Bajo el rimbombante nombre de “Acuerdo Nacional a Favor de la Economía Familiar y el Empleo”, el impuesto gobierno federal de Felipe Calderón y sus secuaces, pretenden hacerle creer a la ciudadanía (dos años después del inicio de su calamitosa “administración”), que, en realidad, actúan nacionalmente contra la crisis económica mundial que apenas ingresa al inicio de su fase recesiva global , fingiendo –además- que operan a favor de las mayorías explotadas y oprimidas de los mexicanos.
Pero la verdad esencial de tales desplantes retóricos es, si bien se mira la cuestión, una muy distinta y diametralmente opuesta a los sufrimientos e intereses de la inmensa mayoría de los mexicanos que terminarán por comprender que sólo haciéndose conscientes del dramático estado de cosas, luchando y organizándose contra los poderes del Estado mexicano y su clase dominante , lograrán revertir la grave situación que todavía se pondrá mucho peor.
Así, el inicio del 2009, se antoja dominado por la crispación política en un año electoral que sobrevendrá en medio de profundas complicaciones económicas para los precarizados trabajadores de la ciudad y el campo. En ese tenor, sin duda, aciertan quienes han diagnosticado que el llamado “Acuerdo Nacional” calderonista, que hace rememorar la demagógica estulticia de los “pactos” priístas del pasado, representa un faccioso proyecto de la elite política en el poder que arriba tardíamente, pues no supo dimensionar adecuadamente lo que se venía (al tildársele como un simple “catarrito” ), y de antemano sabemos que el plan calderonista será insuficiente, ante la dimensión y profundidad de una crisis expresada en un profundo decrecimiento económico, cuando menos, como los vividos en las crisis de 1982 y de 1995 en México.
Por tanto, la iniciativa gubernamental, ni es un “acuerdo” entre “todos los mexicanos” (sino sólo entre los de arriba y en particular entre las 38 familias oligárquicas que lo dominan todo); ni pretende “defender la economía familiar y el empleo” (tal y como grandilocuentemente lo declara el desgobierno), justo cuando el poder adquisitivo de las familias es el más bajo en un cuarto de siglo y el desempleo amenaza con consolidarse como un indicador, ya de dos dígitos, si se atiende a una medición objetiva que no practica la Secretaría del Trabajo y sus personeros, por ejemplo, y cuando el “alza” de salarios no fue capaz de llegar ni a los 3 pesos diarios. ¿Cómo demonios, pues, se defiende la economía familiar y el empleo de los mexicanos? Para el panato en el poder, ¡haciendo declaraciones al margen de la realidad!
Y mientras la tragedia ocasionada por la crisis económica que gestó el neoliberalismo de truhanes , se va configurando a plenitud, el régimen que desgobierna México promocionó el encuentro Obama-Calderón como un “triunfo de la diplomacia mexicana” , justo cuando cualquier ciudadano que lea periódicos, sabe muy bien que el candidato del PAN en general, y de Calderón en particular, era John McCain y la causa republicana , tan conservadora como el panismo mismo .
Debe sorprender, por ello, el tono y los dislates del formalmente hablando “principal opositor” al calderonato, Andrés Manuel López Obrador , y quien, a nombre del autodenominado “Gobierno Legítimo de México” , envió el pasado día 10, desde Sonora, una carta abierta al presidente norteamericano electo, Barack Obama , en donde Obrador, además de descalificar a Calderón (en lo que su pronunciamiento acierta ), formula una perla de desorientado minimalismo programático al sostener que, “si no fuese por el fenómeno migratorio” (500 mil mexicanos al año se van de mojados), “ya hubiese habido un estallido social en México” . La declaración obradorista, como vemos, dice lo que aparentemente no quisiera o debiera decir, pues ningún opositor verdadero, en México, puede suponer que la gravísima situación social que padecen los pobres de la ciudad y el campo, tiene solución sin un estallido social , sea éste pacífico o violento .
A mi juicio, la declaración de AMLO , detenta las connotaciones de un “emergente psicoanalítico freudiano” , pues inconscientemente se declara contrario a un cada día más urgente y necesario estallido social en nuestro país , a tan solo un año del cumplimiento de la doble efeméride centenaria en nuestro país: esto es, a 200 años del inicio del Movimiento de Independencia de 1810, y a 100 años del comienzo de la Revolución Mexicana de 1910. ¿Por qué cambio pelea AMLO sin un estallido social, entonces, justo cuando las elecciones en lo que queda de la (semi) “república soberana” son el oxígeno que alimenta la mentira política de los muy reales fraudes electorales ? Y si a ello se agrega, que el Plan Calderonista , está haciendo keynesianamente lo que el propio AMLO haría si estuviera en la presidencia que ganó y no se supo defender en 2006, ¡ya sabemos a qué atenernos con los políticos profesionales que padecemos!
Por eso, entre más se evidencian todos los políticos profesiones de la partidocracia que sufrimos, debe llamarnos la atención, que presuntos ideólogos de “izquierda” del tipo de Guillermo Almeyra , no desperdicie oportunidad alguna para defenestrar al Subcomandante Marcos (y con él al zapatismo todo) a partir de eventos tan importantes como el Festival de la Digna Rabia , cuando un Almeyra que ya chochea ( La Jornada 11-I-09), llega al extremo de descalificar a los ponentes del festival zapatista, como asistentes en busca de “notoriedad” . Acusa a Marcos de “narcisista incorregible y sectario” , de “tolerante” del stalinismo , y de aliarse a los “lumpen” y “semilumpen” de la UNAM , que desplazaron en la lucha por la gratuidad educativa de la máxima casa de estudios, a los “buenos” y “bonitos estudiantes y profesores moderados” vende huelgas, del protagonismo político central.
Evidentemente, Almeyra ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, pues generalmente no toca ni con el pétalo de un cuestionamiento político a sus amigos y aliados del PRD , cosa que explica mucha de la debacle de la izquierda contra la que dice luchar, paradigmáticamente, haciendo él mismo lo que cuestiona en otros. ¿Qué le vamos a hacer? ¡Es un signo de los tiempos!
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