El juicio a Fox: Traidor y parásito

Álvaro Delgado

En menos de un minuto un ciudadano resumió lo que millones de mexicanos piensan de Vicente Fox, el presidente de la alternancia que sirvió sólo para pasar de menesteroso a millonario: “Nos fallaste, pudiste matar al PRI, lo dejaste vivo y fuiste cómplice de ellos”.

Este mexicano, un chiapaneco identificado como Jorge Domínguez, encaró a Fox en el mercado de San Cristóbal de las Casas, el martes 4, para reclamarle el incumplimiento de su responsabilidad histórica: “Mataste la transición con tu inutilidad”.

–Lástima –le respondió Fox, enfurecido pero burlón y desdeñoso.

–No, lástima no, te seguimos manteniendo.

No hay modo de que Fox escape al juicio de la historia, que el chiapaneco resumió con contundente sencillez: La traición a la esperanza de cambio y de consolidación democrática, que se tornó en la impunidad y la corrupción que atormentan al país hasta ahora.

Para quienes ya lo olvidaron, hoy hace exactamente dos décadas, el 6 de julio de 1997, Fox inició su campaña para ser candidato presidencial en 2000, lo que logró con eficiencia: Primero montándosele al PAN, que no tuvo otra que postularlo, y después persuadiendo a los mexicanos a votar por él, esperanzados en su proclama de cambio.

Pronto se vio que Fox no tenía ganas: Aterrorizados primero por la alternancia, los gobernadores priistas enseguida le tomaron la medida para hacer lo que les viniera en gana y él mismo afianzó sus complicidades con el PRI mediante Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo para encubrir todo saqueo y abuso del priato.

Muchos no quieren recordarlo, pero tres hechos clave por decisión de Fox explican el desastre en México: La impunidad en el Pemexgate, el caso más documentado de la alta corrupción política en la historia; la destrucción de los órganos electorales, que posibilitaron precisamente la alternancia, y el uso faccioso de las instituciones del Estado para el desafuero del jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador.

Todo esto fue antes de la elección de 2006: El Pemexgate, cuyo desvío de mil 500 millones de pesos de Pemex al sindicato petrolero –500 millones de los cuales fueron a la campaña del candidato priista Francisco Labastida– fue probado administrativa, electoral y penalmente, pero los implicados jamás fueron castigados por un pacto, signado en octubre de 2003, en el que participaron Fox, Madrazo, Elba Esther, Diego Fernández de Cevallos, Santiago Creel, Felipe Calderón, Margarita Zavala, Miguel Ángel Osorio Chong, Rafael Moreno Valle y Miguel Ángel Yunes, entre otros, estos últimos siendo aún priistas.

Fueron estos mismos personajes los que, también en 2003, comenzaron la destrucción del Instituto Federal Electoral (IFE), que nació autónomo con la reforma de 1996: PRI y PAN se repartieron los consejeros que actuaron bajo la consigna de sus padrinos, incluido su presidente, Luis Carlos Ugalde, que ahora pontifica como demócrata.

Todos también participaron en la trama del desafuero de López Obrador, en 2005: La PGR de Fox pidió a la Cámara de Diputados quitarle el fuero por desacatar la sentencia de un juez, en la que intervinieron los ministros de la Suprema Corte, y el procedimiento se materializó en abril. Está documentado que fue una jugarreta política para inhabilitarlo como candidato presidencial.

A estos tres episodios los cruzan las complicidades de Fox con el PRI y de panistas prominentes como Fernández de Cevallos y Calderón, los tres promotores, en 2012, de Enrique Peña Nieto, el rostro de la corrupción.

Ese es Fox: Un ranchero quebrado, al que Lino Korrodi le completaba el sueldo como gobernador de Guanajuato, que se volvió millonario al llegar a la Presidencia de la República, con una pensión vitalicia de más de 200 mil pesos mensuales que cuesta a todos los mexicanos.

No sólo eso: El Centro Fox, construido con fondos de los grandes empresarios a los que benefició en su gobierno, ha recibido casi 400 millones de pesos de donaciones, y su mujer, Marta Sahagún, disfruta también del dinero que obtuvo como la otra mitad de la corrupta “pareja presidencial”.

Los mexicanos también le pagan a Fox y a su parentela el transporte y la protección de elementos del Estado Mayor Presidencial (EMP), como el que recrimina al ciudadano que, en San Cristóbal de las Casas, le hizo un enérgico reclamo a ese grandote sin grandeza…

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