Quiero dejar constancia de que esta vez no voy a votar. Sé que a nadie le importa, pues entre los 78 millones 359 mil electores supuestamente registrados en el padrón electoral, mi voto, mi votito, no cuenta para nada, máxime cuando los políticos barajan los sufragios a su antojo. El IFE me insta por todos los medios posibles a que participe en las elecciones venideras para que “nuestra democracia crezca (y yo que creía que la democracia es o no es, ni grande ni chiquita), pero conmigo que ya no cuenten, porque ya no hay partido que me guste. Todos se atragantan con dinero (entre todos ellos reciben $19,948,887) para sus gastos de campaña, nos fastidian con su propaganda, ya ninguno le importa un cacahuate México. Ya no hay a cuál irle:
¿Al PRI, que nos dio por tanto tiempo estabilidad política y económica, con crecimiento anual de 7% en vez del 0.01% de los años recientes; que nos dio educación, empleos y progreso; que nos hizo sentirnos orgullosos de ser mexicanos; pero que hace cinco sexenios que no pinta, o más bien que pinta mal, muy mal?
¿Al PAN, que nunca fue para gobernar, pues siempre fue un partido de mochos que tienen por patria al Vaticano y que ahora nos malgobiernan y nos quieren regresar al siglo XV al compás de las campanadas de la Catedral?
¿Al PRD, que por un ratito parecía darle nuevo aliento a México después que el PRI empezó a decaer, pero que ya se ha convertido en arena de box de chuchos y sus comparsas, que no tienen más interés que subirse al trono a como dé lugar, aunque no den la medida?
¿Y a los partidos chiquitos, como ese que quiere imponer una pena de muerte retrógrada e inútil? No vale la pena ni tomarlos en cuenta.
En cuanto a los/las políticos de cualquier partido y de todos los niveles, desde abajo hasta mero arriba, diputad@s, senador@s, gobernador@s, president@s municipales, presidentes, etc., que muy, muy raras excepciones nomás van a ver qué les toca; a ver cuánto sacan, roban o permiten que se roben, por ejemplo, los ahorros de los trabajadores; reciben sueldos y emolumentos francamente exhorbitantes, insultantes; en general no tienen sentido de historia ni de patria, la Constitución les vale, y se dedican a desmantelar o a destruir los bienes de la nación (por ejemplo los ferrocarriles, el petróleo o nuestros grandiosos monumentos que son únicos en el mundo, con el llamado “resplandor”). ¿A quien irle? Pos no, ¿verdad? Y de empresarios ni se diga, todos ellos felices a 14 años del rescate bancario. Y eso que no son políticos.
Entonces no, yo ya no puedo apoyar a ningún partido ni a ningún político. Ni modo, me quedo en casa con mi votito.
María Urquidi
¿Al PRI, que nos dio por tanto tiempo estabilidad política y económica, con crecimiento anual de 7% en vez del 0.01% de los años recientes; que nos dio educación, empleos y progreso; que nos hizo sentirnos orgullosos de ser mexicanos; pero que hace cinco sexenios que no pinta, o más bien que pinta mal, muy mal?
¿Al PAN, que nunca fue para gobernar, pues siempre fue un partido de mochos que tienen por patria al Vaticano y que ahora nos malgobiernan y nos quieren regresar al siglo XV al compás de las campanadas de la Catedral?
¿Al PRD, que por un ratito parecía darle nuevo aliento a México después que el PRI empezó a decaer, pero que ya se ha convertido en arena de box de chuchos y sus comparsas, que no tienen más interés que subirse al trono a como dé lugar, aunque no den la medida?
¿Y a los partidos chiquitos, como ese que quiere imponer una pena de muerte retrógrada e inútil? No vale la pena ni tomarlos en cuenta.
En cuanto a los/las políticos de cualquier partido y de todos los niveles, desde abajo hasta mero arriba, diputad@s, senador@s, gobernador@s, president@s municipales, presidentes, etc., que muy, muy raras excepciones nomás van a ver qué les toca; a ver cuánto sacan, roban o permiten que se roben, por ejemplo, los ahorros de los trabajadores; reciben sueldos y emolumentos francamente exhorbitantes, insultantes; en general no tienen sentido de historia ni de patria, la Constitución les vale, y se dedican a desmantelar o a destruir los bienes de la nación (por ejemplo los ferrocarriles, el petróleo o nuestros grandiosos monumentos que son únicos en el mundo, con el llamado “resplandor”). ¿A quien irle? Pos no, ¿verdad? Y de empresarios ni se diga, todos ellos felices a 14 años del rescate bancario. Y eso que no son políticos.
Entonces no, yo ya no puedo apoyar a ningún partido ni a ningún político. Ni modo, me quedo en casa con mi votito.
María Urquidi
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