lunes, enero 26, 2009

La ingeniería del poder

Laura López Murillo

En algún lugar del corredor industrial, en una enorme galera se han concentrado todos los artificios, los mecanismos y los ingenios; en jornadas extenuantes, la dínamo de la política funciona a todo vapor fabricando un armatoste que delimitará el perímetro del poder y un artefacto para condensar el volumen inconmensurable de la soberanía...

Todas las medidas y los patrones suelen ser evanescentes. Vgrs: un metro es la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre - línea imaginaria- que pasa por París; la métrica del castellano se basa en la intensidad y en el número de las sílabas. Es por eso que los límites de la cordura son difusos y los márgenes del poder son veleidosos.

El margen del poder en un régimen presidencialista obedece a la configuración del congreso. El juego de límites entre los poderes es un mecanismo de reciente adquisición en la democracia mexicana, porque durante el Priato todos los poderes estuvieron sometidos por el presidencialismo institucionalizado y el partido gobernante tenía la mayoría absoluta en las cámaras.

Hoy por hoy, el poder ejecutivo se encuentra fragmentado en bastiones estatales y en el Congreso ninguna de las tres fuerzas políticas ha alcanzado la mayoría, ni absoluta ni relativa, que le confiera las atribuciones inherentes a una hegemonía.

La configuración de las cámaras determina el rango de acción del ejecutivo. Ahí reside la trascendencia del proceso electoral en ciernes que culminará el 5 de julio con la renovación de la Cámara de Diputados, federal y estatales.

Sin embargo, el tema político es una fuente inagotable de decepciones. Las encuestas, como todas las medidas que se han inventado, reflejan circunstancias abstractas: las percepciones del electorado y su opinión respecto al desempeño de la clase política. La ciudadanía está afrontando una crisis agravada por el desconsuelo, por eso, solicitar una opinión respecto al próximo proceso electoral ofende a los electores, y les duele más que una mentada de madre en invierno.

Así se aprecia en el promedio de los resultados obtenidos en las encuestas realizadas por Consulta Mitosfky, Periódico Reforma, GEA-ISA y Periódico El Universal: el 32% de las intenciones de voto favorecerían a un candidato independiente y un contundente 30% se abstuvo; estos porcentajes desalientan posibles triunfalismos tempraneros y expresan el rechazo ciudadano hacia las tres fuerzas políticas en México.

La crisis actual y el desencanto exhiben los vicios del proselitismo; la imagen de México como estado fallido rumbo a la ingobernabilidad desplazó los pronósticos; la opinión pública deambula en el terreno inhóspito de las certezas y las promesas incumplidas, porque las campañas del 2006 se tradujeron en la pérdida de confianza: el 85% considera que ha empeorado la situación económica y el 75% descalificó la práctica política.

Y así, surge la paradoja electoral cuando la influencia política y el desencanto social se delimitan con líneas imaginarias, y las bendiciones contantes y sonantes del poder dependen de percepciones evanescentes, esquivas y volubles.

Durante el proceso electoral en ciernes, México será el territorio de las incongruencias: ubicado entre las líneas imaginarias de las percepciones, abarcando los trópicos de la demagogia y el conservadurismo, asolado por las inclemencias del cinismo proselitista. Y los mexicanos deberán transitar de la realidad cotidiana hacia el entorno de los modelos y medidas, convirtiendo y cuantificando la importancia relativa de su opinión, su voluntad y su mandato. Sólo así, como partes alícuotas de un mecanismo gigantesco, concatenando los engranes de la ingeniería ciudadana será posible desarticular ese vulgar armatoste político que pretende… condensar el volumen inconmensurable de la soberanía...

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