Jenaro Villamil / APRO
En la noche del 11 de octubre llegó a la ciudad de Hermosillo, Sonora, sede de la reunión del 26 Consejo Nacional Extraordinario del SNTE, un espectacular convoy con las primeras doce unidades de un total de 59 camionetas marca Hummer 2009.
No pocos asistentes a la reunión pensaron que se trataba de un ataque de sicarios del narcotráfico tan propensos a utilizar la misma marca de automóviles.
Algunos dirigentes seccionales respiraron aliviados cuando se les informó que no se trataba de un 'narcoataque', sino de un auténtico elbazo: es decir, el "regalo" que la dueña, presidenta vitalicia, mujer fuerte y líder moral de los maestros les haría a todos y cada uno de sus muchachos encargados de la empresa particular llamada SNTE.
"¡Ya llegó la Navidad!", declaró alguno de estos dirigentes seccionales, de acuerdo con la nota publicada por el diario Reforma el 12 de octubre, rotativo que detonó el escándalo, retomado en prácticamente todos los medios.
La especial sensibilidad de Gordillo y del SNTE se demostró en este gesto de dispendio más propio de los jeques árabes o de las peores mafias que hicieron famoso a Al Capone en el Chicago de los treinta.
El "regalo" de las camionetas Hummer ha escandalizado no sólo al gremio magisterial sino a todo el país por varias razones fundamentales. El desplante corporativo representa una bofetada para la mayoría de los mentores del país que sobreviven con salarios de miseria, sin apoyos reales y que, en medio de la peor crisis financiera y magisterial de la historia reciente, verán a sus dirigentes pasearse con camionetas cuyo costo por unidad rebasa los 400 mil pesos, de acuerdo con los precios de las agencias automotrices.
Las Hummer se presumieron en medio de las protestas en el estado de Morelos y ante la posibilidad de que el descontento de las bases magisteriales se extendiera a más de diez secciones sindicales.
Por si fuera poco, la señora Gordillo argumentó en esa reunión de Hermosillo que el gobierno federal debía incrementar en 5 mil millones de pesos el presupuesto educativo para 2009.
Para quienes ven a Gordillo como sustituta de Carlos Hank González y heredera de la picaresca corruptora del político potosino Gonzalo N. Santos, el chantaje presupuestal no es para mejorar la calidad y cobertura del alicaído sistema de educación pública en el país, sino para incrementar el multimillonario manejo de recursos que ella ha logrado controlar a través del manejo autoritario del SNTE y de su cuota de poder en la SEP.
El escándalo de las Hummer ha indignado a todo el país. Ante las críticas, la señora Gordillo nos recetó una vez más lo peor de sus desplantes y contradicciones. Primero dijo que no consideraba inmoral tal "regalo".
Incluso afirmó que hubiera preferido regalárselas blindadas. El lunes 13 de octubre afirmó que no serán regaladas sino "rifadas", y se dio el lujo de quejarse porque la prensa le ha dado más interés a este "asunto secundario" y no a los problemas sustanciales discutidos en Hermosillo.
Las Hummer no son un asunto secundario. Se han convertido en el símbolo más claro de la decadencia del liderazgo magisterial y de la postración del gobierno federal ante el cacicazgo de la señora Gordillo.
No sólo eso. Constituyen una ofensa a la moral del magisterio.
Fiel a la estética del mal gusto heredada del narco y de los nuevos ricos, Gordillo cree que este tipo de camionetas constituyen un premio a la sumisión de los dirigentes sindicales o una advertencia de lo que ella es capaz de hacer. En el regalo está la amenaza.
Si realmente no quieren convertir a las Hummer en el símbolo de la soberbia que engendrará mayor descontento, todos los dirigentes seccionales del SNTE deberían rechazar tajantemente participar en la rifa, en el regalo o en la grosera cooptación.
En la noche del 11 de octubre llegó a la ciudad de Hermosillo, Sonora, sede de la reunión del 26 Consejo Nacional Extraordinario del SNTE, un espectacular convoy con las primeras doce unidades de un total de 59 camionetas marca Hummer 2009.
No pocos asistentes a la reunión pensaron que se trataba de un ataque de sicarios del narcotráfico tan propensos a utilizar la misma marca de automóviles.
Algunos dirigentes seccionales respiraron aliviados cuando se les informó que no se trataba de un 'narcoataque', sino de un auténtico elbazo: es decir, el "regalo" que la dueña, presidenta vitalicia, mujer fuerte y líder moral de los maestros les haría a todos y cada uno de sus muchachos encargados de la empresa particular llamada SNTE.
"¡Ya llegó la Navidad!", declaró alguno de estos dirigentes seccionales, de acuerdo con la nota publicada por el diario Reforma el 12 de octubre, rotativo que detonó el escándalo, retomado en prácticamente todos los medios.
La especial sensibilidad de Gordillo y del SNTE se demostró en este gesto de dispendio más propio de los jeques árabes o de las peores mafias que hicieron famoso a Al Capone en el Chicago de los treinta.
El "regalo" de las camionetas Hummer ha escandalizado no sólo al gremio magisterial sino a todo el país por varias razones fundamentales. El desplante corporativo representa una bofetada para la mayoría de los mentores del país que sobreviven con salarios de miseria, sin apoyos reales y que, en medio de la peor crisis financiera y magisterial de la historia reciente, verán a sus dirigentes pasearse con camionetas cuyo costo por unidad rebasa los 400 mil pesos, de acuerdo con los precios de las agencias automotrices.
Las Hummer se presumieron en medio de las protestas en el estado de Morelos y ante la posibilidad de que el descontento de las bases magisteriales se extendiera a más de diez secciones sindicales.
Por si fuera poco, la señora Gordillo argumentó en esa reunión de Hermosillo que el gobierno federal debía incrementar en 5 mil millones de pesos el presupuesto educativo para 2009.
Para quienes ven a Gordillo como sustituta de Carlos Hank González y heredera de la picaresca corruptora del político potosino Gonzalo N. Santos, el chantaje presupuestal no es para mejorar la calidad y cobertura del alicaído sistema de educación pública en el país, sino para incrementar el multimillonario manejo de recursos que ella ha logrado controlar a través del manejo autoritario del SNTE y de su cuota de poder en la SEP.
El escándalo de las Hummer ha indignado a todo el país. Ante las críticas, la señora Gordillo nos recetó una vez más lo peor de sus desplantes y contradicciones. Primero dijo que no consideraba inmoral tal "regalo".
Incluso afirmó que hubiera preferido regalárselas blindadas. El lunes 13 de octubre afirmó que no serán regaladas sino "rifadas", y se dio el lujo de quejarse porque la prensa le ha dado más interés a este "asunto secundario" y no a los problemas sustanciales discutidos en Hermosillo.
Las Hummer no son un asunto secundario. Se han convertido en el símbolo más claro de la decadencia del liderazgo magisterial y de la postración del gobierno federal ante el cacicazgo de la señora Gordillo.
No sólo eso. Constituyen una ofensa a la moral del magisterio.
Fiel a la estética del mal gusto heredada del narco y de los nuevos ricos, Gordillo cree que este tipo de camionetas constituyen un premio a la sumisión de los dirigentes sindicales o una advertencia de lo que ella es capaz de hacer. En el regalo está la amenaza.
Si realmente no quieren convertir a las Hummer en el símbolo de la soberbia que engendrará mayor descontento, todos los dirigentes seccionales del SNTE deberían rechazar tajantemente participar en la rifa, en el regalo o en la grosera cooptación.
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