¿Sancionar a Aristegui y otros denunciantes?


Los poderosos (también) protestan
Peña Nieto se dice espiado
INE y Sedena, críticos

Julio Hernández López / Astillero

Los patos (del poder) tirándole a las escopetas (del descontento social). Desde algún lugar de las montañas gubernamentales, tres cuasi insurrectos de élite dieron a conocer sendos comunicados denunciatorios: las cosas están mal, porque todo está de la patada, sería la redundante traducción profana. Violaciones a los derechos y garantías, espionaje generalizado, ilegalidad, corrupción, impunidad, ¡puf!, ya ni los máximos beneficiarios de los privilegios del organigrama institucional están en condiciones de negar la realidad. Los ricos (de poder), también lloran (protestan).

Enrique se ofrendó para mostrar que todos somos (potenciales víctimas de) Pegasus: fue en Lagos de Moreno, Jalisco, durante la inauguración de un parque industrial. Ahí dijo (los comentarios y preguntas entre paréntesis son irresponsabilidad de esta columna astillada): Somos una sociedad que en las más de las veces nos sentimos espiados (la democratización del espionaje). Yo mismo, como presidente de la República (¿a pesar del Estado Mayor Presidencial?). A veces recibo mensajes cuya fuente u origen desconozco (ha de suponerse que cualquiera puede marcar el número telefónico de EPN y que no hay policía cibernética ni inteligencia civil y militar para detectar ese tipo de llamadas). Pero procuro en todo caso ser cuidadoso en lo que hablo telefónicamente (por tanto, la responsabilidad de ser espiado es de quien no habla cuidadosamente al teléfono). Porque no faltará alguien o que alguna vez exhiban alguna conversación mía. Ya ha ocurrido y ya ha pasado (sin comentarios, mucho menos de índole privada ni de besos en la boca que le han plantado bellas muchachas luego fugitivos, según relató también ayer).

Peña Nieto se mostró dolido por la facilidad y simpleza con que cualquiera puede decir que ha sido espiado por el gobierno cuando ninguna de las personas que se sienta agraviada puede afirmar o evidenciar que su vida se haya visto afectada por ese supuesto espionaje. La lógica peñista es apabullante: ¿quién puede demostrar que ha sido víctima de un sistema de espionaje creado para no dejar más huellas que, si acaso, los mensajes gancho que buscan que se les dé clic para ser afectados por ese sistema sólo vendido a gobiernos para que nadie se entere de que lo espían? Impecable razonamiento.

El mismo Enrique, luego de definir a su gobierno como tolerante, condescendiente, democrático y respetuoso de la crítica, soltó una frase ominosa: confía en que la Procuraduría General de la República (a cargo de un subordinado, su cuate Raúl Cervantes Andrade) deslinde responsabilidades y al amparo de la ley, pueda aplicarse la justicia contra aquellos que han levantado estos falsos señalamientos contra el gobierno. ¿Estará considerando Peña Nieto que deben ser sancionados, acaso encarcelados, Carmen Aristegui y demás periodistas y activistas que han denunciado indicios de espionaje gubernamental? ¿Irá judicialmente contra The New York Times?

La conclusión de la PGR está ya delineada: no hay espionaje porque Peña Nieto dice que no lo hay, y quienes le escuchaban, en Lagos de Moreno, le aplaudieron cuando eso dijo, lo cual podría constituir una especie de exoneración expedita por medio de palmas, y quienes solicitaron a la autoridad, con base en estudios internacionales y evidencias nacionales, que se investigara la probable comisión de delitos, ahora podrían ser procesados judicialmente. Pa’ que aprendan a respetar, sería la frase adecuada. Pórtense bien, diría Javier Duarte de Ochoa a los periodistas de Veracruz. Vaya postura democrática y tolerante del gobierno mexicano.

Por su parte, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional, se lanzó en términos oratorios contra la corrupción y la impunidad, al entenderlos como ingredientes de un complejo fenómeno que ha dañado nuestra democracia, nuestra economía, profundizando la desigualdad e incrementando la violencia. Convencido de que ese coctel nefasto ha minado la credibilidad en las instituciones públicas, el general secretario consideró que estamos obligados a preservar el México donde la ley impere, la corrupción se erradique y la impunidad se destierre. Así habló durante la inauguración de un taller denominado Obligaciones y responsabilidades bajo el sistema nacional anticorrupción, en presencia del secretario de la Marina, almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, y de la secretaria de la Función Pública, Arely Gómez.

Marchó de manera similar el comandante en jefe del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova. Las elecciones (y el INE, los súper bien pagados consejeros y la enorme estructura burocrática de ese instituto) no tienen la culpa, dijo Lorenzo, con ánimo de rockero nostálgico. La democracia mexicana está en un bache, señaló, con una sociedad crispada, enojada con la política y lo público. Pero, sentenció, éste es un momento en el que no podemos permitirnos perder el país, y perder, en muchos sentidos todavía, la precaria democracia que tenemos (ni los salarios, compensaciones y privilegios enormes de los consejeros presididos por Córdova). Otra frase como de opositor en campaña: el mexicano es un Estado de legalidad absolutamente débil, precario, y en muchos sentidos hasta inexistente.

Astillas

Donald Trump tuiteó ayer: México fue rankeado el segundo país más mortal del mundo, sólo después de Siria. La principal causa es el narcotráfico. CONSTRUIREMOS EL MURO. Eso sí, un día antes había hablado de la posibilidad de que dicho muro se pague solo, colocando en sus alturas celdas solares que generarán energía…

A la hora de cerrar esta columna, lo único que se sabía de la reunión de panistas en busca de ponerse de acuerdo respecto de postulaciones presidenciales, era que Rafael Moreno Valle estaría de acuerdo con una alianza PAN- PRD, e inclusive Morena, y que considera que no es necesario adelantar los tiempos internos. Es decir, que el ex gobernador de Puebla se alínea con Ricardo Anaya y no con el consorcio FelYMar. ¡Hasta el próximo lunes!

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