sábado, mayo 23, 2009

Al día mueren alrededor de 10 mil neuronas

Boletín UNAM-DGCS-306
Ciudad Universitaria

* El ser humano tiene cerca de 100 mil millones y su pérdida es un proceso natural por el envejecimiento, dijo el investigador del IFC de la UNAM, Julio Morán Andrade

* El abuso de drogas disociativas o de inhalantes provocan un deterioro masivo, porque la propensión aumenta entre 30 y 50 veces


La muerte de las neuronas es un proceso natural de envejecimiento y se calcula que al día una persona de entre 20 y 30 años de edad pierde alrededor de 10 mil neuronas, es decir, al año desaparecerán unos tres millones y medio.

Aproximadamente, el ser humano tiene 100 mil millones de neuronas, por lo que la pérdida natural es poco considerable, informó el investigador del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, Julio Morán Andrade.

La muerte de esas células como un proceso fisiológico y natural ocurre en el desarrollo del sistema nervioso del ser humano, cuando se eliminan alrededor del 50 por ciento de ellas; no obstante, este proceso es armónico y ordenado, y genera las bases para establecer un cerebro maduro y funcional.

Células extremadamente especializadas

Las neuronas son células que forman parte del sistema nervioso. Se encargan de procesar la información que regula una gran cantidad de funciones básicas y complejas. Los tipos y las funciones realizadas son diversos, lo que se refleja en la existencia de una proporción elevada de genes exclusivos de este tejido, así como en un alto grado de especialización.

Las neuronas dependen de otras células y para subsistir requieren de un aporte directo energético de glucosa y oxígeno. Cualquier situación que afecte mínimamente su homeostasis puede llevarlas a la muerte.

Si un infarto cerebral se prolonga por largo tiempo, se produce una reducción crítica en el aporte de glucosa y oxígeno, y esas células inician su deterioro. Para retrasarlo, una de las prácticas es la reducción de la temperatura del cerebro, lo que ayuda a estabilizar y evitar que se propague la muerte neuronal, explicó el investigador.

Existen otras condiciones que se asocian a la muerte patológica, como el envejecimiento, observable en pacientes con enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer y Parkinson, entre otras.

El abuso de drogas disociativas como la ketamina o inhalantes también provoca una mengua considerable, y se calcula que la propensión a perderlas, comparada con el proceso natural, aumenta entre 30 y 50 veces, con efectos directos en la fisiología y conducta del individuo, añadió el jefe del Departamento de Neurociencias.

La combinación de estupefacientes puede ser devastadora, más en el caso de una mujer embarazada, porque se podrían generar malformaciones o alteraciones en las capacidades intelectuales del producto.

El sistema nervioso puede estar expuesto a condiciones ambientales dañinas, como ocurre en ciertas comunidades donde el agua puede estar contaminada con metales pesados como arsénico, plomo o manganeso, entre otros.

El efecto puede ser a mediano o largo plazos, pues esos componentes se acumulan en el organismo hasta generar un estado tóxico, que puede incluir un estrés oxidativo que deriva en el deceso de grupos neuronales. La polución ambiental también influye porque el aire puede contener esas partículas, especificó.

A nivel molecular, uno de los eventos que pueden provocar estas condiciones patológicas por toxicidad es el estrés oxidativo. En condiciones normales, el cerebro cuenta con una serie de mecanismos que permiten enfrentar esta situación; no obstante, existen factores que la complican, como el metabolismo de las neuronas, que es alto comparado con otras células y, por ende, utiliza una mayor cantidad de oxígeno.

Además, esas células tienen membranas con alto contenido de ácidos grasos insaturados, los sistemas antioxidantes no son eficientes y algunos grupos neuronales tienen niveles significativos de fierro, lo que promueve la generación de estrés oxidativo; si a esta condición se aúna la acumulación de compuestos tóxicos, ciertas drogas e incluso el envejecimiento natural, las condiciones oxidantes pueden resultar dañinas.

Se han desarrollado fármacos que contrarrestan las consecuencias; en algunos casos son útiles y en otros derivan en efectos secundarios indeseables. Por ello, a nivel mundial se perfeccionan medicamentos que pudieran detener ese proceso, concluyó.

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