Monterrey: ¿terrorismo a la carta?

John Saxe-Fernández

Instaurada por Bush como eje de la política exterior y doméstica luego del 11-9, la guerra antiterrorista, junto al programa contra narcotráfico y crimen organizado, pueden ser armas de doble filo en especial si encubren operaciones clandestinas para lograr el control territorial, intensificar el intervencionismo político-electoral, económico y policial-militar o instaurar el estado de excepción en periferia y metrópoli. La carnicería genocida por el usufructo del petróleo en Irak, la guerra por rutas geoestratégicas en Afganistán, la Ley Patriota, Guantánamo y la ampliación del Plan Colombia a México con la Iniciativa Mérida, son expresión de una ofensiva imperial preñada de codicias, contradicciones y riesgos externos e internos.


Instaurada por Bush como eje de la política exterior y doméstica luego del 11-9, la guerra antiterrorista, junto al programa contra narcotráfico y crimen organizado, pueden ser armas de doble filo en especial si encubren operaciones clandestinas para lograr el control territorial, intensificar el intervencionismo político-electoral, económico y policial-militar o instaurar el estado de excepción en periferia y metrópoli. La carnicería genocida por el usufructo del petróleo en Irak, la guerra por rutas geoestratégicas en Afganistán, la Ley Patriota, Guantánamo y la ampliación del Plan Colombia a México con la Iniciativa Mérida, son expresión de una ofensiva imperial preñada de codicias, contradicciones y riesgos externos e internos.

Es el caso de la campaña del senador McCain y aliados dentro y fuera del aparato de seguridad de EU, que, ante el avance de Barack Obama por la grave crisis económica, lanzan un vasto operativo para vincularlo al terrorismo (La Jornada, 19/10/08, p 27). Usando muestras aleatorias en al menos 10 estados muy disputados en la contienda presidencial, cientos de miles de votantes reciben llamadas telefónicas automáticas (robocalls) bajo auspicios republicanos acusando a Obama de mantener lazos con “terroristas domésticos”. Esos mismos asesores aconsejaron la guerra sucia contra AMLO en 2006 y hoy la campaña de McCain sigue las recomendaciones de un consultor republicano, del primer circulo de Bush, que en 2000 actuó contra el mismo McCain. Por su bajeza la senadora republicana Susan Collis de Maine pidió a John McCain suspender las robocalls en su estado. Esa operación sucia y la riesgosa selección vicepresidencial de McCain fueron mencionadas por el también republicano Colin Powell al apoyar a Obama.

Cuando se saturaba al público de EU con esa cruzada en radio, televisión y centenas de miles de robocalls, en México se supo que en la madrugada del 12 de octubre dos desconocidos dispararon en varias ocasiones y lanzaron una granada de mano –que no estalló– contra el edificio del consulado general de EU en Monterrey en lo que para la Casa Blanca parece ser “terrorismo a la carta”. El comunicado oficial indica que “se desconoce el motivo de la agresión” y el secretario de seguridad pública de Nuevo León apuntó que no hubo reporte de amenazas previas y consideró prematuro plantear que el crimen organizado fuese responsable del ataque, ya que habrían “activado el artefacto o disparado con otro tipo de arma”. Pero a sabiendas de que según las encuestas McCain aventaja a Obama en antiterrorismo, y sin evidencia pericial, el vocero de la Casa Blanca se apresuró a destacar el terrorismo en México y subrayó lo imperioso de la Iniciativa Mérida y del auxilio binacional en asuntos de seguridad: parece un intento de carambola en varias bandas con billares que en noviembre pueden salir por la culata.

Recuérdese que en agosto se supo que el Departamento de Estado licitó servicios de vigilancia en México. Se indicó que “con el fin de incrementar sus medidas de seguridad ante la inminente llegada de decenas de asesores al país en las próximas semanas, como parte de la Iniciativa Mérida”, EU ordenó aplicar medidas para “incrementar la protección de su embajada, consulados y complejos residenciales donde habitan sus trabajadores” (Milenio, 3/8/08). Además renovó un contrato con la empresa Intercon, para “…prevenir accesos no autorizados, proteger la vida, mantener el orden, evitar ataques criminales contra empleados, familiares y propiedades y ataques terroristas contra bienes de Estados Unidos”. Se reveló que Intercon podrá hacer uso de “fuerza letal” si las condiciones de riesgo para el personal diplomático “lo ameritan y como último recurso”.

Coda. Lo de Monterrey e Intercon, además de vulnerar soberanía, territorio y ley, es una probadita de la Iniciativa Mérida: más que operativo del narco o del crimen, parece truco de mapaches con tufo de terrorismo a la carta.



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