jueves, octubre 16, 2008

Es imposible luchar contra el sistema, si el sistema habita en uno mismo

Por Samuel R. García*

La propia palabra secreto es repugnante en una sociedad libre y abierta; y nos hemos opuesto intrínseca e históricamente a las sociedades secretas, a juramentos secretos y a procedimientos secretos. Porque nos enfrenta en todo el mundo una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia basada en infiltración en lugar de invasión, en subversión, en lugar de elecciones, en intimidación en lugar de libre elección. Es un sistema que ha usado vastos recursos humanos y materiales para construir una maquina eficaz estrechamente tejida que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus preparativos son ocultos, no se publican. Sus errores son enterrados no salen en los periódicos. Sus disidentes son silenciados, no elogiados. No se cuestionan los gastos, no se publican los rumores, no se revelan los secretos. Es por eso que el legislador ateniense Solon decretó como delito que los ciudadanos se desentiendan de las controversias. Pido su ayuda en la tremenda tarea de informar y alertar a la población norteamericana, confiando que con su ayuda los hombres serán como han nacido, libres e independientes.

Discurso de John F. Kennedy poco antes de ser asesinado.


Usted y yo dedicamos gran parte de nuestro tiempo al trabajo. Diariamente estamos bajo la dinámica de que dicha actividad genere ingresos, estos nos permiten solventar nuestros gastos y los de la familia. De no haber trabajo de todas formas alguna acción tendríamos que llevar a cabo para generar cierta ganancia y así tener con que pagar, con que comprar. Se supone que lo que en primer orden adquirimos es porque es aquello que se requiere con mayor urgencia, sea un servicio o producto, lo adquirimos porque es de primera necesidad. Lo anterior es posible cuestionarlo, pues casi todas las sociedades del mundo cuentan con familias e individuos que se dan el lujo de no ir primero por las necesidades básicas, primero buscan satisfacer necesidades secundarias, alentados desde luego, por las grandes campañas publicitarias que inducen al consumo de la denominada vida efímera, esto es, de productos y servicios que no requerimos tanto como sí requerimos los de primera necesidad.

En lo personal busco comer bien, contar con un buen lugar donde vivir, que sea lo más cómodo posible. Después busco vestir lo mejor posible, rodearme de afecto de familiares, amigos y gente cercana. En mi caso, estudiar, capacitarme para contar con una buena plataforma para mi futuro como profesionista. Para los que ya están dentro de la vida laboral, ellos buscan tener un buen empleo, ganar bien y satisfacer así sus necesidades, tanto las básicas como una que otra no primordial. Sin hacer a un lado lo anterior, nuestros esfuerzos no parten de cero, es decir, este mundo ya está kilometrado, muchas cosas han sucedido sin que nosotros tengamos algo que ver, pero sí padecemos las consecuencias de los buenos o malos actos de pasadas y presentes generaciones. Eso condiciona nuestros esfuerzos, el cómo actuar, donde, cuando, porque y paraqué hacer determinadas cosas. Y así, lo que nosotros hacemos, también pasa a perjudicar a otros que ahora están a mí alrededor, y lo que hago también pasará a perjudicar a otros aún no presentes pero que lo estarán algún día y padecerán las consecuencias de nuestras acciones, se quejarán de mí como yo ahora me quejo de otros. Podemos usar el ejemplo del calentamiento global, más de uno diría -y con justa razón- “¡Yo no tengo la culpa de que este mundo esté tan contaminado, yo siempre he cuidado el medio ambiente!”

Efectivamente, hay cosas que ya son, y existen sin nuestra participación directa y son lo que son sin que sobre nosotros caiga la responsabilidad de su existencia, pero es inevitable vivir en un contexto donde se conjugan más las desgracias que los éxitos, véalo a nivel especie, como seres humanos que somos, o véalo también más acotado, a nivel de las sociedades o naciones, no hay pueblo que pueda presumir sobre la tierra tener una historia intacta, intachable, todos tenemos más cosas malas que contar que buenas, pocos pueden presumir lo contrario.

¿Por qué esto es así y no es lo opuesto? Considero que el problema viene del hecho de que no nos hemos puesto de acuerdo para ir todos por aquellas necesidades que son básicas y elementales, que se requieren para nuestra supervivencia y para convivir en santa paz los unos con los otros. En nuestro afán de marcar como primera necesidad ser mejor que el otro, estamos corrompiendo el modelo de sana convivencia y nos interesa más ser mejor que el otro, aunque no estemos de verdad satisfaciendo nuestras necesidades más importantes. El hombre ambiciona tanto el poder como los bienes materiales, desde el fondo de su ser no ve la capacidad que todos tenemos para hacer de la vida la experiencia más rica y exquisita que cualquiera se pudiera imaginar, todo lo contrario, hacemos de ella un verdadero infierno y no conformes, como vemos que la vida nuestra es todo un tormento, nos aferramos a que la del prójimo sea igual. Más allá de preceptos religiosos, hay una gran verdad que cita la Santa Biblia: ama a tu prójimo como a ti mismo, y salta a la vista el problema esencial de toda está disertación: no nos amamos ni a nosotros mismos. Es por eso que siempre hay más cosas malas que contar.

