martes, junio 23, 2009

Izquierda electoral, zona de desastre

Marco Rascón

Tiene razón Andrés Manuel López Obrador al reclamar que los diputados, senadores, gobernantes, funcionarios y las prerrogativas de los partidos se los deben a él. Es un concepto de la política, no nuevo, pero que aquí nació, aquel 24 de abril de 2005 en un acto de bonapartismo puro, cuando militantes, activistas, dirigentes e intelectuales le entregaron su historia, su memoria, sus convicciones, su colectividad, sus principios, su obra, a la causa personal del poder.

Surgió ahí que la lucha por el poder no nada más era la más importante, sino la única, y para ello la misma izquierda que impulsó y organizó batallas para los grandes cambios decidió justificar los medios por los fines y aceptar, sin autocrítica alguna, que en la plaza surgieran desde la siniestra personajes que se iban purificando con sólo una gota sagrada de su saliva.

En esa misma plaza se instaló la guillotina de las rechiflas para los infieles y no creyentes; por eso, pasado el 2 de julio de 2006, fue creciendo la lista y la división entre los puros y los traidores, pues como Andrés Manuel López Obrador dijo textualmente hace unos días en Huajuapan, Oaxaca (www.youtube.com/watch?v=q8YR2YZ jDiY&feature=related), al presentar como "gran luchador social" al candidato por PT y Convergencia Felipe Martínez Soriano, quien tiene una larga historia de provocador, reventador y que es autor intelectual de asesinatos, entre ellos el de los vigilantes de La Jornada en 1990.

López Obrador dijo ahí: “Somos millones. Nunca en la historia de México había habido tanta gente como ahora dispuesta a luchar por un verdadero cambio. Ni en la Independencia ni en la Reforma ni en la Revolución había tanta gente como ahora, consciente y dispuesta a luchar por un verdadero cambio…” Es decir, que su importancia trasciende a Hidalgo, Morelos, Juárez, Villa, Madero, Zapata, y que el millón de muertos que dejó la Revolución en una sociedad de 15 millones de habitantes se debió a que fueron a la guerra y murieron por confusión, no por convicción ni conciencia. Nadie es comparable con él. Algo similar pasó según la Biblia con Adán: la historia empezó con él, antes no hubo nada.

El desastre conceptual, ético, programático, de falta de principios, es resultado de una inmensa soberbia que hoy considera que la estrategia de dividir su propia fuerza es "de lucha". Juanito ha sido utilizado, exactamente igual que los intelectuales, académicos, sociólogos, científicos más brillantes que cayeron en la tentación del discurso maniqueo, que, como ahora, pide públicamente a Juanito su cabeza, advirtiéndole que ganará por él, jurando ante la masa obediencia o que la abyección del acto se lo demande. ¿Es un acto demócrata contra la derecha aceptar con gusto la guillotina?

Pregunta a los demócratas: suponiendo que Juanito tuvo un voto en favor de él, un solo voto, ¿qué hacer conscientemente por Juanito con ese voto? Juanito, como Juan Diego, vio en ese momento a la Virgen, es cierto, pero aun como transmisor y portador de rosas y de llevar en la cabeza el sagrado manto, ¿puede tomarse una decisión por encima de los votos para Juanito? Antes de la bendición, ¿el PT y Juanito no tenían un solo voto de ellos en Iztapalapa? ¿Dónde, en qué elección, se preguntó a esos votantes del PT si querían ceder sus votos? ¿Eso no es intromisión y manipulación del voto?

No importa, los fines justifican los medios y en la lucha contra la derecha se vale defraudar, corromper o rezar, como ahora lo hace René Bejarano por sus candidatos. No hay que temer una expulsión perredista: Bejarano está expulsado desde 2003 y, sin embargo, es el gran elector de diputados y legisladores en el PRD. De ahí nadie se irá, mientras haya prerrogativas que disputar.

Lo que viene es muy claro, pues Juanito no ganará. El 5 de julio vendrá la cruda y AMLO empezará a buscar a Alberto Anaya y Dante Delgado para que cumplan los acuerdos dándole la parte de prerrogativas pactadas, que es la verdadera causa del llamado a votar por el PT y Convergencia. Aquí la ética se acabó: son negocios electorales, pues los fines justifican los medios y de la honestidad no quedará nada.

En el saldo político, por el PT llegarán Adolfo Orive, agente y contrainsurgente puro del salinismo, introducido clandestinamente en la lista plurinominal. Mientras todos ven para Iztapalapa, López Obrador lo planta en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y lo purifica, al igual que a Felipe Martínez Soriano.

La izquierda electoral es zona de desastre. La oligarquía mexicana puede dormir tranquila, mientras ésta sea la izquierda y sus prácticas. Si el plantón de Reforma mostró la primera fractura, lo de Iztapalapa causa ahora vergüenza en miles que votaron por esa coalición de caníbales sumisos.

El lopezobradorismo en su intolerancia, demencia, condescendencia intelectual, argumentos y justificaciones es la renuncia al reclamo democrático y toda demanda queda desprestigiada en sus manos. Es la que ha llevado a la izquierda a una zona de desastre. Esperen el 5 de julio, no como fraude, sino como obra colectiva.

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