sábado, octubre 25, 2008

Guillermo Fouce: Juventud y participación política

Pertenecemos a una generación ausente de las teorías sociológicas, y de los libros de texto, se nos ha denominado a veces la generación X, la generación sin nombre, sin identidad, sin sentido... se dice que pertenecemos a una nueva ola conservadora y que estamos instalados en la comodidad y la búsqueda de los beneficios económicos, se habla de nuestra pasividad mientras se anhela nuestra vitalidad y se vende nuestra imagen con un uso cada vez más desconsiderado... se nos simplifica y utiliza, somos moneda de cambio y preocupación de todos en la elaboración de discursos e ilusiones, en la identificación de viejas nostalgias del pasado, pero no se nos conoce y no se nos quiere dejar sitio.

Pertenecemos a una generación con contradicciones y diversidades, como todas las demás generaciones, pero no somos una generación contradictoria, pertenecemos a una juventud sometida a una elevada dosis de incertidumbre que a veces se convierte en indefensión y desengaño, no podemos desarrollarnos, crecer y encontrar un papel, la complejidad de lo concreto parece abstraernos sin dejarnos reflexionar mas allá del día a día, del carpe diem...

Somos hijos del consumo y de la generación del 68, de los revolucionarios hoy convertidos en burócratas, de la economía como principal fuerza vertebradora de la realidad social, del postmodernismo y los cambios tecnológicos, políticos y sociales vertiginosos, hijos de una generación que lucho por la libertad y construyo una sociedad de progreso universalizando la educación o la salud, por ejemplo, pero que hoy se encuentra sin respuesta ante los vertiginosos retos que nos amenazan.

Quizá, estamos cayendo en la trampa de tanta ideología destructora de la lucha generacional y la búsqueda de identidad como estrategia sofisticada de eliminación de los que vienen por debajo para mantener la propia posición ventajosa, como siempre ha pasado pero con nuevas estrategias e instrumentos de acción, los medios de comunicación, el descrédito, la descalificación a la nueva identidad que parece servir solo para elevar los niveles de renta...

Aunque aún hay muchos de nosotros que no se lo creen, somos una generación con un enorme potencial en su interior, pertenecemos a una generación con valores, identidades e ideales distintos. Estamos preparados para enfrentarnos a los nuevos retos que se vislumbran en el horizonte... Somos la generación mejor formada de este país, la generación con más nivel de participación socio- política, (en la concepción amplia de la palabra, que no se reduce a la lucha política en los partidos o sindicatos, hoy lejanos de la realidad del joven como resulta lógico si contemplamos su falta de apertura o cercanía), la generación que nació y vive en democracia, una generación infra valorada y utilizada, una generación que se moviliza en las ONGS, una generación que coopera y busca sus nuevas formas de identidad y expresión lejos de las antiguas y anquilosadas formas, una generación sometida a elevados niveles de incertidumbre, simplificada e invertebrada ante la diversidad del mundo que vivimos (reflejada en la diversidad de jóvenes).

Solo si comenzamos a creer en nuestro potencial, si conseguimos reabrir un debate casi olvidado de conflicto generacional positivo y constructivo, si logramos romper la simplificación y acortar distancias con lo general partiendo de la realidad en la que nos encontramos, desde el compromiso concreto y cercano, podremos realmente resolver los nuevos retos que se nos presentan...

No olvidamos el pasado pero queremos pasar la pagina y hacernos dueños de nuestro propio futuro, queremos jugar un papel en esta sociedad que parece negarnos un lugar situándonos en los márgenes y concediéndonos muchas veces un mero papel de bufones anhelados por sus características físicas, queremos ser capaces de asumir el legado de nuestros mayores con respeto, de asumir que fueron ellos los que nos han permitido vivir en libertad y en democracia, para, a partir de esta realidad pedirles que nos dejen seguir adelante, que se olviden de viejas nostalgias, que respeten nuestra nueva identidad, que dejen de identificarnos con su mundo o crean que somos ignorantes, que dejen de compararnos y descalificarnos, que olviden de una vez la lucha contra viejos fantasmas y nos dejen encabezar la búsqueda de nuevas respuestas, que nos dejen hacer el cambio y la construcción de la sociedad, desde nuestra propia realidad y no desde una realidad proyectada en el pasado, anclada en conceptos que muchas veces nos resultan extraños y lejanos, como si todo fuese una frustración mal digerida ante el incumplimiento de los objetivos de su revolución (véase Mayo del 68, por ejemplo).

