Trump da otra bofetada


Oleoducto, muro, reunión
Detienen a asesinos de federales
SLP: indignación cívica

Julio Hernández López / Astillero

Donald Trump ha desarrollado una afición enfermiza por el maltrato hacia su vecino, Enrique Peña Nieto (EPN). A pesar de los esfuerzos de atenuación que realiza el comisionado de Los Pinos a la Casa Blanca, Luis Videgaray Caso, el ocupante de la principal residencia de Washington se esmera en dejar evidencia del nulo respeto político que tiene hacia su presunta contraparte en el subcontinente norteño.

Ahora, y a pesar de que sus bonos en general están a la baja (o, tal vez, debido a ello, en busca de mostrar la fuerza que en otros rubros le ha sido restada), Trump ha hecho saber que ha aprobado la construcción de un oleoducto entre Estados Unidos y México, como parte de una serie de proyectos de aquel país para instalar una era dorada de la energía estadunidense.

Erigir un muro fronterizo es, a fin de cuentas, una decisión soberana del país de las barras y las estrellas (aunque no la pretensión de cargarle la cuenta a México), pero, al informar de la decisión relativa al oleoducto desde un plano unilateral, con Peña como público, Trump aprovechó para continuar con su rutina fanfarronesca sobre el muro fronterizo: dicho ducto, planteó de manera provocadora, entre risas de su audiencia, deberá ir justo por debajo del muro, ¿no? Va ir por debajo, ¿no? Que vaya un poco más profundo en esa sección. Ya sabes, un poco así. Justo debajo del muro.

Y, aunque no lo precisó en ese momento, luego se informó que el oleoducto se llama New Burgos y su trazo cruzará la línea divisoria a la altura de Peñitas, en Texas. A través de ese conducto serán enviados a México 108 mil barriles de petróleo. Es evidente que tal armado corrobora el nuevo papel inverso que la reforma energética de EPN ha asignado al país que antaño tenía como uno de sus tesoros el llamado oro negro. México estará sujeto en este punto específico, como ya lo está en otros, a los términos económicos que imponga Estados Unidos, y la seguridad nacional estará también supeditada a los términos de aprovisionamiento que decida la potencia vecina.

Ah, por cierto, el pitorreo de Trump sobre el muro y el oleoducto a construir se produjo el mismo día en que se informó que dicho personaje se reunirá con Peña Nieto en Hamburgo, Alemania, en el contexto de la Cumbre del G-20 (del 7 al 8 de julio próximo). Será la primera vez en que se reúnan los portadores de peculiares copetes, luego de un primer intento frustrado por las abusivas expresiones del empresario (es decir, Trump), quien llegó a decir que aquella cita del 31 de enero de este año debería ser cancelada si México no estaba de acuerdo con pagar el famoso muro fronterizo.

Sin embargo, Trump y Peña se habían reunido, de manera institucionalmente impropia y políticamente indecorosa, el 31 de agosto de 2016, en Los Pinos, cuando el rubio personaje sólo era candidato presidencial, al cual se dio trato de jefe de Estado en una avasallada casa oficial del Poder Ejecutivo mexicano. Lo peor de la primera cita entre Trump y Peña es que aquel también se reunirá, obviamente, por separado, con el ruso Vladimir Putin. A ver cómo le va al ocupante de la Presidencia de México y, sobre todo, a lo que subsista de interés legítimo y soberano de nuestro país. Gulp.

Sorprende (y no) la rapidez desplegada para encontrar al grupo que ejecutó en días pasados al comisionado de la Policía Federal en Veracruz y a otro de estos agentes (uno más, está hospitalizado). La existencia de una videograbación agilizó la identificación de los asesinos, pero otros casos delictivos se mantienen estancados aunque también se cuente con planos faciales de los involucrados (sólo por dar dos ejemplos: los allanamientos de las oficinas de Carmen Aristegui y de Proceso fueron realizados por personas claramente identificables en los videos correspondientes, pero ni siquiera hay una aproximación a su captura).

Ha de suponerse que la diferencia entre el tratamiento a casos de agentes, soldados, funcionarios o políticos agredidos, y el dado al común de la gente, proviene de la existencia de una voluntad política, de instrucciones precisas e irrevocables para resolver casos que son del interés de quienes tienen mando. México entero está lleno de expedientes de múltiples actos delictivos graves que no merecen mayor esfuerzo de la maquinaria judicial. La tortuga no se mueve, por más que se le presenten indicios, testimonios y pruebas, a menos que reciba órdenes superiores, las cuales, entonces, convierten a ese reptil en una liebre, capaz de volar si es necesario.

Una oleada de indignación cívica en San Luis Potosí, al confirmarse mediante un video la existencia de un sistema de corrupción entre diputados locales y la Auditoría Superior del Estado, hizo que el Congreso estatal, fundadamente considerado como casa de la corrupción, tuviera que dar marcha atrás a los dictámenes de los informes finales de esa Auditoría Superior, relacionados con el ejercicio fiscal de todos los ayuntamientos potosinos (58), los tres poderes del estado, sistemas municipales de suministro de agua y otros organismos públicos.

Vertebrada a través de desplegados, manifestaciones y presión pública, la indignación de los potosinos logró frenar el proceso tan sabido en San Luis Potosí, en todos los estados y en el plano federal, de las aprobaciones mafiosas de las cuentas presentadas por mandatarios de los niveles municipales, estatales y nacional, mediante acomodos contables a gusto del cliente y votaciones compradas en las cámaras a diputados dúctiles.

En San Luis Potosí también se logró impedir la consumación de un negocio relacionado con luminarias para la capital del estado, donde el presidente municipal, Ricardo Gallardo (un perredista al que la propia dirección nacional del sol azteca llegó a considerar un Abarca potosino, en referencia al estilo de gobernar que hubo en Iguala, Guerrero), es constantemente señalado en operaciones turbias. ¡Hasta mañana!

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