lunes, mayo 11, 2009

Escenario electoral

Gerardo Fernández Casanova

“Que el fraude electoral jamás se olvide”


Con la precisión de la mercadotecnia política importada, la emergencia sanitaria cumplió su papel desmovilizador justo al arranque de las campañas para renovar la cámara de diputados. En su incuestionable calidad de partido en el poder fallido, el PAN apuesta al abstencionismo para valorizar, en términos relativos, el voto de su clientela cautivada mediante los programas de (dizque) combate a la pobreza.

La “cochigripa” le ha sido funcional para su “cochipolítica”. Con una inusitada ferocidad, el PAN arremete con todo contra el PRI, exhibiendo (por cierto, mordiéndose la lengua) la brutal corrupción del viejo régimen, siendo el propio presidente nacional el vocero de los denuestos. Por su parte, el PRI responde exhibiendo la palmaria incapacidad de los panistas para gobernar, pero también apostando a la abstención, habida cuenta del voto duro en los estados que gobierna. Ambos dan por supuesta una baja votación para los partidos de izquierda, conforme lo advierten las encuestas de intención de voto, razón por la que han juzgado innecesario incluirlos en su agenda bipartidista made in usa, con la excepción del Distrito Federal.

Una cuestión que marca un avance significativo en las campañas del PAN y del PRI es que, de manera inusual, están siendo veraces. Tienen toda la razón los panistas, es plenamente cierto que los priístas son corruptos de cuerpo entero. También el PRI dice la verdad cuando exhibe a los panistas como rotundamente ineptos para gobernar. Desde el llano, Juan Pueblo hace gala de memoria histórica, por lo menos de la reciente. Aunque parece que sucedió hace un siglo, recuerda que hace nueve años decidió sacar al PRI del gobierno, no sólo por corrupto, sino por la tremenda ineptitud gubernamental que provocó el empobrecimiento de la mayoría y la entrega de los intereses nacionales al extranjero. Menos olvida lo que vive desde hace esos mismos nueve años con los gobiernos del cambio y de la continuidad; más de lo mismo pero copeteado, corrupción de cuello blanco (totalmente pirruris) e ineptitud rayana en traición a la patria. Pero, por si acaso fallase la memoria, ambos partidos se han dado a la tarea de recordárselo insistentemente y con lujo de detalles.

Para el proyecto político panista la elección reviste una importancia toral. Requieren de una mayoría cómoda en la cámara para cumplir con sus aviesos compromisos de desmantelamiento del país, sin tener que pagar los chantajes del PRI. Perder la mayoría en esta ocasión significará su despedida anticipada de la residencia presidencial. Por su parte, el PRI estima que lograr la mayoría en esta elección le asegura el retorno al poder con tapete rojo, para hacer lo mismo que el PAN, pero para su provecho y para presentarse ante sus patrones como partido moderno, respetuoso de la alternancia exigida.

Para el proyecto de México como país viable, la elección también reviste importancia vital. Una mayoría panista o una priísta o la combinación de ambas, significaría profundizar en la senda seguida durante los últimos cinco lustros, cuyo resultado ha sido el brutal empobrecimiento de la mayoría, junto con el escandaloso enriquecimiento de una mínima minoría. Ambos han demostrado en este lapso que, en aras de una estúpida modernidad global, han uncido el destino nacional a las veleidades del gran capital internacional. Ellos son los fanáticos de la libertad del mercado que ha significado la esclavitud del pueblo. Ellos han sido responsables de la desaparición de la industria nacional y de la destrucción del campo productivo. Ellos han sido los que han vuelto la espalda a la América Latina para congraciarse con el amo del norte, buscando una integración contranatura y perjudicial a nuestros intereses nacionales. Los dos han demostrado su incapacidad para generar bienestar y seguridad en la población. Juntos han sido los autores de atracos como el FOBAPROA y otros rescates de intereses corruptos con cargo al erario. Por esto y muchos otros agravios, la consigna es: NI UN VOTO AL PAN NI AL PRI.

Acepto que, desde el punto de vista formal, la izquierda se presenta desdibujada, con un PRD debilitado por sus broncas internas, en tanto que el PT y Convergencia ni siquiera han alcanzado a dibujarse. Lo único que rescata a la izquierda ante esta elección es el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, para el que también resulta de importancia fundamental el lograr una presencia mayoritaria en la cámara, conforme al proyecto de reconstruir al país e impulsar políticas de protección a la economía popular, en defensa del petróleo y de la soberanía nacional. AMLO está convocando y participando activamente en la promoción del voto a favor de los partidos del Frente Amplio Progresista como conjunto y, en algunos casos, de manera diferenciada en función del compromiso del candidato con la movilización.

Es preciso tener claro que la abstención o la anulación del voto solamente benefician a quienes han destruido a México; que no tiene sentido la aplicación del voto útil en la elección de la cámara de diputados, en cuya composición cuenta la proporcionalidad de la votación total. Se requiere de un esfuerzo mayor de quienes postulamos que, para el bien de todos, primero los pobres, para impulsar y promover una copiosa votación a favor de los candidatos progresistas, sin caer en el garlito de las caras bonitas o las imágenes de cosmético televisivo. La Patria reclama patriotismo verdadero.

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