sábado, febrero 21, 2009

Huracanes y canicas

Carlos Fernández-Vega

- Huracanes y canicas
- Bisoños y codiciosos
- Son, no se hacen


El creativo gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, utilizó una buena cantidad de creativos términos para justificar la enésima sacudida que a la moneda nacional le han propinado las hordas especulativas que operan en el país: "huracán financiero", "turbulencia internacional muy fuerte", "montaña rusa" en Wall Street, "crisis de enormes proporciones", por sólo citar algunos. También mostró creatividad en su intentó por borrar la imagen de "catastrofista" que de él guardan ciertos mochoacanos: pase lo que pase, dijo, "tenemos canicas" para hacer frente a todo lo anterior.

De nueva cuenta sudoroso, como en los buenos tiempos, ayer el ex secretario de Hacienda no sintió lo duro sino lo tupido, pues la cotización peso-dólar rompió la "barrera sicológica" de las 15 unidades (obvio es que favorable al billete verde), algo que en la Comisión de Cambios (Ortiz-Carstens) daban por sentado no sucedería, dada la abundante cuan permanente "inyección" de reservas internacionales para saciar, según creen, el insaciable hambre de los especuladores.

"Huracanes", “turbulencias, "montañas", "enormes proporciones", "canicas" y conexos, pero ninguna explicación medianamente creíble sobre el por qué del más reciente embate en contra del peso. Términos creativos, sin duda, que lo podrían orillar a escribir un cuento adicional, pero ni un solo nombre de los responsables de darle el tiro de gracia al tipo de cambio, el cual rompió la "barrera sicológica" de las 15 unidades y terminó por desmoronar la de por sí endeble confianza que a estas alturas existe entre los mexicanos.

A 15.16 pesos por dólar llegó ayer el tipo de cambio, para concluir la semana cambiaria en 14.95, con no menos de 400 millones de dólares de reservas internacionales "inyectadas" al mercado para saciar, dicen, la sed de los especuladores, quienes con los colmillos perfectamente afilados esperan la reapertura del mercado el próximo lunes, cuando puede suceder cualquier cosa. ¡Felicidades!: en 32 años, con todo y "canicas", 120 mil por ciento de incremento en la cotización del dólar, en demérito, desde luego, de la tambaleante moneda nacional.

"No queremos una crisis de confianza", clamaba días atrás un pandillero de la "continuidad", disfrazado de Secretario del Trabajo, cuando es un hecho que mucho antes de estallar la crisis económico-financiera ya habían reventado las de credibilidad y confianza en un gobierno y una clase política (incluidos los barones del sector privado y de la Santa Madre) que de plano no da una (económica y socialmente hablando, porque para sí ha salido muy resultona).

Crisis de confianza que se profundiza (más allá de los más recientes resultados cambiarios, bursátiles, laborales, económicos y conexos) por la defraudación de una institución extranjera, Stanford Fondos, filial del consorcio gringo Stanford Financial Group, avecindado en México con autorización del gobierno nacional, en contra de un nutrido grupo de mexicanos clasemedieros y de mayor nivel económico, sin que la somnolienta institución oficialmente encargada de "vigilar" y "supervisar" a este tipo de empresas se haya enterado.

Como en tantas otras ocasiones, de madrugada le pasó a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores el desfalcó, y ahora ya no sabe cómo zafarse de la bronca ni de los justos reclamos de dicho grupo, porque ella "sólo garantiza" las operaciones e inversiones "que se hagan en México". Y para calmar los ánimos de los defraudados, los directivos de la CNBV muy atinadamente pintaron su raya: si se saben contar, no cuenten con nosotros.

Se repite la historia de la "autoridad" que "vigila" y "supervisa" el "sano funcionamiento" del sistema financiero que opera en el país. Ahora el ágil presidente de la CNBV, Guillermo Babatz, puede recurrir a los bellos calificativos que Miguel de la Madrid utilizó en octubre de 1987 para justificar el saqueo de los pequeños inversionistas en el mercado bursátil. Decía el entonces inquilino de Los Pinos que éstos fueron atracados por "bisoños" y que el fraude que los victimó fue "resultado de la codicia colectiva", es decir, lo mismo que ahora sucede con los saqueados por Stanford Fondos, o, por ejemplo, con el ahorro de los trabajadores y las Afore.

Y a esa misma crisis de confianza, "que no queremos", también contribuye la información que sobre el comportamiento de la economía divulgó ayer el INEGI, la cual, una vez más, desmiente el "optimismo" del inquilino de Los Pinos, quien durante su plácida visita al Foro Económico Mundial en Davos (finales de enero pasado) presumía que "en 2008, a pesar de la recesión global, México creció más de 1.5 por ciento".

Pues resulta que no, que tampoco en eso atinó. Tanto discurso, tanta saliva invertida para "convencer" de que la "gripa" nos hacia los mandados, para que venga el INEGI y apeste la fiesta de la "continuidad" con "optimismo", e informe que en 2008, oficialmente, la economía mexicana "creció" 1.3 por ciento, el peor resultado desde 2002, y que en el último trimestre del año pasado el desplome fue de 1.6 por ciento en términos reales, abriendo surco para la recesión. Cifras desestacionalizadas empeoran los resultados, pues ellas indican que el PIB reportó una caída de 2.69 por ciento en octubre-diciembre en comparación con el trimestre inmediato anterior.

Qué bueno que en Los Pinos "no queremos una crisis de confianza".

Las rebanadas del pastel

No todo está perdido. Ya lo dijo el panista Gustavo Enrique Madero, presidente del Senado: “no podemos sumarnos a las críticas (contra los integrantes del gabinetazo calderonista) que con carácter electoral se expresan para desacreditar un esfuerzo (del) equipo de trabajo” del inquilino de Los Pinos. Bien dicho y mejor explicado: no es que no sean pendejos, sino que las elecciones están a la vuelta de la esquina… Una suerte de misterioso comando alfanumérico atacó al México SA de ayer, en cuyo primer párrafo aparece un incomprensible “en el verano regresan las 32TmRs…”. En el original, sin códigos, era mucho más sencillo: "en el verano" regresan las vacas gordas…”

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