sábado, mayo 02, 2009

Se quejan enfermeras por falta de material ante la epidemia

Guadalupe Cruz Jaimes (CIMAC)

La queja presentada por enfermeras del Hospital Belisario Domínguez de la Ciudad de México, ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), porque no se les proporciona material necesario para atender a la población de “alto riesgo” ante la pandemia de influenza porcina, evidenció que las carencias en este sector de trabajadoras de la salud son constantes.

“No tenemos los cubrebocas idóneos, utilizamos los ‘comunes’ que venden en cualquier farmacia y tienen una duración de 15 minutos y a lo mucho nos dan 2 ó 3 por día”, señaló a Cimacnoticias Angélica Mejía, enfermera de este nosocomio desde que abrió sus puertas, hace cuatro años.

Para atender a las y los pacientes que se sospecha tienen el virus de la influenza porcina, las enfermeras y el personal médico en general deberían utilizar una mascarilla de “alta filtración” y gogles especiales. Sin embargo, este material se les proporciona una vez al año y la mascarilla tiene una duración de 4 días.

Angélica Mejía indicó que en el hospital, la semana pasada, no había guantes, material indispensable para evitar el contagios con pacientes que se sospecha tienen la enfermedad, pues “a través de las manos estamos en contacto directo con las secreciones”. A decir de la enfermera del área de terapia intensiva, en el Belisario Domínguez sólo hay dos casos confirmados de influenza porcina y varios “sospechosos”.

En el hospital hay 350 enfermeras y enfermeros, de los cuales el 95 por ciento son mujeres, la mayoría es población adulta-joven en edad reproductiva. Y el 50 por ciento estudió la licenciatura en enfermería.

En terapia intensiva Angélica Mejía atiende a un paciente por día ya que en esta área se encuentran las y los enfermos “graves” y requieren de toda la atención del personal, “los llevamos al sanitario, en algunos casos usan pañales, los bañamos, les ayudamos en todo lo que no pueden hacer”, agregó.

Mientras que las enfermeras “de piso” auxiliares o generales atienden de 3 a 8 personas hospitalizadas puesto que la mayoría están “estables”. Razón por la que también se prioriza el suministro de medicamentos para el área de terapia intensiva porque está en riesgo “la vida del paciente”.

Para el personal médico y de enfermería es ordinario que aún con la contingencia haya algunas carencias, porque “siempre hace falta material: cuando llegan los analgésicos ya no hay pañales o antibiótico”, denunció.

Eso, dijo la enfermera “evidencia la falta de recursos materiales que hay en los hospitales públicos”. Cuando llega el medicamento no alcanza para cubrir la demanda del hospital, “no alcanza para todos los días”. El material se solicita y justifica por escrito, así es más fácil que llegue, pero “¿en cuánto tiempo? No sabemos”.

Ejemplo de ello, es que hoy abastecieron el analgésico que solicitaron a mediados de marzo.

En el caso de la influenza, los retrovirales les están llegando por dosis para los casos comprobados, como ocurre con los de tuberculosis. No obstante, a decir de la trabajadora de la salud, ha pasado muy poco tiempo para decir si los esfuerzos de las autoridades del sector han sido suficientes para hacer frente a la epidemia.

En contraste, Julieta Alcántara, jefa de enfermeras del hospital, señaló que en su centro de trabajo se cuenta con los suficientes insumos para brindar atención de calidad a sus pacientes.

No obstante, reconoció que en el sector público se proporcionan los recursos materiales para desempeñar su trabajo, “pero no en tiempo y forma”. Asimismo, indicó que cuentan con lo necesario para protegerse y atender a las y los pacientes que tienen o se sospecha que tienen el virus de la influenza porcina.

Julieta Alcántara añadió que “siempre va a faltar material”, pero no es por falta de dinero sino por falta de una “buena administración”, es decir, si se invirtiera como “se debe” no habría carencias en el sector salud, afirmó.

La encargada del personal de enfermería en el Belisario Domínguez refirió que esta profesión es de “alto riesgo”, pero teniendo la técnica y los recursos materiales para protegerse no corren peligro.

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