martes, julio 07, 2009

¿Deben renunciar Calderón y Ortega, rechazados por votos?

Pedro Echeverría V.

1. La realidad es que en las condiciones de México, es más o menos igual que renuncien o no lo hagan. Mientras no haya un movimiento de masas fuerte con alta conciencia, gobierne quien gobierne es más o menos lo mismo. Mientras algunos creen ingenuamente que es un problema de personas, la realidad enseña que es un problema de quién tiene la fuerza. Si renunciaran como aparato de poder, como programa de gobierno, como conformadores de un sector de la clase dominante, otra cosa sería. Pero si los vemos como individuos –así como se ha visto a Esther Gordillo en el SNTE- a los pocos minutos ya tendríamos a un sustituto peor o regular. Se fue Salinas, se fue Fox, se fue Mouriño, ¿qué pasó después? Exactamente más de lo mismo.

2. Vivimos un sistema económico, un sistema político, un sistema de gobierno y para que cambien realmente las cosas deben cambiar los sistemas, no los individuos. Imaginen a Marcos del EZLN, a López Obrador, a los principales dirigentes de la APPO, del SME, del EPR, de Atenco, juntos como legisladores en minoría, en las cámaras de diputados o senadores, con toda la honestidad y limpieza del mundo, queriendo dar la batalla parlamentaria. Sólo serían el hazmerreír de legisladores priístas y panistas, no ganarían sacar ningún acuerdo. O al revés: pregúnteles a los Pablo Gómez, Ortegas y demás que llevan más de 20 años en el parlamento cuantos avances han logrado para transformar a este país sin contar las reformas que han beneficiado a la clase política.

3. Imaginen: renuncia Calderón por ilegítimo y represor, pero en su lugar llegan panistas como Gómez Mont, Fernández de Cevallos o Vázquez Mota; o llegan priístas como Peña Nieto, Beltrones o Paredes, o de plano llegan perredistas como López Obrador, Ebrard u Ortega. ¿Creen ustedes que sin un pueblo movilizado y consciente en las calles, en los campos, en las escuelas, se puede resistir las acometidas empresariales y transnacionales que buscarán usar al ejército, sacar sus capitales y cerrar fábricas? Un simple cambio de personas no sirve para un carajo. Se necesita que antes el pueblo esté movilizado, encabronado contra la explotación y la opresión, así como que esté claro de que quiere cambiar las cosas. ¿Cómo tomar fabricas y gestionar empresas?

4. En Brasil, Argentina, Chile o Uruguay no hay gobierno buscando el socialismo y la igualdad, a pesar de tener antecedentes como los Sin Tierra, los Montoneros, el MIR y los Tupamaros. Aunque electoralmente los grandes burgueses fueron derrotados, los gobiernos de centroizquierda siguen gobernando solo un poco menos mal que sus antecesores. Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua podrían ser, o son, otra cosa. El carachazo de 1989, los indígenas bolivianos y ecuatorianos en permanente lucha y lo que queda de aquello revolución de 1979, han mantenido al pueblo movilizado en las calles y centros de trabajo. No puede existir un buen gobierno sin mecanismos que garanticen una directa y permanente participación de la población en la solución de sus asuntos.

5. Pienso que ha sido un gran error de la izquierda pedir renuncias de funcionarios burgueses, cuando a los funcionarios que mal gobiernan se les debe sacar con el movimiento de masas. Como alguien diría: a patadas. ¿De qué sirve que renuncie Ortega como presidente del PRD, por destruir al partido, si en ello han contribuido todo un equipo y que además es ampliamente mayoritario en el partido? ¿Debe renunciar para que siga dominando la línea electorera y siga aislado absolutamente de los problemas de la población? ¿O debe renunciar en un Congreso para que se siga la misma línea, pero revolcada? ¿O se funda otro partido de cuadros, con los mismos programas electoreros y los mismos vicios de todos para que en dos años se esté dividiendo nuevamente?

6. Todo esto demuestra que la política no es de personas en lo individual, de grupos o de “tribus”, sino un problema social muy amplio. Parecería sencillo, pero realmente es complicado. No es un asunto de buena voluntad, buenos deseos y honestidad. Es un problema de fuerzas, de poder y coyunturas. La política pertenece al campo de la lucha de clases, de los intereses económicos y políticos encubiertos en ideologías. No es un problema de sabios, de educación o de grados académicos. La política es determinar muy bien el objetivo, ubicar claramente lo que se quiere a corto y largo plazo, al enemigo principal que se quiere derrotar, medir nuestras fuerzas reales y los aliados con que contamos. Si fuera individual bastaría con un atentado y todo se arreglaría.

7. Todas las sociedades capitalistas, llámese yanqui, francesa, china o mexicana, son sociedades absolutamente injustas porque durante siglos han mantenido, por lo menos a la mitad de sus poblaciones, en condiciones de pobreza y miseria. ¿Por qué a pesar de sus revoluciones y movimientos sociales siguen siendo sociedades totalmente injustas? Porque el pueblo, después de la revolución, sin suficiente conciencia, se fue a descansar a su casita y dejó a sus dirigentes hacer lo que les daba la gana; pero también porque las oposiciones radicalizadas, las que exigían que la revolución cumpla con sus objetivos, fueron eliminadas para que pueda consolidarse una nueva clase gobernante. No fue la traición de uno o dos personajes, sino de todo un proyecto de país.

8. Así que hay que olvidar que renuncie tal o cual jefe porque ningún cambio de personas garantiza nada. Hace poco se pedía con insistencia la renuncia de Mouriño; no renunció, desapareció; pero su espíritu sigue durmiendo con Calderón, manejando los negocios de Campeche y moviendo los hilos en Gobernación. En vez de pedir que renuncie Calderón en la Presidencia, Ortega en el PRD o la funesta Gordillo en el SNTE, hay que pensar si tenemos la fuerza suficiente para imponer un sustituto y un programa de gobierno diferente. La renuncia del boquiflojo presidente del PAN es sólo una maniobra para entretener de asuntos tan importantes como el desempleo, el desplome productivo, la crisis económica, la represión y que siga el ejército en las calles. ¡Fortalezcamos la lucha social o nada!

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