jueves, octubre 09, 2008

Turisteando en Babia

Francisco Rodríguez / Índice Político

EL DESEMPLEO SUBIÓ. Las empresas detienen sus planes. La Administración Federal frena licitaciones. Caen alarmantemente las remesas de los migrantes. Las exportaciones, incluidas las petroleras, se contrajeron. El peso se devalúa vertiginosamente. La Bolsa se despeña. No hay circulante.

Tampoco hay una idea clara de lo que sucede y de las implicaciones que todo esto traerá en el futuro, por lo que en vía de mientras, en tanto consulta sus textos, el secretario de Hacienda recomienda ahorrar, no gastar.

Y si le hacen caso a don Agustín Carstens crecerán entonces las empresas que cierren y manden a sus trabajadores a la calle. Las arcas públicas recibirán menos recursos. Regresarán quienes ya habían conseguido salir del país, sin encontrar empleo acá, todo ello mientras el precio internacional del pesado crudo mexicano se desploma.

México ya tiene problemas. Pero están por llegar otros y mayores mientras persista la incertidumbre respecto del futuro del sistema financiero estadounidense.

La estimación de crecimiento de la economía mexicana ha ido en caída en las últimas semanas. De 3.5 por ciento calculado inicialmente para este año, ahora se habla de dos por ciento o menos. Para 2009 bajaría hasta 1.3 por ciento, según cálculos optimistas. Se trataría de uno de los crecimientos más bajos de América Latina. Muy similar al que tendrá Haití, con el que ya nos damos un "quienvive" en materia de corrupción.

Alrededor de 90 por ciento del comercio exterior de México está anclado al mercado de Estados Unidos. La recesión del norte, nos azotará.

Y aquí ni trazas de que haya intenciones mínimas de aplicar, como lo solicitan economistas del sector privado, el llamado plan "anticíclico" ya diseñado, que consiste en desplegar fuertes gastos públicos en desarrollo de infraestructura, especialmente carreteras, que contempla unos 250 mil millones de dólares en seis años contados desde 2007.

Las estrategias trazadas desde el año pasado por la Administración del señor Calderón para enfrentar la desaceleración económica en Estados Unidos partían de la premisa de que ese país vecino saldría de su bache en 2009, con el gobierno que se elija en noviembre. Pero esa perspectiva, se ve cada vez más lejana. Momento entonces de ajustar algunos planes.
Las señales de los problemas que sufre México por la crisis de su vecino norteño están presentes ya en varios datos estadísticos. Hace unos días el INEG informó que en agosto las exportaciones manufactureras de México se contrajeron 3,8 por ciento. Desde 2003, esas ventas, la mayoría de las cuales van a Estados Unidos, jamás habían registrado un retroceso.

En materia de remesas de dinero enviadas por los inmigrantes, en su gran mayoría residentes en Estados Unidos, el Banco de México registro una disminución de 12.2 por ciento, la mayor desde 2000.

Y esto es quizá lo más grave, pues el dinero enviado desde el exterior por los nacionales es la segunda mayor fuente de divisas, sólo superada por las exportaciones petroleras. Se espera que su contracción impacte en los índices de consumo y en la construcción de vivienda, y con ello en el empleo.

El problema, pues, apenas empieza. Las posibles soluciones ni siquiera están en el escritorio de los funcionarios de la Administración del señor Calderón. Siguen todos turisteando en Babia.

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