sábado, marzo 28, 2009

Banca intocable

Senadores pasan la bolita al Banco de México

Carlos Fernández-Vega


Mientras en el Senado de la República no pocos de sus inquilinos presumían que ellos sí meterían en cintura a los voraces banqueros, porque, "con la ley en la mano", regularían las excesivas tasas de interés que cobran a los usuarios de las tarjetas de crédito, la cartera vencida del dinero de plástico no dejaba de crecer. Lo primero fue vodevil, como siempre; lo segundo no.

Cuando dichos personajes se pavoneaban por tal "decisión", muchos incrédulos preguntaban ¿hasta dónde se animarán los de Xicoténcatl? Y la respuesta no tardó en llegar: hasta donde siempre, es decir, a ningún lado. El dictamen aprobado por los senadores en materia de "regulación" de tasas de interés no es más que una pésima zarzuela, toda vez que le aventaron la pelota al Banco de México para que sea esta institución la encargada de lo que los legisladores se comprometieron a hacer ("regular" tasas de interés y comisiones), con el agravante que a Guillermo Ortiz y sus muchachos les recomiendan "solicitar la opinión de la Comisión Federal de Competencia, de la Comisión Nacional de los Usuarios de los Servicios Financieros y de la Comisión Nacional Bancaria y de valores", o lo que es igual los mismos organismos gubernamentales que abierta e insistentemente se han pronunciado (¡sacrilegio!, gritan) en contra de regular las susodichas tasas y se niegan a tocar a la banca que opera en el país así sea con el pétalo de una rosa.

Este último organismo, la CNBV, recién informó que la cartera vencida en préstamos obtenidos a través de tarjetas de crédito alcanzó en febrero pasado un nivel sin precedente de 10.2 por ciento, lo que representó un crecimiento de 0.47 por ciento en un mes. Con esto, el crédito al consumo se ubicó como el segmento con el mayor índice de morosidad (La Jornada).

Lo anterior, sin embargo, no inquietó a los inquilinos del Senado, quienes en comisiones se limitaron a palomear "sanciones específicas para los bancos que no acaten las nuevas disposiciones en materia de tasas de interés. Las multas van de 4 mil a 20 mil días de salario mínimo". Traducido en dinero contante y sonante, esos "castigos" equivalen a 216 mil y un millón 80 mil pesos. Para calibrar qué tipo de "susto" le metieron a los barones del dinero, suficiente es mencionar que anualmente por comisiones e intereses cobrados los señores de la banca se embolsan miles y miles de millones de pesos, de tal suerte que las "multas" bien pueden dejarlas de propina.

Así, el índice de morosidad al alza, los enjundiosos legisladores a la baja (si ello es posible, dada la querencia que il popolo les tiene) y los señores de la banca a seguir con el jugoso negocio de comisiones y tasas de interés cada día más elevadas, mientras el Banco de México "solicita la opinión" de los organismos gubernamentales que se niegan a rozar los intereses de los barones del dinero.

Pues bien, para dar una idea de cómo ha evolucionado el negocio más lucrativo para la banca que opera en México, la Cámara de Diputados (siguiente paso legislativo para el citado dictamen) proporciona, por medio de su Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, el siguiente comparativo: en diciembre de 2004 la diferencia entre la tasa promedio de interés pasiva (la que se paga a los ahorradores) y la activa en tarjetas de crédito (la que se cobra a los usuarios del dinero de plástico) fue de 470 por ciento; cuatro años después –en igual mes, pero de 2008–, esa diferencia fue de 600 por ciento, en ambos casos sin considerar el impuesto al valor agregado.

Si se toma como referencia a los países de América Latina para contrastar las tasas de interés en tarjetas de crédito, explica el CEFP, se observa que para enero de 2009 Chile reporta en promedio una tasa de 50.6 por ciento, México con 41.6 por ciento, Perú 38 por ciento, Venezuela 32 por ciento y Colombia 28 por ciento. Las diferencias se acentúan cuando la comparación es con países como Canadá, en donde las tasas promedio de interés que se cobran a los tarjetahabientes se ubican en un rango de 17-20 por ciento, y Estados Unidos, entre 8 y 16 por ciento, es decir entre 60-50 y 80-62 por ciento, en cada caso, menos que en México.

Si se incluye el Costo Anual Total (CAT), entonces la banca que opera en México se lleva las palmas, y alcanza, holgadamente, la indiscutible primera posición latinoamericana, siguiéndole la que funciona en Perú y después en Chile, es decir las mismas instituciones del capital financiero trasnacional, pero con nombres comerciales distintos según el país en el que operen. Para el uno, dos, tres dicho indicador (enero 2009) es de 110, 70 y 50 por ciento, aproximadamente, en cada caso, de acuerdo con la información que en las distintas naciones de la región recabó el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados.

Para igual fecha, el CAT en Canadá es de 20 por ciento, idéntico a la tasa de interés más alta para tarjetas de crédito en aquel país, mientras en Estados Unidos es cercano a 25 por ciento, 9 puntos porcentuales por arriba de la mayor tasa de interés aplicable al dinero de plástico. En México esa diferencia supera los 68 puntos porcentuales. Para el caso venezolano este indicador resulta exactamente igual (32 por ciento), mientras en Colombia supera por casi 10 puntos porcentuales al promedio más elevado de tasas de interés.

Pero los senadores –supuestos representantes populares– decidieron que sea el Banco de México quien "regule" comisiones y tasas de interés, y para proceder "solicite la opinión" de ya saben quiénes, que de populares nada tienen.

Las rebanadas del pastel

Hay que reconocer que Manu Chao se equivocó. Antes de pronunciarse sobre cuestiones de política interna mexicana debió consultar al burro de Aznar para conocer de primera mano cómo el ex presidente español sí pudo (sin consecuencia legal alguna, la clerical anuencia del entonces secretario de Gobernación, monseñor Abascal, y con nutridos aplausos de los panistas) no sólo inmiscuirse en temas que sólo competen a quienes nacieron en este país, sino descaradamente pronunciarse a favor de y promocionar el voto para el Felipillo, el del "estado de derecho". Metiste la pata, querido Manu, porque, como recién lo dijo Calderón, la cuestión es sencilla: no se trata de legalidad, sino de estar "conmigo o contra mí". Así de fácil.

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