El gobierno se juega sus últimas cartas al reprimir a la CNTE

Cuauhtémoc Ruiz

Ayer el gobierno golpeó al movimiento magisterial, especialmente al de Oaxaca: detuvo a dos altos dirigentes de la sección 22 y desalojó a los maestros que tenían tomado el IEEPO. Al mismo tiempo, el gobierno federal envió a 4,000 policías a Chiapas y la policía de Tabasco reprimió a profesores.

¿Son estos hechos las señales de que viene una fuerte represión que liquide la resistencia magisterial a la “reforma educativa”? Nuestra conclusión es que esto no es necesariamente así. Pensamos que si el magisterio oaxaqueño no se amedrenta y continúa sus movilizaciones, derrotará esta contraofensiva gubernamental (que, por lo demás, apreciamos débil).

Si miramos los hechos con perspectiva veremos que desde el 15 de mayo, cuando inició este movimiento, los maestros han tenido la iniciativa y se han mostrado a la ofensiva. Los gobiernos, tanto federal como de los estados, hasta ahora, no han lanzado una fuerte represión. Han echado mano de la policía para contener a los maestros, para evitar que hagan tal o cual acción. Caracterizamos que Peña Nieto carece de margen para llevar a cabo una represión masiva y sangrienta. Sabe que una represión con algunos muertos, heridos y detenidos podría ocasionar una reacción masiva, popular y nacional. En pocas palabras, podría tener un costo político muy grande. Por eso la represión en Oaxaca no implicó sangre, fueron las detenciones de dirigentes y un desalojo más bien “pacífico”.

Era de esperarse una reacción así del gobierno. Durante tres semanas el gobierno ha acusado el golpe de dos fuertes movimientos estatales, en Chiapas y Oaxaca, y en otros dos que también se movilizan intensamente, Guerrero y Michoacán. Han sido ya tres semanas de marchas grandes, medianas y enormes; de ocupación de calles; de bloqueo de carreteras; de toma de edificios públicos, como en Oaxaca; y de un movimiento que de ser magisterial podría convertirse en uno que incorpore a masas populares, madres y padres de familia, comunidades, y en Guerrero a algunos sindicatos.

La represión laboral lanzada por la SEP, consistente en descuentos por días no laborados o en rescisiones de contratos, casi no ha funcionado. A miles de maestros de Oaxaca les descuentan uno o dos días de salarios cuando no han trabajado tres semanas, y ante todo les siguen pagando su sueldo. Las rescisiones de contratos (que sólo han afectado a una pequeña minoría de los maestros participantes) sólo proceden legalmente si las notificaciones de la SEP son recibidas, lo que ha ocurrido en muy pocos casos. Las represiones de ayer son por los fracasos de las medidas punitivas de la SEP.

Por otra parte, la represión en Oaxaca tiene un objetivo más defensivo que ofensivo, porque la sección 22 tiene planeado que hoy lunes 13 bloquee 37 (sí, treinta y siete) puntos estratégicos del sistema carretero del estado, lo que simple y sencillamente lo colapsaría. El plan del gobierno es atemorizar y desorganizar a la sección 22 e intentar que tal medida dura y radical no se instrumente. De acuerdo dos testimonios desde distintas partes del Istmo de Tehuantepec, la represión más que intimidar ha causado una gran indignación. Por lo que se refiere a otras regiones de Oaxaca, la asamblea estatal de la sección 22 tuvo un quórum más que suficiente para instalarse y nuestros compañeros presentes perciben un gran ánimo de lucha. Está sesionando en estos momentos.

El movimiento magisterial – popular actual es el gran teatro de la lucha de clases. Debemos acostumbrarnos a que en ocasiones los trabajadores están a la ofensiva, luego bajo el impacto de la represión. Lo importante es cómo responde el movimiento a esta última. De acuerdo con Juan Magariño, hermano de Heriberto, líder de la CNTE en el istmo, el gobierno tiene pocas cartas que jugar y las de la intimidación es una de las últimas.

Cuauhtémoc Ruiz es dirigente del Partido Obrero Socialista.

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