Solo los jóvenes podemos tomar el testigo, somos el futuro, queremos serlo y responsabilizarnos del mismo, queremos cometer nuestros propios errores y luchar por nuestros ideales, con memoria histórica y agradecimientos pero también con renovación y lucha, con energía y de manera diferente a las adoptadas hasta el momento.

El argumento numérico ("sois pocos", "menos que nosotros") no es en este caso un buen argumento para cerrarnos las puertas de la responsabilidad, es, más bien, un argumento demagógico, las revoluciones, todas, han sido desarrolladas por pocas personas en sus inicios, por pocas personas en un nivel global y profundo de implicación, pasando posteriormente esos pocos elementos activos a movilizar a muchas más personas, cada una en distintos niveles de implicación... la generación de la que somos herederos no asumió responsabilidades políticas desde el primero al último, ni todos corrieron delante de los grises, ni todos fueron líderes que movilizasen a sus compañeros... el movimiento estudiantil del que tanto nos han hablado como vanguardia de la lucha por la transición y contra la dictadura, debió ser necesariamente minoritario, entre otras cosas, porque pocos eran los matriculados en la Universidad en aquellos tiempos, porque tampoco consiguieron cambiar la situación radicalmente, porque también el dictador tenía apoyos en el mismo movimiento.

Quizá las grandes diferencias se produzcan con respecto a las interpretaciones y la importancia cualitativa y en el imaginario que se concede a los fenómenos, en el viejo mecanismo de lo mío es lo mejor.

Hoy, como ayer, seguimos siendo pocos, como siempre ha sido, los que tenemos un proyecto de vida y político de renovación profunda de una realidad que no nos gusta, pero hay muchos más que se movilizan en lo concreto, en lo cotidiano, en lo local, en lo cercano, en el día a día y que generan nuevas respuestas a retos diferentes, esa es nuestra realidad y si no se quiere ver mal irán las cosas. Cualquier tiempo pasado no fue mejor.

O se nos abren las puertas y se nos deja espacio permitiéndonos asumir responsabilidades o tarde o temprano, lucharemos por derrumbarlas, por encontrar nuestro lugar y construir una realidad diferente a la que tenemos; si alguien ha pensado alguna vez que era posible saltarse un par de generaciones, dejarlas sin espacio esta equivocado.

Venimos con ganas de luchar y de abrir nuevas formas de participación sociopolítica, con ganas de asumir responsabilidades y de aprender cometiendo errores y de enfrentarnos a la realidad compleja que se nos presenta delante. Queremos, nosotros también, transformar el mundo y desarrollar un proyecto político globalizador y progresista, que nadie lo dude, y seremos capaces de ello con o sin la ayuda de los que nos preceden; la elección de nuestros mayores esta ahí; no apoyar a los que somos el futuro de este país y del mundo sería "suicidarse" políticamente o esperar la confrontación abierta para que las puertas se abran por completo y de una vez por todas a las nuevas y diferentes energías e ideas, una situación política que margine a los jóvenes, una generación que tapone nuestras inquietudes y motivaciones, que infravalore nuestras capacidades y nuestra realidad diferencial, nuestra forma de ver y pensar el mundo de manera distinta, una sociedad que siga situándonos en los márgenes, camina a la autodestrucción y el anquilosamiento en el pasado, camina al estancamiento y el desanimo, al desaliento y la nostalgia.

Nos queda tomar conciencia de la situación, elaborar un proyecto que analice la realidad a la que nos enfrentamos y estructure alternativas y redes que de manera coordinada consigan abstraer de los caminos ya iniciados de solidaridad concreta, de participación o reflexión, un proyecto de renovación y regeneración, que imprima un nuevo sello e identidad a una realidad extremadamente compleja, que debemos ver como un reto a superar más que como un abismo insuperable... que ahora nos sea más difícil identificar un "enemigo" o elaborar un objetivo común o que el "futuro" se presente como extremadamente complejo debe servirnos de aliento y estímulo, de reto, más que de desengaño o descrédito, nos encontramos con una sociedad en que permanecen las desigualdades, al darse procesos de globalización comenzamos también a descubrir que estas desigualdades se dan también en el ámbito mundial, percibimos como el planeta y sus recurso sufren un deterioro insostenible y como la hipótesis de un desarrollo eterno y sin barreras se quiebra, comprobamos como el consumismo o el individualismo ha eliminado casi cualquier estructura coherente de valores, salvo la del "sálvese quien pueda"... las circunstancias a las que nos enfrentaremos y a las que nos enfrentaremos, como siempre ha sido, son las que determinaran y estimularan este proceso de toma de conciencia y elaboración de un proyecto común en el que todos debemos estar implicados.

