La izquierda está en los jóvenes brigadistas

J. Enrique Olivera Arce

Una vez aprobada en sus términos la llamada Reforma Energética o de la industria petrolera por el Congreso de la Unión, más allá de sus alcances legales y lo que en los hechos la corrupción e impunidad den lugar en el manejo del patrimonio energético de la Nación, queda a la conciencia de cada mexicano el juzgar y calificar tanto la actuación ética y moral de las señoras y señores legisladores, como de los integrantes del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

Quién ganó y quien perdió en el largo proceso legislativo, es irrelevante. Cuando al final queda confirmado una vez más que diputados y senadores –salvo muy pocas y honrosas excepciones- lejos de representar a la ciudadanía, a sus entidades federativas o a sus electores, sirven, primero, a intereses concretos de la partidocracia en el poder y, segundo a sus propios apetitos e intereses de índole política y económica. Lo que piensen o dejen de pensar quienes en las urnas les elevaran a la calidad de legisladores, les tienen sin cuidado; haciendo nugatorio cualquier intento por avanzar en la vida institucional y democrática de México.

Para quienes lo hemos vivido a lo largo de muchos años, la mediocridad y servilismo legislativo no causa extrañeza, pero tampoco nos libra de algunos resquicios que aún quedan de capacidad de indignación y vergüenza. La frustración de varias generaciones que no hemos sabido o querido dejar en los jóvenes un legado de patriotismo y compromiso, la llevaremos a flor de piel hasta la tumba. Correspondiendo a las nuevas generaciones el rescate de la lucha por la democracia y el poder popular, de mejor manera y con mejores instrumentos, si así lo consideran pertinente. Si no, sus descendientes habrán de reclamarlo; como hoy a los viejos nos lo echan en cara millones de jóvenes mexicanos que, de cara al tiradero, están viendo canceladas esperanzas y expectativas de vida digna con un mínimo de decencia y bienestar.

Hace unos días, Saramago se preguntaba: ¿Dónde está la izquierda? Lo mismo podríamos preguntarnos en México. Responder a tal interrogante, es harto difícil, pero en mi caso, la respuesta es casi automática: no está en los partidos políticos, ni en la intelectualidad elitista y acomodaticia, ni en el periodismo subordinado, ni mucho menos en un Congreso de senadores y diputados; la veo en esa pléyade de jóvenes impetuosos, impertinentes, cara dura, que calificando a Felipe Calderón Hinojosa con el epíteto de Espurio”, respondiendo al llamado de Andrés Manuel López Obrador tomaran en sus manos la defensa de la soberanía nacional y el rescate de la industria energética, hoy secuestrada por la corrupción e impunidad. A ellos, mi reconocimiento; en ellos, mi postrera esperanza de un México mejor.

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