jueves, febrero 26, 2009

Desarticulación geopolítica mundial, anticipan analistas europeos

Pulso crítico / J. Enrique Olivera Arce

“Está tan mal todo, que cualquier crítica no se equivoca. Todo lo que digamos que está mal es un acierto político, ético y filosófico.”

Marco Rascón


Estudiosos agrupados en torno al LEAP/Europe2020 y especializados en el seguimiento del comportamiento de la crisis sistémica global, manejan la idea de que la debacle económica tarde o temprano traerá aparejado el descalabro político generalizado y la desarticulación geopolítica mundial, “...ante la incapacidad de los dirigentes mundiales para percibir la magnitud de la crisis y su obstinación con que desde hace más de un año están tratando las consecuencias en lugar de atacar las raíces de sus causas.”

“Se está gestando una secuencia de desarticulación estratégica que afectará directamente a los grandes actores globales como Estados y la UE. Unos de estos actores verán cuestionada su integridad territorial y su tejido socioeconómico tanto como la estructura misma de su poder político y su influencia en el mundo”, afirman los analistas del grupo citado.

Atrapados como están en la tarea de conciliar las contradicciones existentes entre los intereses sistémicos del gran capital y las crecientes necesidades de una población que retrocede en sus niveles de vida y bienestar, los principales actores del sistema global han comenzado a divergir aceleradamente, independientemente lo que digan los comunicados del G7, G20 y otros foros internacionales, afirman los especialistas europeos, fundamentando la previsión anunciada, y divulgada esta por conducto del “Global Europe Anticipation Bulletin”.

Tal idea podría estar a prueba y confirmación en los esfuerzos que la administración de Barack Obama por sacar adelante un proyecto de rescate y reconstrucción -acotado por la oposición republicana-, que pretende en paralelo paliar los efectos de la crisis al interior de USA, sin menoscabo de su poder hegemónico e influencia en el resto del planeta. Del resultado de estos esfuerzos, en mayor medida, depende tanto la estabilidad política en el llamado primer mundo y en los países emergentes de Asia y América Latina, así como una correlación de fuerzas que propicie el equilibrio y estabilidad geopolítica mundial, como se desprende de los análisis del LEAP/Europe2020.

México como presunto país emergente, no está exento de ser arrastrado por el derrumbe de las economías primer mundistas. El sólo hecho de tener como principal cliente para su mercado de exportaciones, si no el único, a los Estados Unidos, da la medida del riesgo. El haber asumido el gobierno salinista que estábamos preparados para participar en el tratado de libre comercio de América del Norte (TLCAN), pasando por alto la obvia asimetría guardada con relación a las economías de USA y Canadá, no solo fue medida política equivocada y demagógica -aplaudida en su momento por el priísmo en el poder-, también desmanteló y desarmó al país haciéndolo dependiente de una economía exportadora, en detrimento del mercado interno.

Con el agregado de la también equivoca e inconsecuente disposición de Felipe Calderón, de abrir las puertas de par en par a la importación de alimentos, abandonando a su suerte a la factura nacional; condenando a las mayorías, ancladas a un régimen salarial económica y socialmente insuficiente, a sujetarse en la satisfacción de sus necesidades alimentarias a la paridad cambiaria del peso frente al dólar,

Hoy pagamos las consecuencias. Con la diferencia de que si en los países del primer mundo el descalabro de la clase gobernante es aún previsión de lo posible, en México es ya realidad inobjetable. El desbarajuste existente en los círculos políticos de primer nivel; la creciente violencia e inseguridad en el seno de la sociedad, y la ya nada velada inconformidad del poder fáctico de los varones del dinero para con la conducción calderonista del país, nos coloca en los términos previstos por los analistas europeos.

Las medidas anticíclicas adoptadas, extemporáneas, dispersas y reactivas frente a la coyuntura, e indudablemente insuficientes, están atascadas y sujetas a un diálogo de sordos en la cúpula de la partidocracia; antes que poner en primer plano la urgencia y consecuente atención a la evolución de la crisis sistémica global en la que estamos inmersos, el interés y acento están puestos en las elecciones de julio próximo como preámbulo de las venideras en el 2012. Esto, en un escenario de doble poder, que confronta mediática y de facto al gobierno federal con los gobernadores. La consecuencia política de tal irresponsable desapego, está a la vuelta de la esquina. El comportamiento de la ciudadanía en las urnas, y antes, la respuesta del gran capital afectado en sus intereses, darán la medida de la profundidad del resquebrajamiento del sistema político nacional, así como de sus consecuencias en el ámbito de la relación geopolítica de México con el resto del mundo.

Y aún así, frente a este escenario, reduciendo la percepción de la crisis a su fase financiera embrionaria, a quien alcanza a percibir los alcances de la compleja problemática sistémica del capitalismo en su conjunto, le tildan de “catastrofista” y “enemigo de México”.

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