domingo, enero 25, 2009

Ante la Crisis Necesidad de Un Programa

Alberto Híjar

La crisis sigue su marcha en la que transitan reformismos diversos del Estado para defenderlo a toda costa. Desde el Senado de la República hasta instituciones universitarias diversas, organizan foros para descubrir soluciones. A la par, los tiempos electorales mueven a los partidos con reconocimiento oficial al encuentro de alianzas donde los programas se reducen a una mera invocación.

Venezuela, Colombia, Ecuador, El Salvador y más adelante Argentina, viven una situación electorera semejante. En México, hay quien fomenta la superstición de que en 2010 toca revolución y sólo habrá que esperar la fecha. A cambio, algunas organizaciones sin reconocimiento estatal procuran contribuir al programa necesario. Al menos el Partido de los Comunistas ha hecho una cuidadosa crítica a la Constitución , el Taller de Construcción del Socialismo precisar la fase histórica, la caracterización del Estado y la fase de transición y el Consejo Popular Socialismo Nuevo publica desde abril de 2008 sus tesis, propuestas y análisis de situaciones concretas ante la “ausencia de una estrategia política de alcance histórico”.

Dificulta la discusión amplia de estos materiales el fetichismo del Estado sin el cual los reformistas no pueden pensar nada. El presidente del PRD balbucea con una niña la privatización y pronuncia sonriente la palabra reformismo en un anuncio televisual. Pero del proyecto de reforma constitucional y de reforma del Estado desarrollado por Porfirio Muñoz Ledo por encargo del presidente Fox que acabó desechándolo para que el proyecto diera lugar de 166 distinguidos maestros universitarios que firman el elegante libro editado por la UNAM , no queda nada sino el registro escrito. Quiere esto decir que el reformismo serio tendría que atender la precisión de aquellos artículos constitucionales, instituciones de Estado y acuerdos internacionales que habría que transformar en atención de la crisis. En cambio, todo se reduce a pleitos por las cuotas de poder y por las previsiones para las candidaturas presidenciales de 2012.

Otra dificultad es el horror a la teoría y el auge del pragmatismo. No sólo los partidos de Estado están instalados en esta situación sino que el carácter contestatario de la oposición prefiere planear campañas y movilizaciones donde prevalece la denuncia, la exigencia y la diatriba como desahogos pasionales desinteresados por el alcance histórico apenas insinuado.

Pero como algún sentido social e histórico hay que proponer, se recurre al nacionalismo antiimperialista con su correspondiente fetichización del Estado y el uso del concepto de soberanía en el más rancio sentido de las constituciones burguesas. ¡El petróleo es nuestro, la energía eléctrica también! claman mantas, desplegados y coros en las marchas, cuando es evidente la falta de representatividad de los partidos políticos, las Cámaras y no se diga la Presidencia de la República y la Suprema Corte de Justicia, que ya no representan sino a grupos diversos de la misma clase social que organiza su poder simulando diferencias al fin de cuentas resueltas en una falsa unidad nacional.

De aquí que nada o muy poco se diga en los debates sobre el petróleo y la energía eléctrica del poder de los trabajadores para consentir en cambio la impune corrupción del sindicato petrolero, de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, del SNTE, del SNTSA y de ese club de mafiosos que es la CTM una vez que el Congreso del Trabajo se disolvió corroído por el charrismo de tan extremo, ineficaz.

Precisar la fase histórica imperial e incluyente del imperialismo, con el capitalismo mundializado por vez primera, exige plantear la crisis de los estados-nación, la soberanía y la inexistencia del movimiento obrero arrasado por la avalancha de reformas que han extinguido los derechos laborales ganados a sangre y fuego: la contratación colectiva, las prestaciones sociales, el derecho a la jubilación y a la pensión, la huelga como recurso extremo contra los patrones. Seguir alentando consignas agitatorias como si nada de esto ocurriera resulta contrario a la necesaria influencia que tendrían que desarrollar los mejores sindicatos y organizaciones políticas y sociales para construir la salida de la crisis.

La labor de zapa consolidada por el presidente Zedillo cuando disminuyó la inclusión de la historia de México en los planes de educación primaria y secundaria, ha triunfado. Nada se arraiga en la historia concreta a cambio de permitir su uso reaccionario. Un promocional en la televisión abierta rinde homenaje a los héroes de la independencia Hidalgo, Morelos y Guerrero para de inmediato dar paso a Plutarco Elías Calles.

Ni siquiera es el PRI quien reivindica al hombre fuerte constructor del partido político de la gran familia revolucionaria a punto de regresar a la Presidencia de la República. A cambio, el Consejo Popular Socialismo Nuevo precisa en “Estrategia en los movimientos populares” el lugar de los momentos claves de la historia de México para llegar a los “Principios generales del Socialismo Nuevo: obrerista, moderno ajeno al populismo, humanista y democrático”.

Este es un señalamiento de aportaciones importantes para dar respuesta positiva al otro mundo anticapitalista que en rigor exige el socialismo. El problema es el periodo de transición que habrá que describir más adelante.

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