Cuando una persona no se ama no le importa satisfacer sus necesidades básicas y no le interesa combatir aquellos obstáculos que impiden que su realidad mejore o marche bien. Sus prioridades van a estar regidas, no por el sentido común, sino por el fanatismo hacia algo o hacia alguien. Incluso, los mismos religiosos suelen no amarse, aman la religión, aman los rituales, están enamorados del reconocimiento y la fama que pudieran obtener entre sus similares, pero ni de su persona ni de su dios se acuerdan. El amar la vida y amarse a uno mismo se expresa en la calidad de vida de la cual uno goza. Esto los poderes secretos lo confunden y lo distorsionan, creen que amarse o amar es sinónimo de acumulación de riquezas, bienes y poder, aunque para llegar a ello tengan que emplear todo un aparato de control que esclavice al resto de la humanidad. No, amar no es perjudicar al prójimo, es lo opuesto, es beneficiar al prójimo como si me estuviera beneficiando a mí mismo.

Pensar en México es pensar en millones de personas que diariamente enfrentan la vida sin ningún orden y sentido. Gente que sale a trabajar pero sin entender para qué y para quien están trabajando. Gobiernos malos y corruptos vienen y van, las condiciones de vida empeoran con el paso del tiempo, pero no existe, y no se ve por donde pueda surgir, una verdadera oposición al actual sistema de dominio-control. Hay una cierta cantidad de personas dentro de la sociedad que se dan el lujo de “luchar” de querer “cambiar las cosas” pero omiten el paso clave, que retoma los anteriores párrafos de este texto: omiten cambiar su propia vida en primer lugar. La primera necesidad en una sociedad como la nuestra no es desquitar la irritación siendo parte de movimientos opositores, cosa que no está mal, pero subrayo, no es lo primordial.

Lo que por orden lógico debe ocupar a todo buen mexicano, libre y consiente, es el hecho de identificar cuáles son las cosas que faltan satisfacer con urgencia en medio de nuestra sociedad. Sean cosas elementales o muy burdas a primera vista, pero que se tengan que atender con urgencia, yo pondría por ejemplo el hecho de que en nuestro país existen niños y familias enteras que no tiene que comer, eso sería de lo primero que debemos atender. Los políticos con la conciencia nublada creen que ese asunto se resuelve con buenas políticas públicas, o llevando al poder a la izquierda, cosa que es falsa, más allá de quien gobierne y que políticas públicas ponga en marcha, todos los mexicanos si quisiéramos acabar con la pobreza entregaríamos parte de lo que hoy es nuestro para darlo a los necesitados. La revolución se gesta no con armas, ni con discursos sino con acciones.

Yo invitaría a todas aquellas personas que leen este espacio a que hagan un esfuerzo por revolucionar su comunidad, si conocen de alguien que está pasando por un momento crítico extiéndale la mano, no espere a que el gobierno o el movimiento de oposición se organicen para hacer algo que usted ahora mismo puede hacer. Este país va tener identidad y sentido cuando sus pobladores sean los autores de eso y no otras manos lo hagan a su manera y antojo. Lamentablemente es la fecha y vemos que los que se dicen ser “izquierda” y “resistencia pacífica” han estado pasivos y como simples espectadores mientras miles y quizás hasta millones de mexicanos seguimos sin poder satisfacer nuestras necesidades básicas. Se supone que no aspiramos a jugar bajo las reglas del adversario, ni de repetir los mismos vicios actuales del sistema; concluyo entonces, que es imposible luchar contra el sistema, si el sistema habita en uno mismo. Actuemos pronto para sacudirnos de nuestra mente de toda esa propaganda falsa y que le da continuidad al sistema, el objetivo es que vivamos como hombres y mujeres libres, abiertos, que cubramos nuestras necesidades de primer orden y velemos porque nuestros semejantes no padezcan y no sufran, riqueza la hay en todo el mundo, el problema ha sido que no se ha distribuido bien y no ha sido así porque así lo hemos permitido… ¿ha pensado usted que podría pasar si de verdad una sociedad como la nuestra se supiera organizar para alcanzar sus objetivos?

Pues todo eso que ha pensado, toda esa revolución que se puede dar, es tiempo de que la busquemos no en la mente, ni en la imaginación, sino en la vida diaria, en nuestra realidad.

Manda tu opinión a Samuel: uzkediam@gmail.com

* Con dedicatoria a mis amigos y compañeros de batalla en la UACM, principalmente al buen Alejandro que se nos ha unido en el presente semestre. El mismo Alejandro me comentó que el dinero que invertimos como jóvenes para ciertas cosas efímeras, de invertirlas en algo mejor, beneficiaría a otros de nuestros amigos y compañeros...

1 comentario:

J. Enrique Olivera Arce dijo...

Estimado Sam:
¿Imposible luchar contra el sistema si el sistema habita en uno mismo?

El luchar contra el sistema libera al individuo. No lo olvidemos.
Saludos afectuosos
J. E.