por mantener su dominación, tiende a comulgar con el fascismo, con la sin- razón. Eric Hobsbawm en su Historia del siglo XX, ha narrado con suma precisión estos procesos. Esta historia se ha repetido en América Latina: Pinochet en 1973 en Chile y la dictadura militar iniciada en 1976 en Argentina son dos ejemplos claros.

Este proceso también puede observarse en México desde 2006, cuando la derecha se impuso mediante el fraude electoral, pues desde ese momento inició una persecución contra los disidentes políticos encubierta en una guerra contra el narcotráfico. El lema del gobierno calderonista “Limpiemos México de los delincuentes” no puede ser menos claro.

Las posturas extremas de la derecha gobernante, su imposición, ilegitimidad y arrebato del poder, así como su necesidad de limpiar (léase eliminar) disidentes en un país que se le ha salido de las manos, donde movimientos indígenas comienzan a ejercer autonomía (Chiapas y Guerrero), donde una ciudad completa fue tomada con barricadas por un movimiento popular, sumamente amplio y aglutinador (Oaxaca, 2006), donde la capital es gobernada por la izquierda electoral desde hace 12 años, y donde en varias ciudades al norte del país ejerce mayor influencia el narcotráfico que el propio estado, ayudan a entender porque la emergencia sanitaria paralizó las actividades económicas de la Ciudad de México y en consecuencia, de otras importantes ciudades el país, como no ha ocurrido en otras partes del mundo.

Desde esta perspectiva, es posible entender la declaratoria de emergencia sanitaria en México y sus consecuencias, como un ensayo político. Un ensayo político hasta ahora exitoso de la cúpula gobernante, que intentó: a) poner a prueba la reacción de la clase media frente a una emergencia, b) poner a prueba la capacidad de reacción política, ideológica y material de la oposición en sus diferentes matices, c) poner a prueba la reacción de la población ante un decreto que permite a los militares ingresar a los hogares y detener a quien considere necesario para salvaguardar la salud pública y d) observar hasta que punto se han asimilado los enunciados de la limpieza ( delincuencial y viral) en la población.

Ahora podemos afirmar que se trató de un ensayo exitoso pues logró guardar en sus casas a la población mexicana con el miedo y la amenaza de un virus mortal sin que se cuestionaran por la población la calidad de los servicios médicos de emergencia. Ninguna de las izquierdas reaccionó a tiempo, incluso podríamos decir que actuó obedientemente y se guardó en casa, con cubre-bocas (barbijo), gel desinfectante y evitando el contacto humano. El gobierno de la Ciudad de México, se puso a disposición del Gobierno de Calderón para atender la emergencia y el propio Andrés Manuel López Obrador hizo declaraciones sumamente tibias después de eliminada la declaración de emergencia sanitaria. Tampoco hubo reacción política alguna, de la población o los críticos políticos ante el decreto inconstitucional y allanador de casas.

Es sumamente importante señalar que el resultado más importante de este ensayo político en México, fue la facilidad con la que la población entendió el mensaje de guardarse en sus casas, se trató de una convocatoria al miedo, que rindió frutos y dejó ver hasta qué punto se han asimilado los postulados neoliberales (que enaltecen al individuo sobre el grupo social), conservadores, clericales y con tendencia al fascismo. No hubo indignación por el estado en que se encuentran los sistemas de salud públicos, no hubo organización social para atender a los sectores sociales más desprotegidos frente a la desatención médica, pero si hubo un buen comportamiento social, disciplinado, y sumamente conservador. Incluso, el gobierno federal se atrevió a felicitar a la población por su buen comportamiento ante una emergencia. Ahora, según los medios masivos de comunicación, es necesario estar alerta, pues habrá rebrotes del virus en el otoño próximo, así que la amenaza en permanente y el miedo también.

Y la gran consecuencia del miedo, es siempre, la inmovilidad. Por lo tanto, se ha generado un shock de inmovilidad en la población, que tendrá que apostar a lo seguro, a su seguridad, y por tanto, a la continuidad de lo que ya conoce, aunque sea un proyecto económico que siempre le desfavorecerá.

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