miércoles, febrero 25, 2009

Retirada estratégica

Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota
la victoria de quien se ha vencido a sí mismo

Buda

DICEN QUE UN BUEN MILITAR
sabe que antes de perder todas sus tropas intentando mantener posiciones insostenibles debe retirarlas a posiciones más seguras. A este respecto Napoleón decía: "Una retirada a tiempo es una victoria".

Y como Bonaparte, quizá en ánimo triunfante, el mayor Roberto Orduña Cruz –en situación de retiro, aclararía de inmediato la Defensa Nacional— renunció el último fin de semana a la Secretaría de Seguridad Pública municipal de Ciudad Juárez, luego de que fuesen asesinados el director operativo de la Policía local y dos de sus escoltas.

Orduña estaba amenazado. De no dimitir al cargo al que llegó en mayo de 2008, cada día caería bajo las balas de los sicarios uno de los elementos a su cargo. Uno a uno. Día a día.

Y para salvaguardarles la vida, decidió esta retirada estratégica.

¡Victoria! ¡Victoria! Las fuerzas de la ley y el orden van ganando la guerra, "aunque no lo parezca.

"Derrotados" por la abdicación de Orduña, así "acorralados", los sicarios levantaron la mira y, acto seguido, amenazaron de muerte al munícipe José Reyes Ferríz, a través de la colocación de "narco-mantas" en las avenidas más transitadas de la población fronteriza.

Y en un acto aún más "cobarde", los "debilitados" y "desesperados" delincuentes, a quienes ha hecho mella (sic) el embate de las fuerzas federales en contra del narcotráfico y sus derivados –secuestros, asesinatos, cobro de "impuestos de seguridad" a comerciantes e industriales"— se lanzaron en contra del convoy en el que, el domingo por la noche, viajaba el gobernador de la entidad, José Reyes Baeza.

"Sometidos" los sicarios, ¿van ahora por las solicitudes de licencia de esos dos personajes políticos?

El alcalde juarense ha dicho que no. Que seguirá depurando al cuerpo de policía local, acción que aparentemente ha provocado las amenazas en su contra.

El gobernador Reyes Baeza, en cambio, sí ha reculado. Ha intentado presentar el atentado que cobró la vida de una de sus escoltas como un mero "incidente" de tránsito, como los que a diario se presentan en todos los puntos de la geografía nacional. Sólo que, dijo, hubo armas largas. No hay quien se lo crea, por supuesto.

Y lo dijo de lo más tranquilo. Quizá porque en Chihuahua, lo mismo en la capital que en el otrora Paso del Norte, la violencia está desatada. Debe parecerle "normal" al gobernante, entonces, que esas armas largas salgan a relucir hasta por quítame estas pajas, con mayor razón, quizá, si sus escoltas actuaron con la prepotencia que a estos cuerpos de seguridad, ya pública o privada, les es característica.

Convendría, quizá, que estos dos Reyes, Ferríz y Baeza, abandonaran sus cargos. Para que, cual en el caso del mayor Orduña, con su retiro estratégico hagan que el enemigo reconozca su "derrota".

Y ya encarrerados, ¿por qué no adoptar una estrategia así en todos los frentes abiertos por el señor Felipe Calderón en esta su "guerra" en contra del narcotráfico?

Retiro estratégico, pues, así y en los manuales se considere a esta maniobra cual propia de las luchas medievales.

Retiro estratégico, ya que a poco más de dos años de iniciada esta peculiar "guerra", la situación es totalmente contraria a las previsiones iniciales del "alto mando" calderonista. Sigue siendo caótica y el conflicto sangriento originado por las luchas entre los distintos grupos delincuenciales se recrudece por momentos. El estado de impotencia en el que se han sumido las fuerzas federales se está resintiendo día a día.

Retiro estratégico, para reorganizar a las tropas y depurar a las policías y empezar a usar la "inteligencia" que, a la fecha, ha brillado por su ausencia.

Como toda operación militar, en la planeación de una retirada deben determinarse el o los objetivos que se busca alcanzar.

A lo mejor, entonces, la renuncia de Orduña es ejemplar, "aunque no lo parezca".

Índice Flamígero: En un discurso por radio el 18 de marzo de 2006, el entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, pidió a su pueblo que comprendiera que "no habrá paz, ni honor, ni seguridad en la retirada" de Irak y Afganistán. Dejó así al gobierno de Barack Obama una herencia ominosa, ya que para salir del atolladero en que metieron Bush y sus halcones al país, deberá el nuevo gobierno comprometer prestigio, alianzas, objetivos estratégicos, tropas y mucho dinero, y mucho dinero, y mucho dinero… ¿Así dejará al país, en 2012 o quizá antes, el señor Felipe Calderón?

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