Huyamos de creernos impotentes, indefensos, indiferentes, aislados, consumidores consumados, jóvenes sin futuro y sin proyecto, egoístas o sin valores. Somos el futuro de la sociedad y del mundo. Asumamos el reto de luchar por un mundo mejor, busquemos nuestro lugar en él y actuemos anteponiendo nuestros ideales a la comodidad pasiva e irresponsable.

Desentenderse de la sociedad humana de la que formamos parte es una actitud tan imprudente como ir en un avión con un piloto borracho, viendo como fallan los motores... y en lugar de unirnos al resto de pasajeros sobrios y cuerdos para salvarnos, nos dedicamos a silbar mientras contemplamos el paisaje por la ventana o reclamar a la azafata el almuerzo. Podemos y debemos ser los dueños de la década. "El peor es aquel que no hace nada porque esta convencido de que sólo puede hacer poco".

Siempre hemos sido personas muy viscerales y nos indignamos ante la injusticia que mucha gente sufre por parte de los más fuertes, pero siempre solemos atribuir estos problemas a ese ente extraño y que parece no tener entidad propia, cúmulo de todas las desgracias, etéreo e inalcanzable, la sociedad... olvidamos así por miedo o por vergüenza que somos también sociedad y que la intolerancia, la violencia, la explotación nacen y se desarrollan también entre nosotros y gracias a nuestra pasividad. Asume el reto de sentirte dentro y lucha. Busca tu propio lugar en el mundo, protesta anteponiendo tus ideales a tu seguridad interior, a la comodidad. "No admires al hombre solidario, ponte a su lado". De nada sirve mirar a un lado o al cielo, porque la realidad siempre nos golpea con toda su fuerza.

Es verdad que los problemas son muchos y no todos podemos estar comprometidos en todo y a todos los niveles, es verdad que son problemas no solucionables por completo, pero, al menos, como mínimo tenemos aún un reducto del que somos mandatarios absolutos, nuestras conciencias, fundamentales para atrincherarnos en ellas ante el increíble bombardeo comercial al que nos vemos sometidos, para mantener viva la llama del espíritu critico y humano. Esto supone alterar nuestras vidas y el orden de valores por el que nos guiamos, supone también perder comodidad, pero ganar en el desarrollo autónomo y real, "las revoluciones nacen de las ideas y desde abajo" y desde la conciencia sí podremos pasar a la actuación, modesta o llamativa pero siempre comprometida cuando nace de esa convicción plena.

Abogamos y lucharemos por una sociedad mejor o al menos distinta, renovada desde nuestra forma diferente de ver las cosas, desde nuestra distinta educación y formación... queremos demostrar que estos jóvenes de los 90, machacados e insultados, no estamos muertos, ni vivimos sin ideas o despreocupadamente, tenemos muchas cosas que decir y que hacer, muchas construcciones que realizar a partir de nuestra vivacidad e ideas.

Queremos despertarnos y despertar con nuestro trabajo, energía y esfuerzo inquietudes, pensamientos y acciones hoy adormecidas por el consumo o el individualismo.

Vivimos hoy instalados en el desencanto, en el vacío, en la perdida de anclajes, dentro de un mundo que se nos presenta, al tiempo duro e imposible de cambiar, ya que el futuro parece no importar nos guiamos por el disfrute de al menos el presente, de la vida sin frenos del momento, sin planteamientos de consecuencias, parece que nos olvidamos de nuestra dimensión social y sólo importa concentrar nuestras energías en la realización personal, pasando por encima también de "deudas" u "obligación" y sustituyendo la ética por la estética, el interés colectivo por el individual, la solidaridad por la competitividad, la lucha y la participación por el desánimo y la pasividad...

Creemos que se pueden y se deben encontrar cauces nuevos de desarrollo recuperando cuestiones que hoy parecen olvidadas pero dándoles tonalidades distintas, las nuestras.

José Guillermo Fouce es Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos I y militante socialista

http://agora.ya.com/jeomx/pfouce.htm

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